Capítulo 14 Almuerzo en la oficina

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Bels

Me desperté al día siguiente al escuchar el sonido de la ducha. Augus salió con el pecho mojado, una toalla atada a la cintura y otra con la que secaba su cabello. Se veía sexy, atractivo y provocador. Me quité la bata que llevaba puesta y me acomodé desnuda en la cama, con las piernas abiertas. Cuando me vio, sonrió.

—Buenos días, Bels —dijo mientras se acercaba a mí.

—Buenos días, Augus —le respondí con una sonrisa traviesa.

Al llegar a mi lado, me besó y comencé a pasar mis manos por su pecho firme. Augus deslizó sus dedos por mis pliegues, comprobando mi humedad.

—Ya estás lista para mí, amor —murmuró mientras intensificaba el beso y flexionaba mi pierna derecha sobre mi pecho.

De una sola embestida, arrancó de mí un gemido de satisfacción. Con su mano izquierda acariciaba mis pechos, mientras mi cuerpo se abría para recibirlo. Sus movimientos eran rápidos y firmes; sus caricias en mis piernas y pecho, junto con sus besos, aumentaban mi excitación. Cuando sentí que estaba al borde de la liberación, moví mis caderas en círculos. En ese instante, al sentir sus líquidos llenándome, el orgasmo me recorrió, dejándome plena.

—Eres perfecta, Bels —susurró, dejándose caer a mi lado para recuperar el aliento.

Me levanté para ir al baño.

—Oye, dijimos que habría caricias —comentó Augus, apoyándose en sus codos.

—Lo siento, pero tengo ganas de hacer pipi —respondí, sonriendo.

Él simplemente rió y volvió a acostarse. Terminé en el baño, me lavé las manos y la boca. Entonces, Augus entró.

—Me ensuciaste, ahora tengo que volver a bañarme —bromeó, tomándome de las manos y jalándome hacia la ducha.

Me enjabonó lentamente, acariciando y contemplando mi cuerpo. Hice lo mismo con él. Lavó mi cabello y nos besábamos cada vez que podíamos. La pasión no cesaba, así que empecé a masturbar su miembro mientras nos besábamos. Cuando estuvimos listos, Augus me giró suavemente, colocando mis manos sobre la pared. Me incliné, preparada para recibirlo.

—Augus, más fuerte, por favor —gemí, lo que lo llevó a embestirme con más fuerza y rapidez.

Mi liberación llegó cuando su semilla se derramó dentro de mí. Terminamos de bañarnos, él me secó y envolví una toalla alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabello. Salimos de la habitación; él se dirigió al clóset y yo fui a mi cuarto para buscar qué ponerme.

Mientras aplicaba mis cremas y perfumes, Augus entró completamente vestido con un traje gris a medida. Se veía absolutamente apetecible.

—Amor, ya me voy. Le pedí a Marta que pasara tus cosas a nuestra habitación. Nos vemos en el almuerzo —dijo, tomándome de la cintura y dándome un beso.

—Nos vemos en el almuerzo —respondí con una sonrisita.

Cuando se fue, aproveché para llamar a Casi. Contestó al segundo pitido.

—¿Quién eres tú y qué hiciste con mi amiga? Porque de ninguna manera se levanta antes de las nueve —bromeó al otro lado de la línea.

Me tumbé en la cama y confesé:

—Casi, lo hice. Me acosté con Augus.

—Espera rebobina, ¿qué? —gritó emocionada. Escuché de fondo a Aron preguntarle qué pasaba, y ella respondió: —Nada, amor, es que Bels me contó algo interesante.

—Cuéntamelo todo con lujo de detalles. ¿Cómo fue?

—¡Fue increíble! Anoche lo hicimos después de que acepté sus condiciones.

Una jugada inteligenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora