《$ιํກøρຮιํຮ》
Naruto, un chico que parece normal, pero que en realidad se comporta como un completo anormal, tiene dieciséis años de edad. Vivía de la vida como una fiesta a pesar de ser huérfano y ser excluido por todos por no ser como los demás. Na...
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Miré a ambos lados esperando encontrar una salida, pero no había una puerta o algo que me dé la ventaja de escapar y ya para ese momento, la señora Midoriya me había visto. Esta se entusiasmó tanto que se apresuró a entrar para saludarme cosa que me puso lo suficientemente alarmado como para pensar detenidamente en lanzarme por la ventana. Me quedé quieto recordando el beso que le di a Izuku entre los miles de pensamientos que corrían por mi mente. Mirar a la señora Midoriya llegar después de lo que hice con su hijo me daba una sensación de vergüenza y arrepentimiento.
—¡Estoy tan contenta de que hayas venido, Naruto! — Exclamó ella entusiasmada guiándome al comedor tras de mí.
Me sentó en la silla mientras decía que me iba a preparar la más deliciosa comida porque yo era su invitado especial; Literalmente me trataba como un principe y hasta me atrevo a decir que la señora me dijo "Su alteza" bromeando. Le sonreí nervioso mostrando todos mis dientes hasta los de abajo mostrando incomodidad ante todo. ¿Cómo saldré de esta? Tragué saliva cuando puso un vaso de agua frente a mí. La miré frunciendo el seño preocupado porque en serio me sentía responsable de lo que sucede. ¿Qué pasa si se entera de que me estoy inclinando a la homosexualidad? ¿Cómo reaccionaría al saber que yo mismo besé a su hijo y en su propia casa? Claramente se ve que ella es buena gente, y eso realmente me hace sentir mal porque quisiera respetarla de verdad. O sea, hace un rato intentaba salir con su bello hijo sin decirle nada a ella que es su propia madre y estoy aquí descaradamente actuando como uno de los amigos de Izuku recalcando el hecho de que yo, estando completamente loco, en hacer que Izuku sea mi novio el primer día que lo vi...
Definitivamente le tendré que decir que no puedo continuar la visita en su casa. En serio no quiero molestar más a Izuku, sobre todo por lo muy estresado y cansado que está él. Además, no me creo capaz de aparentar que estoy normal frente a la señora Midoriya.
Llene mi pecho con aire y miré hacia al techo esperando atraer la buena energía para que esto no vaya de mal en peor. Decidido, le diré que me voy de su casa.
—D-disculpe, es que yo me tengo que... — Dejé de hablar cuando la mamá de Izuku puso un plato de Katsudon en la mesa.
Miré lo bien que se veía la comida sorprendido y nuevamente sintiéndome mal por despreciar así su esfuerzo para hacer la cena.
—Debes tener hambre así que hice la cena lo más rápido que pude. — Sonrió alborozada.
Ella preparó esto para mí y esperó por meses para tener una cena con su hijo y yo. No puedo ser descortés porque se ve que la mamá de Izuku es muy buena persona. No puedo negarme a quedarme un poco más. ¿Por qué en algunos momentos de la vida es tan difícil decir "no"?
—¡Izuku! ¡Ven a cenar!
Lo que faltaba.
¿Cómo se va a sentir Izuku? Él no está bien con lo confundido que está y no quiero insistirle más, pero no puedo rechazar a la señora Midoriya. ¿Qué decisión debo tomar? ¡Siento que en cualquier momento me voy a volver un jodido desquiciado! Rápidamente agarré los palillos y comencé a comer rápido para irme cuanto antes y ¡Dios! Casi me atraganto, pero no importaba porque entre más veloz comía, me iría antes de que haga una cagada, pero Izuku ya había bajado. Izuku se encontraba con la cara roja, pero eso era lo de menos. La fatiga se podía hasta ver en sus ojos algo hinchados. En ese momento, su madre lo obligó a sentarse al igual que yo haciendo que crucemos miradas. No hay que ser inteligentes para saber que los dos tenemos altas ganas de caer de un rascacielos.
