Capítulo 11

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En una cabaña algo alejada de una aldea llamada Amnissos ubicada al norte de creta se encontraba un niño pequeño en cama muy enfermo al lado de este se encontraba Thanatos, su presencia en ese lugar solo significaba que el tiempo en la tierra de una persona ya había acabado, el dios de la muerte venia por esa alma para guiarla hacia el inframundo.

—Hola, pequeño, es hora de irnos—le dije el dios de la muerte al niño.

—Señor no me puedo ir con usted, mi madre quedaría sola—Thanatos al escuchar estas palabras le fui inútil no sentirse conmovido—tampoco quiero estar sin mi madre, señor—seguía diciendo el niño.

Thanatos no podía hacer nada al respecto pues el hilo de vida del niño ya había sido cortado por las Moiras, solo le quedaba terminar su trabajo. El dios de la muerte se puso de rodilla frente el niño para poder abrazarlo.

—Tu madre no estará sola el tiempo que le queda aquí y tu tampoco lo estarás, los campos de Elíseos están llenos de personas maravillosas y alegres, además no recordaras nada de lo que has sufrido—a pesar de que el niño amaba mucho a su madre Thanatos sabia todo lo que este había sufrido por culpa de esta mujer, no era una buena madre.

El niño al escuchar las palabras de dios tomó su mano para ser guiado por este. Después que Thanatos abriera un portal llegaron al inframundo, se encontraban al frente de las puertas del templo de juicios.

—Siguiente—dijo una voz dentro del templo, el niño al escucharla se escondió detrás de Thanatos.

—Tranquilo, pequeño, no te asustes  ellos no te harán nada malo— el niño tomó fuertemente la mano del dios y ambos entraron al templo.

Ahí se encontraban los tres jueces del inframundo, los cuales revisaban en un libro la vida del niño que estaba en frente de ellos con miedo.

—Mael—se refirió Eacos al niño—una pequeña alma inocente que tenia una larga vida por delante sino hubiera sido por su madre.

—Thanatos, ¿te podrías hacer cargo de llevarlo al rio estigia y después a los Elíseos? —preguntó Radamantis.—Thanatos asintió. Esto solo significaba que la memoria del Mael seria borrada y su alma descansaría en los campos Elíseos esperando su reencarnación .

—Este juicio ha terminado—sentenció Minos—por cierto  el señor Hades te ha estado buscando—terminó el juez.

—Cuando termine con esto iré a la presencia de mi señor—dijo Thanatos para después salir del templo.

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Después de ir en busca del dios de la muerte y no encontrarlo Hades decidió ir a la habitación donde se encontraba su amada para hacerle compañía, Hécate no se encontraba en los Eliseo por lo tanto no quería que Perséfone estuviera sola por tanto tiempo. Hades aprovechaba en tiempo para leerle, dedicarle poemas o simplemente charlar con ella, el sabia que ella lo escuchaba o al menos eso quería creer, pero esta vez solo estaba ahí callado perdido en sus pensamientos. Salió de ellos cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta.

—¿Señor?—llamó la voz detrás de la puerta— Disculpe la molestia me informaron que me necesitaba.

El rey del inframundo salió de la habitación para hablar con el dios de la muerte, no sabia por donde empezar su interrogatorio.

—Sígueme—fue lo único que dijo Hades al salir de la habitación, Thanatos solo se limitó a obedecer.

Al llegar a los aposentos de Hades que se encuentra en los elíseos ambos entraron, Thanatos se sorprendió mucho ya que a pesar de los siglos de servirle a Hades y ser uno de sus amigos nunca había entrado ahí, una habitación gigantesca tan blanca como las nubes, decorada de diamantes y oro, resplandeciente como el mismo alba, además lo había notado algo preocupado, todo eso lo desconcertaba un poco.

—¿Señor, sucede algo?—se adelantó a preguntar Thanatos.

—¿Me podrías explicar esto?—pregunta Hades al mismo tiempo que le entrega el libro sobre ¨terremoto de Sición¨.

—Disculpe mi señor pero no comprendo.

—Eres el encargado de traer las almas al inframundo, por lo tanto debes de saber que paso exactamente ese día...¿Me estas ocultando algo, Thanatos?.

—Mi señor, si, mi trabajo es traer las almas por lo tanto se como murieron, soy la misma muerte, pero mi señor no lo se todo, no se que paso en ese desastre natural, por la fecha puedo decir que no trabaje en esos días, recuerde que mis alas se lastimaron y estuve al cuidado de mi madre—explicaba Thanatos—...Si yo no trabaje significa que Hermes fue quien guio las almas, a el le puede preguntar lo que quiera saber—culminó Thanatos.

—Tráeme a Hermes de una vez—ordenó Hades a Thanatos.

—Señor disculpe, pero sabe que a pesar que trabaja gran parte de su tiempo en el inframundo el esta bajo el mando de Zeus, si lo traigo a la fuerza podríamos meternos en problemas con el olimpo.

—Entonces busca una manera de traerlo sin llamar tanto la intención. Tengo una charla urgente con el.

—Disculpe mi señor pero, ¿ por qué es tan importante ese acontecimiento?—preguntó Thanatos.

—Se trata de Perséfone, al parecer ella fue quién mató a todas esas personas—dijo Hades, Thanatos no pudo evitar sorprenderse, Perséfone no parece el tipo de deidad que va matando personas inocentes por ahí.

—¿Está seguro mi señor?—Hades asintió— ya veo eso explicaría su nombre. Buscaré lo antes posible una manera de traer a Hermes mi señor.

—Está bien y  gracias por la ayuda, ya te puedes retirar y espero no comentes esto—ante esto Thanatos solo asintió para luego hacer una reverencia y despedirse.

Hades se quedó en su habitación más pensativo que antes, no encontró las respuestas que esperaba, pero al menos supo que su amigo no le había sido desleal. Solo que acostó en la cama para poder descansar un poco.

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La habitación donde se encontraba la futura  reina del inframundo rápidamente se llenó totalmente de flores mas de las que ya habían en ese lugar, la misma habitación parecía un valle con tanta flora, esto solo indicaba algo, Perséfone la portadora de muerte había despertado. Al verse sola en aquella habitación las hermosas flores se marchitaron, ¨¿donde está Hade?¨se preguntaba así misma una y otra vez, se sentía ansiosa y triste a no verlo ahí con ella, el tiempo que estuvo inconsciente pudo escuchar todo lo que hades recitaba, empezaba a sentir algo por el rey del inframundo; un sentimiento que nunca antes había experimentado en su vida era parecido al que sentía por su madre o por las naturaleza pero no era igual.

La diosa se levantó de la cama para investigar el lugar donde se encontraba, por lo que veían sus ojos por un momento pensó que estaba fuera del inframundo pero sabia que no era así, saliendo de la habitación se sorprendió mas al ver que el pasillo por donde caminaba era realmente reluciente y tan blanco como las nubes, jamás pensó en ver un lugar así en el inframundo, el castillo de hades era todo oscuro pero a su manera muy lujoso, después de haber caminado por varios minutos,  se encontró de frente a enormes puertas blancas con manillas de oro, sin pensarlo entró a la lujosa habitación.

—Te encontré— fueron las palabras que pronunció Perséfone al entrar y ver quien estaba ahí.





Espero les haya gustado<333, cariño mari


Hades y Perséfone: Un amor puroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora