|| Cap 6: Hogueras y peces ||

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Боже мой...как жарко (Por Dios...que calor)—Rusia, tumbado en el último escalón que iba de la planta baja a la segunda, suspiró con fatiga.

Ese espacio era de los pocos compuestos de mármol, alias, una piedra que gracias al cielo estaba fría incluso en verano, así que el ruso, valga la humillación, se había quedado ahí, desparramado como una lagartija, buscando ese preciado frescor que le asegurase evitar una jaqueca.

Agosto era el mes predilecto del verano, ese mes lleno de sol radiante a todas horas y tormentas ocasionales de agua caliente. Por ello, el estado anímico y emocional del ruso estaba hecho, dicho rápido y pronto, una mierda; su cabeza no aguantaba con ese clima ni aunque lo intentase, necesitaba urgentemente refrescarse de alguna forma, y estar todo el día metido en la ducha con agua fría no era opción.

Los rápidos pasos desde la planta de arriba que iban bajando se hicieron escuchar, y antes de que el ruso pudiese hacer nada, dos piernas desnudas cubiertas por un par de calcetines blancos cortos y unas manoletinas rosadas, a parte de la falda de un vestido de verano, se toparon en su campo de visión.

—Si te vas a morir hazlo, pero en otra parte; me cortas el paso—Rusia miró mal a su hermana, sin fuerzas para contestarla nada en su defensa.

—Ya veo lo que le importo a esta familia...aquí, deshidratado, débil, enfermo...y todos simplemente pasáis por encima de mí para seguir vuestro rumbo—relatando su miseria con una mano en la frente, Rusia se deshizo en lamentos.

A su lado, Bielorrusia resopló e hizo lo mismo que el resto que pasaba por ahí, saltar el último escalón, pasando por encima del adolescente con aires de mendigo.

—Mojate la cara—propuso una vez que puso los pies en el suelo de madera, mirando a su hermano con los brazos cruzados.

—Ya lo he hecho...se evapora en segundos—su voz era de pena, lastima bailando en su lengua, sus ojos entrecerrados en una tristeza exagerada.

—Sal al jardín y te sientas debajo de un árbol a la sombra—presentó otra opción la más pequeña, divertida por el dolor ajeno.

—¿Estás loca? Estoy deprimido, no con ganas de suicidarme—refutó el mayor, descartando completamente la idea.

Bielorrusia desistió, dándose por vencida en ayudar a su proclamando doliente hermano.—Eres un dramático.

De pronto, unas nuevas pisadas se escucharon bajando, un poco más firmes y pesadas que las de su hermana. Al cabo de pocos segundos, la figura del alemán en pantalones cortos y una camisa blanca de igual manera les sorprendió.

—...¿Todo bien por aquí?—preguntó Alemania a la vista de su amigo barra novio-todavía-no-oficial, el cual yacía con cara desesperada y atormentada.

—¡Oh, Alemania, mi última esperanza!—levantándose muy levemente de su sitio, así acabando en una posición más sentada y con la mano extendida hacia el menor, Rusia narró—No sé si voy a sobrevivir más a este terrible calor.

—No exageres, apenas hacen veintisiete grados, Rusia. Una vez fui al sur de España con mi padre, en verano, y el termómetro llegaba a los cincuenta—Se burló el alemán, agarrando la mano extendida para acariciarla superficialmente.

—No exagero, me han dado golpes de calor con temperaturas más bajas a estas—Actuando ofendido, puso su cara de perrito mojada como última opción en persuadirle; a su otro lado, la bielorrusa resopló.

—Bueno, si te pones así...—Al albino se le iluminó la mirada, de repente con una energía nueva que recorría sus venas.—Adentrándose en el bosque hay un lago con orillas de arena, usualmente iba allí de pequeño a pasar los días de verano, y despejarme un rato. El agua está limpia y hay pececillos nadando, podemos ir, si queréis.

𝑫𝒊𝒗𝒊𝒅𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂𝒔 || Alemania + soviéticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora