Ya habían pasado varios días después de que Perséfone fue llevada al castillo de lo Elíseos, era un poco más pequeño que el gran palacio de Hades, este era tan blanco como la nieve, contaba con incrustaciones de diamantes por todas partes, era un castillo digno de los campos de Elíseos, el único lugar con vida y lleno de luz del Inframundo.
Perséfone seguía sin despertar y poco a poco su apariencia volvía hacer la misma, su hermosa apariencia, Hécate había dicho que era algo normal, que poco a poco ella despertaría pero sería un proceso lento. Hades iba todos los días a verla antes de los juicios y después de los juicios, hablaba con ella, leía, contaba sus anécdotas de la guerra y también le recordaba cada día lo enamorado que estaba de ella, aún sin saberlo el tenía la pequeña esperanza que lo escuchaba y eso confortaba el estado en que ella estaba.
Realmente nadie en el Inframundo reconocía a su rey, ya no era "el oscuro dios Hades", ahora era "el enamorado dios Hades". Apesar del estado de su amada el era feliz con la esperanza que ella volvería y todos estaban feliz de ver a su rey en ese estado "enamorado", pero no todos estaban contentos por él, en especial una ninfa del río cocito, la cual se sintió tan ofendida por el rechazo de Hades, había decidido ir a la superficie y contar el paradero de Perséfone aunque no directamente, sabía lo desesperada que estaba su madre buscado la, pero no quería verse involucrada directamente.
Después de pensar bien su plan salió en busca de Deméter, y después de algunas horas por fin la encontró. Deméter ya no vivía en la humilde casa en el prado, ahora se encontraba en un gran castillo digno de una gran Diosa, pero aún perduraba la tristeza de no poder encontrar a su pequeña hija (pequeña solo para ella), con dificulta hacia su trabajo en la tierra, solo ella sabía los secretos de la cosecha.
Un día mientras Deméter se encontraba haciendo su labor en el campo una ninfa fue a verla, era de largos cabellos negros hasta las caderas, su piel casi pálida, de una altura promedio, ojos azules cristalinos como el agua, portaba un vestido sencillo de color rojo, era una mujer hermosa.
—Hola señora Deméter— saludó la ninfa qué acababa de llegar.
—¿Que hace una ninfa del Inframundo en la superficie?—le preguntó Deméter, ella conocía a casi todas las ninfas debido a la conexión que compartían con la naturaleza-¿A qué se debe tú presencia, Mente?
—Supe que su hija Perséfone está desaparecida—dijo Mente con doble intención—¿Ya has buscado en todas partes de este lugar?, ¿Has preguntado a los otros dioses?
—Si mente, ya he hecho todo lo posible pero nadie me da razón, he hablado con Helios que desde el cielo todo lo ve—respondía Deméter con un tono ya de agotamiento
—Ahí está el problema señora, si el rapto fue en la noche debería de preguntarle a Selene, ella lo ve todo desde los cielos pero de noche.
Mente había convencido finalmente a Deméter de ir con Selene personificación de la luna, hermana de Helios personificación del sol. Ambas mujeres esperaron a que la luna saliera para hablar con ella, cuando el momento llegó la primero en hablar fue Deméter.
—Un cordial saludos Selene—dijo Deméter con respeto—. He venido a hablar con usted para...
—Para preguntar por el paradero de la portadora de muerte—le dijo Selene a Deméter refiriéndose a Perséfone
—¿Sabes dónde está mi hija?— Mente estaba muy confundida, "por qué la llamaban de esa manera" se preguntaba así misma dentro de su cabeza
—El mayor de tus tres hermanos se la ha llevado para convertirla en su reina, con el permiso de el menor de tus tres hermanos, el que gobierna en el Olimpo. No te preocupes Deméter, el rey le dará riquezas imaginables a tu hija, reinará sobre el Inframundo—le seguía diciendo Selene a Deméter pero esta última no salía de asombro y el enojo.
—Como es posible que Zeus regalará a mí pequeña hija, ¡SU HIJA!— del rostro de la diosa de la agricultura caían lágrimas amargas.
Mente había logrado gran parte de su plan, ahora solo quedaba que Deméter fuera a buscar a su hija al Inframundo para que así su relación con Hades volviera hacer la misma, pero había algo con lo que ella aún no contaba.
Deméter se dirigió directamente al Olimpo a encarar a Zeus, quería a Perséfone de vuelta, no podía imaginar a su pequeña hija en ese mundo oscuro rodiada de muerte y al lado de ese Dios, ese que en la Titanomaquia fue el más cruel y despiadado, no podía imaginar así a su pétalo de rosa.
