Y aquella noche las estrellas desaparecieron,
la nostalgia pintó el cielo,
y la luna no apareció,
estaba demasiado ocupada reencontrándose
con el amor de su vida.
— Hola mi pequeño — Saludó algo más nostálgico de lo normal — Hoy vi a tus padres, me saludaron igual de amorosos que siempre, ellos iban saliendo del cementerio cuando yo iba entrando, se notaba que habían llorado, Lily me abrazó muy fuerte en cuanto estuvimos a algunos centímetros, me dijo que le encantó que haya dejado un dibujo tuyo en tu tumba y me preguntó si podía hacerle un pequeño retrato de ti, no supe cómo decirle que no, ni siquiera pude mirarla a los ojos porque me acordé de ti, te veía a ti, eran mis ojitos preciosos que contrastaban con mis grises pupilas, extraño ponerte nervioso cada vez que no sacaba la vista de ti — Se permitió sonreír tenuemente — Luego, cuando ya me iba llegaron Remus y Sirius, me saludaron también y de igual manera vi la tristeza en sus ojos, sobre todo tu padrino, ya está mejor por si te lo preguntas, fue cosa seria el que haya sufrido de un paro cardiaco cuando supo que ya no estabas con nosotros, ellos te aman demasiado, pero su amor es tan diferente al que te tengo yo, no entiendo Harry — Sollozo — Cada día que pasa te pienso, cada día que pasa tengo menos ganas de despertar, solo quiero estar contigo, solo quiero verte una vez más, te necesito, hasta extraño- Dios jamás pensé en decir esto, extraño tu tonta manía de hacerme trenzas en el pelo sabiendo que no me gusta que lo toquen, extraño tus masajes, extraño como la palabra te amo sonaba distinta cuando tu la pronunciabas, extraño cada maldito centímetro de ti Harry James Potter, cada día te extraño un poco más, ya no quiero vivir en un mundo donde no estés tú. No puedo.
Aquella noche no se despidió de la luna, durmió a su merced, se había cansado de tanto llorar.
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