𝙙𝙤𝙨

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-Rumi, no sé nada acerca de esto -se miró a si mismo, dudoso. En el espejo de cuerpo entero de su mejor amiga.

Rumi todavía llevaba su camisón de seda con el que había estado descansando toda la tarde, pero Keigo había perdido su reconfortante y voluminoso jersey con su pollito estampado. En su lugar llevaba un corpiño de cuero que se aferraba a su torso delgado y era sorprendente lo bien que lo amoldaba, su piel de un tono vainilla que se mantenía presa del cuero.

El corpiño se ataba en la parte delantera con una cuerda de cuero gruesa y llegaba casi hasta la cima del pantalón de cuero negro que llevaba ahora mismo. El pantalón había sido idea suya. Rumi había querido que sólo usara un pequeño par de bragas que apenas cubrían su entrepierna junto con el corpiño y las botas altas, pero Keigo se había negado categóricamente.

-No me importa lo "dramática" que parezca -le había ladrado Rumi- Quiero algo más entre mí y ese "cliente" tuyo además de una correa diminuta -Rumi se había ablandado y el resultado era ese pantalón de cuero muy ceñido, con el cual Rumi no habría sido atrapada ni muerta.

Ahora, estaba frente al espejo, contemplando fijamente su "nuevo estilo" y preguntándose dónde se había ido el suave y tímido profesora de primaria que conocía tan bien.

-Parezco una zorra motorista del infierno -dijo sin expresión, observando como su trasero al caminar se agitaba como gelatina cuando se tambaleó sobre las botas de taco aguja.

-Pareces una dominatrix -lo corrigió- Al menos, del cuello para abajo, lo haces. Es de cuello para arriba donde vamos a tener que hacer algo al respecto. Necesitas maquillaje desesperadamente, y ese...cabello ¡Ahg!.

-¿Qué esta mal con mi cabello? -se agarro nerviosamente su cabellera rubia.

-Es el mismo que has llevado desde la escuela, en primer lugar -cuando habló, Rumi le tironeo el cabello.

-¡Que duele! -protestó- Cámbiame de peinado si es necesario, pero no me gusta mucho maquillaje en mi cara.

-No tienes que usar un montón, sólo tienes que saber qué ponerte. Entra en el baño, y déjame trabajar a mi -Rumi sonrió emocionada y apretó su mano- He querido hacer esto contigo hace mucho, pero tú no quieres nunca.

Keigo se sintió culpable. Era cierto, su mejor amiga había ido tras él para pasar más tiempo juntos, pero la vida de Rumi siempre parecía tan llena, tan diferente...y eso era antes de que hubiera sabido que era una dominatrix.

Cuanto más grandes se hacían, más se distanciaban.

-Creo que deberíamos de mantenernos al corriente un poco más ¿no crees? -dijo, acomodándose delante de un espejo enorme que atravesaba una pared entera en el cuarto de baño de su amiga.

-Eso es lo que he estado diciéndote durante mucho tiempo -Rumi ya estaba calentando las planchas y pasaba un cepillo por su pelo- Pero tú conseguiste darme vueltas largas. Tuve que rogarte para que vinieras esta noche.

-Sólo pensaba que estabas demasiado ocupada, y siempre parecías tan exitosa, siempre en movimiento. Sentí...supongo que sentí que no teníamos nada en común -confesó.

-Bueno, después de esta noche vamos a tener mucho más en común -equilibrada con un cepillo y la plancha caliente, mientras miraba buscando, a la vez, en un estuche de maquillaje exótico y caro.

Hizo una mueca cuando el cepillo se enganchó en su pelo.

-¡Ay! Mira lo que haces. Así que esto significa que tu irás y me sustituirás la próxima vez que quiera un día libre en la escuela, ¿verdad? -bromeaba, por supuesto.

𝕊ℂ𝔸ℝ𝕊 [DabixHawks]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora