Capítulo 18

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Se supone que este es el día más feliz de mi vida, pero me siento como si fuera a un funeral. Desperté como todos los días, y a pesar de evitar a toda costa la información de la prensa, es imposible no escuchar los cuchicheos de la servidumbre.

Va a ser la celebración de la década. Solo de pensar en eso siento la necesidad de rodar los ojos. Es todo como una broma, una muy pesada. Nunca pensé que me casaría hasta los treinta, muchos menos bajo esta presión.

Una risa cínica se me escapa mientras camino por los pasillos. Solamente se escucha el sonido sordo de mis zapatos planos en la alfombra roja.

Honestamente no sé a dónde me dirijo, solo estoy vagando por ahí. En una hora comenzarán a prepararme, creo que cuando las chicas lleguen no voy a estar en mi habitación. ¿Y si me fugo? No sería la primera novia que lo hace... está bien, es imposible, ningún guardia va a permitir que salga; y aunque lo consiga, no voy a poder escapar del país antes de que alguien me atrape.

—Victoria —Me sobresalto cuando alguien murmura mi nombre. Observo mi alrededor buscando quién me llama. Mierda.

— ¿John? ¿Qué haces aquí? —Susurro, no esperaba verlo, mucho menos hoy.

—Necesito hablar contigo.

—Creo que tuviste una oportunidad y no la aprovechaste, así que si me disculpas tengo cosas más importantes que hacer —No sin antes darle un vistazo a la expresión dolida de su rostro, me doy media vuelta levantando el mentón dispuesta a seguir mi camino y evitar que John cause más estragos en mi cabeza.

Sin dar siquiera un paso, siento su mano agarrar mi brazo con fuerza pero sin hacerme daño. A pesar de mis protestas, prácticamente me arrastra un par de pasillos más y luego bajando unas escaleras de piedra hacia la cocina. Todos los trabajadores nos observan con sorpresa, pero no detienen a John, traidores. Una vez en la despensa me suelta. Nos sumimos en un incómodo silencio que solo es interrumpido por el ruido que reina la cocina, de cuchillos cortando y cazuelas chocando, además del chef vociferando órdenes.

Recorro los estantes con la mirada y recuerdo que este era mi lugar favorito para ocultarme cuando John y yo jugábamos a las escondidas. Siempre me encontraba, y cada vez terminábamos robando comida y soportando las regañinas de Vittorino, el chef en aquel entonces. Sonrío con nostalgia y John también lo hace. Mierda, ¿por qué tiene que ser tan lindo?

Me trajo aquí para hablar y solo se queda mirándome. Siento que mientras más tiempo pase con él aquí, peor voy a estar más tarde, cuando me case con otro hombre, uno muy repugnante y al que estoy pensando seriamente en asesinar mientras duerme.

—No te quedes mirándome como un tonto y habla —Lo apremio y parece reaccionar.

­—Ah, sí... yo... quería despedirme ­—Murmura.

—Espera ¿Qué? ¿Te vas? ¿A dónde? —Siento mi labio inferior temblar ante el inminente llanto. Debí haber escuchado mal. Él no se puede ir, no... no quiero que se vaya.

—A los Estados Unidos, voy a abrir mi propio negocio y hacer mi vida por allá, va a ser lo mejor para... los dos —Noto lo difícil que le resulta decirme eso y cuando mis lágrimas comienzan a brotar, cierra los ojos con fuerza unos segundos, para luego volverlos a abrir y acercarse a mí.

Con sus pulgares limpian mis mejillas como tantas veces lo ha hecho. Cuando ve que es imposible mantenerlas secas baja sus manos por mis brazos y toma las mías con suavidad.

— ¿Cuándo te vas? —Pregunto en lugar de suplicarle que se quede porque sé que la decisión ya está tomada.

—En la noche, ya lo tengo todo empacado —Asiento y trato de sonreír.

— ¿Y Fred también va?

—No, él es testarudo, dice que morirá aquí —Ladea la cabeza y yo casi no lo puedo ver por lo nublada que tengo la vista.

¿Será posible que probablemente esta vaya a ser la última vez que lo vea en persona y no esté absorbiendo cada detalle de su rostro por culpa de las malditas lágrimas?

Aunque en el fondo algo me diga que es lo mejor, que verlo solamente me hace mal por el simple motivo de que no podemos estar juntos como queremos, no puedo siquiera imaginar cómo va a ser mi vida sin él. Es imposible pensar que no lo voy a tener detrás como si fuera mi sombra, no escuchar su risa cuando tengo que tratar con personas que no son de mi agrado, ni sus comentarios sarcásticos respecto a mis cuestionables decisiones, o sus quejas cuando le despierto un domingo a las ocho de la mañana. John siempre ha sido una parte de mi vida, de mí, y ahora simplemente va a salir de ella.

—Por lo menos lo voy a tener alrededor.

—Te extrañaré, lo sabes ¿no? —Asiento porque estoy segura de que mi voz no saldrá por el nudo que tengo atorado en mi garganta —Victoria, yo te... —Tapo su boca con mis manos sin darle tiempo a decir eso.

—No lo digas —De alguna manera mis palabras logran salir sin duda alguna. No puedo creer que iba a decirlo, estoy hecha un lío. Tenía que venir John a decir eso y empeorar las cosas.

—Pero yo... —Sigue empeñado en arruinarme más la existencia y lo callo de nuevo. Con un jodido beso.

Luego de su sorpresa inicial me agarra de la cintura y me acerca a él. Paso una mano por su nunca hasta su cuello y profundizo aún más el beso. Si va a ser el último, que sea uno bueno. Nuestras lenguas no tardan en enredarse y nuestros jadeos mezclarse. Solo espero que no haya nadie escuchando desde el otro lado de la puerta.

Pega su frente a la mía cuando nos detenemos a tomar un poco de aire y suspira.

—Adiós Victoria —Pasa una mano por mi cabello y otra por mi mejilla.

—Adiós —Murmuro cerrando los ojos con fuerza. En algún momento dejo de sentir su tacto, pero me niego a creer que se fue. Cuando los abro, ya no está.

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⏰ Última actualización: Feb 26, 2021 ⏰

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