────Hazlo. ────escucho a quien creyó dormido. Se levantó del sofá en donde estuvo reposando por largo rato, supuso que lo había dejado en la cama donde despertó y encontró un cuchillo a su lado ────Sé que quieres matarme.
Si hubiese podido responder, hubiese soltado un montón de palabras, se hubiese arrepentido sí tan solo Argentina no lo hubiera rodeado con sus brazos en un fuerte abrazo. La sangre salía a borbotones manchando su camisón pulcramente blanco, cuando quiso separarse el cenizo hablo.
────N-No te movas. ────lo cargo como si fuese un bebe, aun con el cuchillo enterrado hasta el fondo en sus entrañas. Lo soltó lo más delicadamente posible en la cama, lo volvió a abrazar acariciando su espalda hasta sus últimos suspiros.
Un cadáver lo tenía abrazado, con esos fríos brazos y ya pálida piel. Argentina estaba ahí, torturándolo con esos ojos verdes, aun muerto lo hacía confundir.
Se durmió sin querer.
La mañana siguiente se levantó de la cama, dejando solo a su novio. Se dirigió a la cocina buscando algo de comer, un desayuno tan bueno como el que Argentina depositaba en su cama todos los días.
Encontró té de manzanilla, pan y un poco de jamón. Puso la tetera a hervir, para matar en tiempo camino por la casa pues tenía las llaves para abrir todas las puertas cerradas, no encontró nada interesante hasta la última.
Ahogo un grito de dolor al ver bolsas y ropa llena de sangre, no debía ser muy listo para saber qué era lo que sucedía. La furia recorrió su cuerpo, sus piernas lo llevaron al segundo piso, al cadáver de Argentina, quito el cuchillo solo para apuñalarlo de nuevo. Una y otra vez hasta escuchar la tetera, dejo el arma a un lado para correr a la cocina.
Subía las escaleras con su bandeja de comida, dejo todo cuidadosamente en la mesita, comió sin despegar la mirada de Argentina y sus ojos aun abiertos, en cierto momento no pudo seguir degustando.
Cuando estuvo dispuesto a levantarse su mano rozo con una cajetilla, la abrió con curiosidad notando dos pastillas y una notita.
"Te amo Perú"
Yo también, le hubiera gustado responder.
Ya se imaginaba lo que eran esas pastillitas así que se las tomo con lo poco que le quedaba de su té de manzanilla. Se levanto hasta llegar a la cama, se recostó mirando los ojos verdosos de su querido novio.
Beso esos fríos labios que casi nunca disfruto
Se aferro cuando su corazón empezó a doler con fuerza
Y dejo de latir.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
