A solas en la oficina

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Los números en la pantalla del ordenador vuelan ante sus ojos. La oficina está a oscuras, pero él tiene la mirada fija en los ajustes de cuentas. No se ha percatado: no queda nadie más.

Cuando levanta la vista hacia la calle, ve que las farolas ya están encendidas. "Las diez y media", piensa mientras comprueba el reloj. Se frota los ojos y mira en todas las direcciones. Aún le queda un buen rato antes de irse a casa.

Minimiza la hoja de cálculo y abre una ventana oculta. Sabe qué página quiere, qué vídeo busca, y pronto tiene ante sus ojos una escena sexual interpretada en una oficina como la suya.

Sonríe y se lleva la mano a la entrepierna. Baja la cremallera y deja libre su miembro, que empieza a endurecerse. Se masturba. Al principio, con suavidad, atento a los actores que se mueven con cuidado en una oficina. Una oficina vacía, como la suya. "Ojalá algún día", piensa. Y la excitación de imaginarse poseyendo a su compañero de contabilidad, enloquece el ritmo de su mano.

Unos metros más allá, oculto aún por la puerta del despacho que estaba limpiando, el chico de la limpieza le observa. Se muerde los labios y baja sus manos hasta el pubis, apretando la erección, que permanece oculta tras el mono de trabajo.









Autor: Rafa de la Rosa

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