Jimin amó a Yoongi desde que lo vio por primera vez, hacía sentir especial su pecho, aún cuando él no sabía lo que era el amor, pero al pasar el tiempo descubrió que, eso en su pecho era amor, sin embargo, Yoongi tenía miedo de ese sentimiento que c...
Un pequeño niño con una pijama de vaquita, caminaba por los pasillos de su casa, tenía miedo afuera llovía como si el cielo se iba a romper y caer a la tierra, la lluvia se azotaba en las ventanas de la enorme casa, sus piernas cortas se movieron lo más rápido que pudieron hasta llegar a la habitación de sus padres mientras los truenos y luces afuera iluminaban todo.
Los cortos y gorditos deditos del pequeño de a penas seis años se estiraron lo más que pudo para abrir la puerta hasta lograrlo.
Se metió a la habitación, pero no podía ver nada hasta que una fuerte luz proviniendo de afuera iluminó la habitación y mostró la figura de sus padres acostados en la cama, él pequeño sabía que esa luz traería un fuerte ruido consigo, así que corrió hasta la cama y cuando se oyó el estruendoso ruido, dio un pequeño grito, que alertó a sus padres y se despertaron.
— Jimin, ¿Amor qué pasa? — su madre lo observó sus mejillas bañadas en lágrimas y su boquita en un puchero mientras abrazaba a su peluche favorito
— Ma~Mami, tengo miedo de los truenos — sollozo el pequeño Jimin
— Ya amor, ven acá, nosotros de protegeremos siempre Jimin – lo consoló su padre
El pequeño Jimin limpió sus lágrimas y se terminó de subir a la cama, se acomodo entre sus padres y cerró sus ojitos, ya no tenía miedo.
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A la mañana siguiente el pequeño Jimin abrió sus ojos, encontrándose a su madre en la cama, ella aún llevaba pijama, Jimin le sonrió mostrando sus pequeños dientes donde le faltaba uno de sus colmillitos.
— Mami, ¿Por qué aún traes tu Pijama? — su voz sonaba tan suave y aguda
— Estaba esperando que despertarás — dijo ella, su voz tan llena de amor.
— ¿Por qué mami? — volvió a preguntar
— Vamos a desayunar, ve a lavarte — dijo ella
Jimin bajó de la cama casi a tropezones, llegando a la puerta se dio cuenta de que le faltaba algo, así que regresó a la cama y allí estaba su peluche, de un oso polar blanco, tan blanco como la nieve, Jimin amaba el color blanco, le recordaba la nieve y creía que era tan suave, el amaba las cosas suaves.
Después de haberse lavado bajo hasta el comedor donde su madre, aún en pijama, lo esperaba en la mesa, Jimin observó la fruta y los panqueques enfrente de él, el amaba los panqueques más si eran con leche, así que apresuró sus pasos y tomó asiento.
— Amor, hoy tu y yo iremos de compras — le dijo su mamá
— ¿Vamos a comprar juguetes? — preguntó Jimin con entusiasmo
— No, vamos a comprar un regalo — le dijo ella aún con su sonrisa en el rostro, Jimin amaba ver a su mamá sonreír
— Pero, no es para mí — afirmó él, no estaba molesto, muchas veces había ayudado a sus padres a comprar regalos y juguetes para otros niños, niños que no tenían una familia y eso lo hacía muy feliz, Jimin sonrió, su mamá le dijo que eso era digno de un niño bueno y que Santa amaba que los niños se portaran bien, Jimin deseaba siempre estar en la lista de Santa, el amaba la navidad todo era brillante y blanco, tan puro, como Jimin.
