Capítulo 31 Valeria

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Bels

Me encontraba sentada en la cama, mirando gamas de colores y diferentes diseños para la habitación de mi hija. Augus estaba recostado con el ordenador en sus piernas.

—Creo que elegiré el color rosa con blanco, y para el diseño quiero estrellas doradas y una nube con caritas. ¿Qué te parece?

—Me gusta, es muy linda. —Augus apartó la vista del computador mientras me sonreía—. Sabes, ya tengo el nombre.

—¿Sí? Dímelo. —le dije, entusiasmada, como si él hubiera ganado y fuera a elegir el nombre de la niña.

—Valeria Thompson Jones, ¿te gusta? —me dijo mientras dejaba el ordenador a un lado y me jalaba hasta que me senté en su regazo.

—Sí, me gusta. —Le di un beso.

Profundizamos el beso hasta que las caricias se intensificaron, y terminamos agotados, regulando nuestra respiración.

*****

—Bien, ya todo está listo. —dije mientras terminaba de colocar el último cojín en la cuna de Valeria.

—Te quedó lindo. —dijo Casi, mientras controlaba que Alan no terminara de desordenarlo todo.

—Vamos a comer, tengo hambre.

—Sabes, me gusta tu casa.

—En realidad es de Augus, pero me siento bien aquí. —dije mientras nos sentábamos a comer y Marta acomodaba todo en la mesa. Después del llamado de atención de Augus, ella había cambiado bastante; por lo menos ya no era tan hostil.

—Y ¿cómo se va a llamar la niña?

—Valeria.

—Sabes, no te he dicho algo. —dijo Casi mientras comenzaba a acomodarle el plato a Alan para que comiera.

—¿Qué? ¿Ya no eres virgen por el chiquito? —le dije mientras comenzaba a reírme y Casi se ponía roja.

—No, Bels.

—Entonces...

—Estoy embarazada.

—Vaya, el jugador sí que no perdió el tiempo en la luna de miel, y eso que Alan fue...

—Aron está feliz.

—Sí, claro, como él no es el que lo carga.

—Yo también estoy feliz. —dijo con una sonrisa en la cara.

—¿Cuánto tienes?

—Tres meses. —dijo mientras me veía con picardía —¿Bels?

—¿Qué? —le dije, desconfiada.

—¿Augus te ha dado por el chiquito? —dijo con picardía.

—Pues claro, ¿qué crees? ¿Y tú?

—Todavía no me animo. —se puso roja, iba a hablar, pero me cortó y cambió de tema.

****

—Sabes, Casi me pregunto si tú me habías dado por el chiquito.

Le dije a Augus, quien se tensó mientras le daba un beso en el cuello. Él se encontró en el escritorio del estudio de la casa. Desde que mi embarazo se fue haciendo más notorio, él ha estado trabajando más tiempo desde casa.

—¿Y qué le dijiste?

—Que sí. —fruncí los hombros mientras él me veía con una sonrisa y me hacía espacio para sentarme en sus piernas.

— ¿Hablas de nuestra intimidad con tu amiga? —dijo de forma pícara.

—A veces. —Le di un beso en los labios.

—Eres increíble. Yo tengo pena porque le cuentas nuestra intimidada a tu amiga, y tú estás muy tranquila.

—Siempre he sido tranquila con temas sexuales, pero no te preocupes, eres el mejor amante que he tenido, así que no hablo mal de ti. —Me encogí de hombros.

—Ya terminó por hoy, vamos a dormir. —dijo. Me puse de pie mientras él terminaba de cerrar todo.

—Y si no quiero dormir? —le dije de forma pícara.

—Tendré que cansarte. —Me dio un beso que incrementó el calor en mi cuerpo, hasta que llegamos a la habitación y cumplió con su palabra de cansarme. Me recosté en su pecho mientras él repartía caricias en mi espalda.

—Soy tan feliz que tengo miedo de que en cualquier momento algo malo pueda pasar.

—No va a pasarte nada, amor. Yo siempre te protegeré, así como tú siempre me protege a mí. Augus me dio un beso en la coronilla mientras me iba quedando dormida.

****

—¿Cuál te parece mejor? —le dije a Logan mientras le mostraba dos conjuntos de vestidos para niña.

—No sé, señora, cualquiera.

—No ayudas mucho. —dije mientras volvía a ver qué elegía. Desde que supe que mi bebé sería Valeria, me he dedicado a comprar cuanta cosa veo en las vitrinas.

—Creo que me llevaré los dos. —le dije a Logan mientras me acercaba a la caja registradora.

Después de las compras, fui a ver a Augus en su oficina. Cuando iba a entrar, sentí un escalofrío, como si alguien me estuviera observando. Llevaba días sintiendo esa sensación, pero no había dicho nada porque pensé que serían supersticiones mías.

— ¿Cómo está la embarazada más linda de todas? —dijo Campbell apenas atravesando las puertas de la oficina de Augus.

—Bien, mira lo que compré. —señalé la bolsa que tenía en la mano.

—Más cosas... A este paso, esa niña tendrá que cambiarse cada hora para poder estrenar toda esa ropa.

—Eres más exagerado.

—Es la verdad.

—Ya, Campbell, mi hija es como su madre, querrá cambiarse cada hora. —Me acerqué a Augus para darle un beso.

—Hola, bebé.

—Hola, amor.

—Pobre de mí, si mí ahijada es así, tendré que trabajar duro para poder cumplirle sus caprichos.

—Nadie te obliga. —le dije.

—Igual voy a querer. —encogió los hombros y salió por la puerta.

— ¿Qué compraste? —Augus me guió hacia el sofá.

—Mira, ¿te gustan?

—Están Lindos.

—Augus... —estuve a punto de decirle sobre mis sospechas de estar siendo observada, pero al final preferí no preocuparlo.

—¿Dime?

—Te amo. —él me sonoro mientras me daba un beso en los labios.

—Y yo te amo a ti ya nuestra hija. Sin duda, el casarme contigo ha sido mi jugada más inteligente.

 Sin duda, el casarme contigo ha sido mi jugada más inteligente

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