Y aquella noche las estrellas desaparecieron,
la nostalgia pintó el cielo,
y la luna no apareció,
estaba demasiado ocupada reencontrándose
con el amor de su vida.
— Hey chico de lentes — Sonrió apenado mientras levantaba la vista y la luz de la luna llenaba su cara — ¿Recuerdas que así te dije la primera vez que nos vimos? Ibas tan guapo, tan malditamente guapo que te dibujé en aquel bus nocturno, con la luz de la luna llenando tus ojos verdes, luego te entregué mi dibujo y me lo pagaste dándome tu número, ese sin duda es el mejor dibujo que alguna vez hice — Hizo una pequeña pausa — Está en tu tumba, hoy lo fui a dejar, estaba lleno de flores, llevé tus favoritas y estuve largas horas ahí sentado esperando que aparecieras y tomaras mi mano, pero por obvias razones no pasó — Una gruesa lágrima corrió por su mejilla — Te extraño tanto Harry, no hay día que no piense en ti, no hay día que no llore, creo que mi cuerpo apenas tiene agua, quiero verte otra vez, quiero acariciarte y amarte con locura como siempre hice — Negó — Como siempre haré, siempre te amaré, eres el amor de mi vida, mi único amor, debíamos casarnos y y tener a la pequeña Lily y al pequeño Scorpius — Comenzó a sollozar fuertemente mientras se lamentaba — Nuestra boda iba a ser en Godric Hollow, las damas de honor Pansy y Hermione, irías en un hermoso traje negro y yo en un elegante traje blanco, Dios, no sabes cuánto quería casarme contigo, cuánto quiero que esto sea una pesadilla de la cual me está costando despertar. Te amo y siento que cada día lo hago un poco más.
Y para despedirse de la luna levantó el anillo que le iba a dar a Harry el día del accidente.
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