En el Olimpo, para ser más precisos en la sala del gran palacio de Zeus había una fiesta como era de costumbre estaban varios dioses presentes tales como Afrodita, Ares, Eros, Atenea, Hera, entre otros... Deméter tiró la gran puerta así abriéndola y que está chocará con la pared haciendo así un gran sonido que hizo que la música dejara de sonar y todos los presentes hicieran silencio.
—¡¿Como te atreves a interrumpir de esa manera?!— le regañó Zeus.
—No, ¡¿COMO TE ATREVES TU A REGALAR A MI HIJA COMO SI FUERA UN OBJETO!?— le respondió Deméter en medio de furia—¡¿COMO TE ATREVES A DÁRSELA A HADES, COMO HAS PERMITIDO QUE ME HIJA VIVA EN MEDIO DE MUERTE?!— los presentes quedaron atónitos después de este reclamo, todos sabían lo cruel que podía llegar hacer el Rey del Inframundo bueno al menos los que no lo conocían.
—Deméter por favor cálmate, nuestro hermano no es un monstruo, Perséfone está bien—decía Zeus con calma.
—¡Quiero a mi hija ya mismo!—le dijo Deméter a Zeus, pero a este último ya se le había acabado la paciencia.
—¡Aquí el rey soy yo, y tú sigues mis órdenes!—decía Zeus tratando de no explotar—Ademas mi querida Deméter, yo no poseo ningúna autoridad en el Inframundo, eso lo sabes, Hades solo pidió mi permiso como padre y me respetó como rey del Olimpo, pero ya no está es mis manos que Perséfone vuelva, ya sería decisión de Hades—concretó Zeus.
Deméter ante la situación no podía hacer nada, solo quedaba a que se acostumbrara a la ausencia de su hija, ya no iba a regresar. La diosa inmediatamente pensó en el algo "si ellos me quitaron a mí hija, yo les quitaré lo que más aprecian, sus ofrendas" se dijo a si misma.
—Esta bien, Zeus... No tengo nada mas que hacer aquí— Deméter se fue del palacio con sus oscuros planes ocultos.
Un momento después cuando Zeus se encontraba a solas en su despacho, se le presento el Dios Apolo, uno de sus hijos predilecto.
—Padre—dijo Apolo apenas entro a la habitación donde Zeus se encontraba—¿Por qué le entregaste a Perséfone en matrimonio a Hades y no a mí?, Ya habías aceptado.
—Si, acepte, pero seamos sinceros hijo mío, la unión Perséfone y Hades sería como unir al Inframundo y al Olimpo en uno solo, además recuerda que es mi hermano y no me pude negar—dijo Zeus mientras se acariciaba la ciene.
—¡Es tu hermano pero yo soy tu hijo!—le gritó Apolo. Zeus ante este reclamo procedió con una bofetada.
—No permitiré más faltas de respeto, ¡Primero viene mí hermana a arruinar mi fiesta y después tú un dios menor a faltarme el respeto!—Apolo había agotado la poca paciencia que aún le quedaba
—¡Basta!— dijo la mujer que acababa de entrar a la habitación. Una mujer alta, de piel blanca, ojos azules, cabellos amarillos como el sol, portaba un vestido blanco con plumas y bordados en hilos de oros, poseía una corona de oro con detalles de rubíes y esmeraldas— Apolo, lárgate ya de aquí antes que Zeus descargue su ira contra ti—apolo al escuchar esto asentó y salió inmediatamente.
—Cariño, lamento que hayas presenciado todo esto—le dijo Zeus a su esposa.
—¿Realmente por qué decidistes que Hades sea el esposo de Kore, digo Perséfone?—preguntó la diosa del matrimonio y reina del Olimpo.
—Sabes lo peligrosa que puede llegar a ser, no necesito otra masacre, necesito que alguien la controle, seamos honestos Hera, Deméter ha causado toda esa irá que guarda Perséfone—contestó Zeus.
—¿Crees que Hades pueda controlarla?—seguía preguntando su esposa Hera.
—Hades la quiere, lo se, lo pude ver cuándo pidió su mano, el la protegerá de esos actos de irá, ella será libre en el Inframundo, será feliz allí. Así está destinado a ser y no hay nada que se pueda hacer.
Espero les haya gustado 💜
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Hades y Perséfone: Un amor puro
Romance¨Cuando estés aquí, reinarás sobre todos cuantos viven y se mueven y alcanzarás entre los inmortales los mayores honores. Habrá siempre un castigo para los que te injurien, los que no traten de propiciarse tu ánimo con sacrificios, celebrando los ri...