5. Un rostro conocido pt. 2

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Laurens: Luego de un intercambio de cordiales saludos Samuel Seabury se despidió de Charles Lee pero permaneciendo en su lugar, luego de un momento Lee no tuvo más opción que retirarse dejándome a solas con Seabury.

-Ha sido un largo tiempo sin verlo oficial Laurens-
-A juzgar por su aspecto yo diría que fue ayer-

Seabury rie y observa a su alrededor, yo noto como el murmullo de los soldados va creciendo hasta recuperar el ambiente de cantos de los momentos previos a la revuelta. Seabury me dice que le gustaría que charláramos en otra parte, "Y no se preocupe, me encargaré de que cene apropiadamente" me dice.

Debió ver algo en mi rostro, o escuchar mi estomago rugir porque definitivamente estaba pensando en la cena que se me había prometido. Accedo a acompañarlo a su oficina, que está en el piso de arriba. Mientras subimos las escaleras me explica que está alquilando el espacio, y cambia abruptamente de tema en cuanto entramos.

-¿No le parece esta una maravillosa coincidencia?-

Yo solo asiento. 

Seabury habla de temas sobre la plantación y la actividad del rio, la vida del campo, la esclavitud (que menciona sin querer entrar en detalle) mientras que busca una botella de whiskey MacCutcheon que sirve en dos copas para vino, nota que aprecié con extrañeza el detalle.

-¿Le molesta una absurda convención para embriagarse?-
-En absoluto.- y reí discretamente.
-Por supuesto que el whiskey no está consagrado, pero podemos beber del cáliz si usted lo prefiere-
Abro los ojos exaltado, no debido a la blasfemia sino a que esa misma idea había pasado por mi cabeza hace unos instantes, que me ocasionó la risa que evidentemente no fue discreta. Nuevamente era como si me leyera la mente.
-Se lo que se pregunta- dice tomando asiento e invitándome a sentarme también.
-¿Lo sabe?- me pregunto si realmente es así.
-¿Como es que un reverendo decide dejar su iglesia, su comunidad, y mudarse a la vida del campo? Pues la verdad es que pertenecí por un tiempo a la Hermandad del Sol en Newlin, un pueblo agradable cerca de BonTemps, mi determinación me hizo escalar pronto... Pero ocurrió algo que me cambió en todos los sentidos, podría decirse que tuve un nuevo despertar, un renacimiento.-
-Es un buen tiempo para nuevos comienzos-
-Ah, si. Nuevos comienzos, no tiene idea de lo nuevo que será todo muy pronto-

Tiene una forma de hablar muy extraña, como si hiciera obvio que el tema no le interesaba pero que había algo que quería discutir conmigo.

-¿Puedo preguntar que es lo que le ocurrió?-
-Deja los formalismos querido- dijo él -ya no soy más un reverendo-
-De acuerdo ¿ Y qué te ocurrió para que dejaras de serlo?-
-Alexander Hamilton-

La copa quedó suspendida en mi mano inmóvil a medio camino de mi boca, perdí las ganas del sorbo y bajé el whiskey. Seabury nota mi extrañeza y procede.

-El joven Hamilton ¿Cómo se encuentra?- terminó de decir, simplemente había cambiado abruptamente la conversación, de nuevo.
-Me parece que bien-
-Me da gusto. Yo lo había dado por muerto. Tenía coraje pero nunca supe si tenía la voluntad de hierro que se requiere. Dime, John ¿Su voluntad es dura?-
-Sin duda su espíritu lo es-

Seabury me mira fijamente como si no fuese la respuesta que quería escuchar, y cambia la conversación. Un mozo sirve la cena, que se ve realmente apetecible. Luego de varias charlas que parecían mas divagaciones, y de dos copas más del excelente escocés Seabury se acerca a mi y se sube al escritorio como un adolescente.

-Le incomodan mi falta de modales- me dice  -es que yo ya no creo en eso tampoco-
-¿Hay algo en lo que si creas?-
-En el amor- dice mirándome fijamente con esos hipnóticos ojos rojos, todo lo demás se oscurece y solo veo aquellos dos circulo de fuego. 

Debo de estar ebrio porque me siento mareado. Me pregunta si creo en el amor, no hablo ni muevo mi cabeza pero de alguna forma le respondo que si, siento un frio en mi espalda, y después sobre mi pecho, me percato que mi casaca y mi camisa están sobre mis rodillas. ¿En que momento me las quite tan inapropiadamente?

