Y aquella noche las estrellas desaparecieron,
la nostalgia pintó el cielo,
y la luna no apareció,
estaba demasiado ocupada reencontrándose
con el amor de su vida.
— Ya no aguanto más — Comenzó — ¿Por qué? ¿Por qué tu madre creía que era una buena idea darme tu suéter rojo? No pude negarme en tomarlo y cuando llegué a casa me lo puse, no te sienta tan bien como a ti claro está, pero Dios aún tiene tu olor, aún recuerdo cómo lo saqué con manos temblorosas la primera vez que hicimos el amor, te extraño tanto — Lloró con fuerza sin importarle que alguien lo escuchara — Nuestro paraíso nos dejó, mi vida solo decae Harry, ni siquiera pude entrar a la maldita universidad, no lo hice bebé, no pude, no me sentí listo, di el examen y fracase porque pensé en lo feliz que estarías ahí sabiendo con certeza que ibas a entrar a donde sea que quisieras estudiar, cualquier universidad amaría tener a Harry Potter como alumno, tenías tanto por delante y a la vida no le importó, no le importó sacarte de mi lado, del lado de tus padres y amigos, ni siquiera pensó en mi corazón, en mi, es tan injusto esto, no me siento listo para dejarte ir y han pasado seis meses, ¿Algún día pasará el dolor? Dime que sí por favor, creo que no aguantare mucho más tiempo esto.
Y aquella noche solo se abrazó al suéter rojo de la persona que era su único motivo para existir.
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— Jamás podré sanar, estoy jodidamente roto — Se dijo a si mismo en el espejo, lo golpeó fuertemente y se rompió en mil pedazos dejando no tan solo su corazón herido, sinotambién sus manos, pero aquello podía sanar, lo otro no.
