Realmente no esperaba despertar en su habitación, su cabeza le dolía como el infierno por los golpes antes dados, quiso levantarse de su cama.
────Buenos días cielo. ────escucho entrar al argentino, lo miro bien pues su vista aún estaba algo borrosa dándose cuenta de la mirada que le dedicaba, quiso gritar por lo fastidioso que le resultaba esa sonrisita de felicidad en el rubio. Movió su mano para ponerse de pie, apenas fue un paso cuando sus piernas flaquearon quedando de rodillas, froto sus tobillos creyendo que ese era el problema ────En tu cintura, cielo. ────toco dicha zona, tenía un grillete en dicha zona, raramente no le dolía, solo lo mantenía cerca de su cama, apenas lo dejaba ponerse de pie, tomo de la solapa la camisa que portaba el más alto deseando gritar, pero, nada, su voz no salía ────No te molestes, no podrás gritarme, aunque quieras.
Ignoro la advertencia, abrió su boca para que soltara, aunque sea un quejido, un grito, alguna palabra, trato y trato, de la desesperación presiono su cuello, su mirada reflejo su miedo, Argentina solo lo miraba, coma trataba de gritar, cada pequeño movimiento, se molestó al verlo apretarse la garganta ────Para, tu garganta no tiene nada. ────apretó un poco las muñecas para alejarlo de si ────Es tu cabecita, mi amor. ────aclaro, sobando una zona en especial que estremeció a su pareja por el dolor agudo que inundo su cabeza.
Aprovechando el estado estupefacto lo atrajo a él, lo abrazo fuertemente, sin hacer daño, poso su nariz en la curvatura del cuello olisqueando el olor a manzanilla que tanto adoraba, sus dedos acariciaron tiernamente los pequeños nuditos en la cabellera oscura desenredándolos, se permitió acurrucarse en el pecho escuchando el latir del corazón, Dios, hasta se escuchaba igual que el de su querido papi ────No quiero dejarte ir nunca, mi amor, nunca salgas de nuevo de aquí. ────hablo en susurros, hundiendo su rostro deseando sentir aún más el olor a manzanilla, inundarse de este y perderse en los brazos de su novio ────Nunca salgas, no quiero perderte, quédate a mi lado. ────Esta vez apretó de manera tosca el agarre que había formado en la cintura del nervioso azabache, harto de la insistencia de este por alejarlo se posiciono encima clavando su verdosa mirada en esos ojos dorados ────Tú no me dejaras, nunca, mi amor y yo tampoco lo haré. ────hablo claro, conciso y lento inyectándole el miedo al chico que temblaba con las caricias en sus mejillas.
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