Aquellas dos siniestras flamas se acercan a mi, o soy yo el que sea acerca como una polilla al fuego. Siento que me hace una pregunta pero no la escucho, y aun así parece que le he respondido. Le oigo decir:

-Ugh. Alexander.-
-¿Alexander?- digo con mi propia voz que me vuelve a la realidad.

Palpo la camisa que llevo puesta y la casaca que no está recorrida ni un centímetro. Me ruborizo por mi perdida de la conciencia. Intento hablar claramente.

-¿Dijo Alexander?- le pregunto.
-Tu lo dijiste- se levanta y se acomoda su toga. -Será mejor que vallas a dormir-

Continuo confundido por lo que ocurrió hace un momento y coincido en que debería descansar, sin embargo al levantarme me doy cuenta de que puedo caminar con facilidad y carezco de mareo totalmente sobrio.

Bajo las escaleras, y debió pasar mucho tiempo pues ya todos se fueron a descansar al campamento. Salgo de la posada en camino hacia mi tienda pero una mano aprieta mis labios y me impide gritar, alguien me ha llegado por la espalda y pese a mi forcejeo me lleva a la vuelta de la posada. Mi cabeza esta contra la pared y mi brazo torcido para inmovilizarme.

-Eres un chico problemático- me susurra el hombre a mis espaldas. -¿Sabes que les pasa a quienes causan problemas?-

Es Charles Lee, el olor a cerveza llega hasta mi nariz.

-Alguien debe enseñarles a portarse bien- dice torciendo más mi brazo.

Siento como empuja su cuerpo sobre el mío.

-Suéltame pedazo de mierda- le digo.
Lee me suelta y levanta las manos como en un arresto.
-Se muy bien que tipo de hombre eres- me dice.

Estiro mi brazo preparándolo para defenderme si reanuda su ataque.
 
-Y pronto tus tropas también lo sabrán- continua él -Solamente yo noté como subías a solas con Seabury. Pero podrían enterarse. ¿Por qué esa mirada de odio? Estoy aquí como un compañero ideal. Confía en mi, puedo guardar un secreto-

Lee se acerca de nuevo a mi, yo lo empujo, pero esto lo molesta e intenta tomarme por la fuerza nuevamente, mi brazo está en condiciones de pelear. Intercambiamos unos puñetazos, él consigue rodear mi cuello con su brazo, yo le doy de golpes con mi codo antes de sofocarme.

Mi cara está hirviendo ante la falta de aire, mi ira y probablemente  por el licor tambien, siento su aliento sobre mi oído y después, siento sus labios rozando mi mejilla, eso le hace soltarme un poco y aprovecho para liberarme y darle un golpe en la cara que lo hace caer de rodillas apoyado en sus manos.

Mira el suelo, y noto una profunda respiración de melancólica mientras pasa su mano por el epicentro del puñetazo. Por alguna razón eso me hace disculparme con él, pero el niega con su cabeza aún fijando su mirada en la tierra. "Algunos no tienen remedio" dice con enojo, cierra sus puños arrastrando arena entre sus dedos.

No comprendo de que habla, pero no pretendo averiguarlo ni prolongar la incomoda situación, me voy sin decir buenas noches esperando que él también haga como si no nos hubiésemos visto. Mientras me aparto, entre mis pasos cansados y arrastrados me parece escuchar un sollozo, no le doy importancia.

Cuando llego al campamento Joseph espera fuera de mi tienda, se entretiene sacando filo a un silbato, intercambiamos saludos y entro por fin a mi lugar, me cobijo y me recuesto. Entonces un recuerdo emerge en la oscuridad, me levanto precipitado para buscar en mi escritorio. No está la carta para Alexander.

Vuelvo inmediatamente hacia la posada, pero Lee se ha marchado. Cuando vuelvo le pregunto a Joseph si el comandante Lee entró a mi tienda a buscarme.

-Me encargué de poner un ojo sobre ese rival suyo luego de que lo enfrentara en la posada- dice Joseph -Lo vigilé hasta que todos salimos, desde entonces estoy aquí.-

Le muestro mis agradecimientos. Y mientras me recuesto me pregunto en que momento pudo haber entrado. Mañana encararé al desgraciado. Mañana, luego de vencer a los británicos de una vez por todas.  







HAMILBLOOD (Hamilton: La revolución de los vampiros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora