Capítulo 8

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Dos días. Quedaban cuarenta y ocho horas para la prueba de entrada de la Yuei y que Midoriya Izuku pudiera tomar el examen de ingreso y lograr así su sueño de ser un héroe dentro de aquella sociedad donde los quirk's eran deseados y usados como un estatus.

Pero le quedaba una última prueba.

Sudor. Lágrimas. Sangre. Aquellos casi diez meses de entrenamiento bajo la tutela de su maestro Taejin, fueron un infierno para su cuerpo. Sus músculos ardían, quemaban, parecían completamente destrozados y lentamente se iban uniendo de nuevo. Sus huesos estaban destrozados y soldados tras los fuertes golpes de su maestro, viéndose obligado a recibir las duras piernas de su maestro que lo mandaban de un lado a otro de la sala de entrenamiento.

All Might era el héroe más fuerte de todos, aquel que representaba la luz del mundo, la esperanza de los débiles, de una sociedad que se había basado en el poder de los quirk's y en el trabajo de los Pro Hero. Nuevos y nuevos héroes aparecían cada día por las calles creando nuevos clubs de fans que cambiaban las fotografías de sus héroes preferidos como si fueran simples cromos.

Midoriya tiró de las sujeciones para las protecciones de sus antebrazos y los codos. Dejó que un suspiro escapara de sus labios y abrió los ojos. Verdes. Del color de la esmeralda. Aquel Midoriya Izuku de hacía meses atrás, quedó completamente borrado de su mente. Un nuevo Izuku se formó junto a su cuerpo soldado por el dolor de los entrenamientos.

Había llegado el día.

Con la intención de calmarse, Midoriya echó los mechones verdes de su rebelde cabello hacia atrás y salió de los vestuarios con una mirada completamente decidida. Después de todo aquel sufrimiento, no podía simplemente echarse hacia atrás.

Sonriente. Con un traje de judo. Oscuros ojos y cabello gris. Jin Taejin esperaba a su aprendiz con los brazos cruzados y mirándole con aquellos ojos oscuros, sonriendo anchamente como era su costumbre.

Era Jin Taejin nada menos.

―¿No ha venido tu novia, Izuku?―preguntó el artista marcial caminando hacia el centro del cuadrilátero.

Cualquier héroe no dudaría en enfrentar a aquel hombre. Lo tomaría como un temerario, alguien de la vieja escuela que no poseía quirk alguno y sería tomado como alguien débil. Midoriya, al contrario de aquellos que no conocían a su maestro, temía la ira del Tigre incluso más que a la brutal fuerza de All Might en acción.

Renewal Taekwondo. Patas largas, potentes. Si me acerco, la fuerza de Taejin-sensei me superará y terminará conmigo en unos segundos. No puedo dejarle acercarse o acércame yo mismo. Mi mejor baza son las piernas, moverme veloz y buscar algún hueco en su defensa.

Midoriya dejó escapar un suspiro y palmeó su cara un par de veces, quitándose así la estupefacción y centrando su mente solamente en el combate. Su madre. Tamaoko. Itanawa. Todas ellas estaban esperando que superara aquel muro que había estado justo frente a él, estando justo delante de él en forma de su maestro.

Jin Taejin detuvo sus pasos justo a un metro del centro de aquella colchoneta, siguiendo con aquella sonrisa en su rostro. No iba a dejarla decaer. Le gustaba Midoriya y su actitud que lo había llevado a ser su aprendiz y sucesor como luchador de Renewal Taekwondo. Su único sucesor vivo después de todo y quien se mantendría como un héroe llevando su arte marcial a las más altas esferas.

Taejin respiró hondo y dejó que el aire escapara de sus fosas nasales. Aquel chico, de algún modo, era especial. Fuerte. Decidido. Un muro a derribar que estaba en construcción. Durante aquellos meses de entrenamientos, el chico había aprendido sus movimientos, haciéndolos parte de su cuerpo como si fueran guiados por las palpitaciones de su corazón. Tanto la memoria muscular como su memoria eidética lo llevaron a un nivel alto en aquellos meses, alcanzando un punto que solamente debería haber podido alcanzar con años.

B.N.H.A: El Héroe sin QuirkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora