Capítulo VII: Mt. Moon

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Capítulo 7

Mt. Moon

— ¿Ya es por la mañana? —me pregunté, bostezando—. Aún tengo bastante sueño…—dije, bostezando de nuevo.

El día anterior derroté a Brock con un combate espectacular, y ya estaba listo para seguir con mi aventura y llegar al Mt. Moon. Decían que pasando ese sitio se podía llegar a Ciudad Celeste, donde se encontraba otro líder de gimnasio.

Me dirigí rápidamente a la ducha, y me cambié de ropa. Bajé a la cafetería del Centro Pokémon y tomé un desayuno fuerte, porque hoy iba a ser un día bastante duro.

—Bueno, ya es hora de ir al Mt. Moon —le dije a mis Pokémon—. Chicos, tenemos que esforzarnos al máximo para poder superarlo.

Todos asintieron y partimos hacia la Ruta 4, donde se encontraba el famoso Mt. Moon. Por suerte había un Centro Pokémon en la entrada. Cuando lo vi caí en la cuenta de que tenía que llamar al Profesor. Fui corriendo y me senté en uno de los teléfonos. Marqué el número y me atendió alguien que no era el Profesor.

— ¿Quién eres? —pregunté
—Soy Elm, el asistente del Profesor Oak —me respondió
Era un chico de quizás unos 25-27 años, y llevaba una bata blanca, típica de los profesores, y unos libros bastante gordos en la mano. Era de estatura media y tenía el pelo castaño. También llevaba unas gafas de diseño cuadrado.
—Elm, ¿está el Profesor? —le pregunté
—Espera un momento —dijo, yendo para otra habitación
En ese momento apareció el Profesor.
— ¡Hola, Red! ¿Cómo te va? —me preguntó, sonriendo
—Hola profesor —le dije—. Pues me va bastante bien… ¡Ya tengo mi primera medalla! —le dije, contento
—Me alegro mucho, Red —me dijo, también contento
—Y bueno, ¿cómo va el idiota de Green? —le pregunté con un tono de burla—. ¿Ya tiene cincuenta medallas?
—Ayer me llamó. Me dijo que estaba en Ciudad Celeste, y que iba a visitar la ciudad antes de luchar contra el líder.
—Qué raro, normalmente cuando llega a una ciudad va directamente a luchar…—dije, extrañado
—Ahora que lo dices, tienes razón…—me respondió, asintiendo
—Por cierto, mi Bulbasaur y Nidoran♂ evolucionaron —le dije
— ¿Sí? ¡Me alegro, Red! —dijo, contento
—Bueno, hasta pronto, Profesor —le dije, agitando la mano, antes de apagar el teléfono.

Un rato después, ya me encontraba en el Mt. Moon. Era una cueva enorme y oscura. Podía ver a muchos entrenadores y Pokémon como Zubat o Geodude.

— ¡Malditos Zubat! —dije, intentando disipar el conjunto de Zubat que me rodeaba—. ¡Iros por ahí! —después de decir eso, salí corriendo, al ver que no podía evitarlos.
Cuando ya por fin había conseguido escapar de la bandada, vi a un Pokémon muy raro con una piedra con forma de luna colgada del cuello.
—¿Qué Pokémon es ese? —me pregunté—. Cogeré la Pokédex…
Saqué la Pokédex de mi bolsillo y escaneé al extraño Pokémon. Era un Clefairy.
—Mmm…—murmuré—. Pone que son raros…—entonces, me vino una idea—. ¡Lo capturaré!
Con aires decididos envié a Pikachu al combate.
—¡Prepárate, Clefairy! —grité—. ¡Vas a ser mío!
El Clefairy seguía tranquilo. No me hacía ni caso.
—Joder…—murmuré—. ¡Pikachu, Impactrueno!

Pikachu concentró su energía eléctrica, pero justo cuando le iba a dar el pequeño rayo, el Clefairy esquivó rápidamente.

—Es rápido —pensé—. Pero aún así verá nuestro poder. ¡Pikachu, Impactrueno otra vez!
Justo cuando Pikachu iba a atacar, el Clefairy empezó a hacer un gesto con los dedos. Los empezó a mover de izquierda derecha a un ritmo rápido. ¡Era el ataque Metrónomo! El Clefairy atacó con un Llamarada. Pikachu se cayó al suelo calcinado.
—Pero qué…—no daba crédito a lo que estaba viendo—. ¿¡Acaba de lanzar fuego!? —aún estaba con cara de haba—. ¡Pikachu, vuelve!
Devolví a Pikachu y saqué a Nidorino.
—Nidorino, utiliza Cornada —dije.
Nidorino hizo un placaje contra el Clefairy clavándole el cuerno.
—Va a ver este Clefairy, jeje…—dije, riéndome.

El Clefairy cayó desmayado al suelo. Justo cuando iba a tirar la Pokéball para capturarlo, aparecieron tres hombres vestidos de negro con una R impresa en el pecho.

—Niñito, gracias por debilitar a ese Clefairy por nosotros —dijo uno de los tres hombres de negro.
— ¿Sois el Team Rocket? —pregunté, estúpidamente—. Si lo sois, ¡preparaos! —dije.
Mi sueño desde siempre había sido el de destruir a una organización criminal.
—Sí, somos el Team Rocket —afirmó otro de los hombres de negro. Este tenía el pelo azul recogido en una coleta.
—Y vamos a llevarnos a tus Pokémon, chaval —dijo el último, que era más gordito.
—Sobre mi cadáver —dije, sacando a mis Pokémon—. ¡Adelante, Ivysaur y Nidorino!
— ¡Vamos, Drowzee!
— ¡Let’s go, Zubat!
— ¡Derrótale, Charmander!
—Tres contra uno… lo veo algo injusto…—pensé—.
Pero justo en ese momento, apareció alguien muy familiar…¡Blue!
— ¡Blue! —exclamé contento—. Pero, ¿qué haces aquí?
—Justo hoy conseguí la medalla de Brock —dijo, sonriente—. Así que tienes problemas con estos tipos, ¿no?
—Así es —respondí—. ¿Le vamos a dar su merecido?
—Claro —dijo, sacando a sus Pokémon—. ¿Preparados, Squirtle y Jigglypuff?

Ya éramos dos contra tres, algo más justo.

—Preparaos, chicos —dijo el gordito—. No vais a salir de esta.
—Ya veremos, Snorlax —le replicó Blue.
— ¿¡QUÉ ME HAS LLAMADO!? —dijo gritando, cogiéndose de los pelos—
—Snorlax —le respondió otra vez, riéndose.

Yo casi no me podía aguantar la risa. En ese momento las cosas se pusieron serias.

—Rezad lo que sepáis, que no vais a salir de esta —dijo el del pelo azul.
—Dejémonos el parlamento y peleemos —dije yo, para romper ese ciclo infinito de amenazas e insultos.
—Por mí vale —dijo Blue—. Jigglypuff, Canto. Squirtle, Pistola Agua.
— ¡Ivysaur, Hoja Afilada! ¡Nidorino, Cornada! —ordené.
—Creo que me voy…—dijo uno de los Rocket.
—Y yo…—murmuró el otro.
— ¡Esperadme! —dijo el gordo, corriendo con todas sus fuerzas.

Así es, esos tres cobardes huyeron. Más adelante supimos que eran gente aburrida que se hacía pasar por Rocket para conseguir cosas.

— ¡Ve, PokéBall! —dije, tirando la Pokéball al Clefairy.
—Red, ¿por qué lo has capturado? —preguntó Blue.
—Porque es un Pokémon bien raro —respondí, con mi Pokéball.
—Pues sabes…me encantaría tener un Clefairy…—dijo Blue suspirando.
En ese momento entré en una especie de batalla de moral en mi cabeza para decidir si dárselo o no. Al final decidí regalárselo.
—Toma, aquí tienes —le dije, dándole la Pokéball—. Espero que lo entrenes con cariño.
— ¡Oh, Red! —dijo Blue muy contenta—. ¡Muchas gracias!
En ese momento me dio un abrazo. Ella no sabía que estaba colado por ella. Blue se dio cuenta de que me sonrojé.
—Je, je… ¿Te pasa algo, Red? —me preguntó.
—No, nada…—dije, mintiendo.
En mi interior estaba como en el séptimo cielo.

Memories of a Trainer: La historia de RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora