Capítulo XI

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Reencuentro


Las manos de Temo se apretaron a la cadera de Ari mientras este se movía lentamente encima de él. Había tanto de que hablar pero su omega no estaba tan dispuesto a nada que no fuera sentir de nuevo a su alfa, sentir sus calor, sus besos y que ambos lobos entendieran que su vínculo seguía igual, era permanente y, además, se extendía más a esperar a su primer cachorro.

—Alfa... no puedo creer que estés aquí —Temo arremetió contra él en un beso arrebatador que encendió todo en el cuerpo de Ari.

Las palmas de Temo se colocaron sobre el abultado abdomen de Ari recorriéndole lentamente provocando una oleada de energía. El omega gimió fuertemente sintiéndose estremecer por dos sensaciones, la primera era el calor de sentirse deseado por su alfa y otro, el poder que generaba su toque.

—Nuestro cachorro.

Temo lo tumbo sobre el sillón para besarlo y acariciarlo con pasión. Ari era abrasado por su aroma, por el calor de su alfa. Ari no tuvo muy claro cómo llegaron a la habitación, se sentía abrumado, casi embriagado por todo lo que estaba ocurriendo. Temo estaba encima de él frotándose, dejándolo impregnado de toda su esencia. El abrigo de Temo fue descartado al igual que su camisa, Ari clavó sus uñas en la tibia piel de la espalda de Temo, gruñó por lo bajo al sentir a su alfa desnudandolo.

Lo quería, lo necesitaba, cada fibra de su cuerpo urgía por tomar a Ari. Se lanzó hacia él, probado cada parte de su piel, haciendo suyo el aroma de Ari, logrando que cada gimiendo placentero cruzara por la habitación y se quedará flotando entre ellos provocandolos aún más.

—Alfa... —gimió al sentir los labios de Temo llegando a su torso, haciendo trazos sobre su piel sensible, Ari abrió las piernas para intentar liberar un poco de su tensión, estaba húmedo, lubricado y sólo esperando por más pero la ansiedad de que eso llegará estaba haciendo temblar su cuerpo.

Temo lo desnudo por completo, en cuanto saltó su erección Temo la atrapó en su boca. Ari suspiró, enredó las piernas entorno a su alfa sin poder detener sus caderas. Temo recorrió con su mano la humedad que ya rebasaba sus piernas, avanzó por ella hasta penetrarlo con los dedos lentamente. Ari prácticamente se deshizo al escuchar el gruñido posesivo de su alfa.

La espera, que ya para ese momento era demasiado para los dos, terminó con Temo bajando su pantalón y ropa que aún tenía para entrar en Ari. Estaba ansioso, su lobo demandaba sentir a Ari después de tantos meses lejos, así que su aroma se descontroló haciendo las sensaciones aún más fuertes. Intentaron ser delicados pero sus cuerpos se necesitaban, Ari apuró a Temo para que lo hiciera estremecer, sentirlo en cada parte de su ser. Las manos de Temo vagaban por su cuerpo, eran cálidas y lo enloquecían.

Temo se inclinó para besar a Ari mientras aumentaba sus embestidas, su nuevo ritmo fue recibido con un gemido ronco, pasional, la fiereza en el cuerpo de Ari estaba bordeando la suya. Temo se sentía incluso más poderoso, más conectado con el mismo y sus sentidos y todo era gracias a Ari, a su cuerpo, a la manera en la que se estaba entregando a él. Apenas y necesitó tocarlo para verlo correrse copiosamente.

Él lo acompañó un poco después, su propio cuerpo evitó el nudo para no lastimar a su omega embarazado pero aún así sintiendo en cada terminal nerviosa de su cuerpo todo lo que Ari despertaba a él. Por unos segundos su pulso se descontroló, sintió sus colmillos crecer pero supo contener eso y la fuerza que amenazaba por expandirse en todo su ser.

Temo suspiró liberandose de tanta energía pero sin separarse ni un milímetros de Ari. Aún duro y dentro de él, frotó su rostro contra el cuello de Ari buscando más de su aroma, rodeándole con sus brazos, queriendo más de él. Todo, tal vez.

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