"Estrellas" Odazai

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Cierto castaño se acomodada orgulloso la corbata que iba al rededor de su cuello y daba a relucir el elegante traje negro qe llevaba, habia comprado unas rosas y unos cuantos regalitos para su amado, además de tener todo un día planeado para que fuera perfecto con su mayor.

Miro hacia la mesa en la que había dejado las rosas y una bolsita con unos regalitos pequeños pero significativos y los tomó con cuidado para próximamente salir sin apuro, aun estaba a tiempo pero quería llegar temprano, aunque estaba seguro que el pelirrojo mayor estaría allí antes que él así que mejor se apuraba. Estaba muy emocionado.

Llegó a la zona acordada y ahí estaba, sonriéndole levemente aunque llevaba la ropa de siempre. Le miro mal e hizo un leve puchero.

—¡Odasaku! Se supone que tenías que venir de traje para nuestra cita. Se supone que es algo especial~

El mayor río y se disculpó levemente. El castaño sólo pudo suspirar y negar levemente, dejándolo pasar, mostrándole las rosas que había comprado para el, diciendo que para que no estuviera con las manos ocupadas durante toda la cita, el las llevaría, el pelirrojo asintió y Dazai dejo los regalitos para el final de la cita, Odasaku lo entendió y simplemente le acarició la cabeza tiernamente.

Todo iba fenomenal, fueron a un restaurante y comieron en silencio entre miradas amorosas y tiernas, no necesitaban de palabras para expresar el cariño y amor que sentían el uno por el otro, Dazai estaba muy feliz, podría jurar que hasta el mundo que usualmente veía gris y apagado, ese día estaba más colorido y bello por el simple hecho de estar al lado de Odasaku.

Pasaron por una tienda farmacéutica durante su recorrido por la ciudad y vio unas vendas en oferta, rio y se las mostró divertido al mayor el cual río y simplemente siguieron su camino, Dazai haciendo un puchero mientras veía su reflejo en el vidrio de la droguería soltando un suspiro pesado para proseguir con su cita.

Dazai llegaba a odiar el traje que había elegido para la ocasión puesto que le estaba dando calor, reclamando a Oda que no era justo, aunque ni se lo quitó, se sentía elegante y realmente le sentaba bien. El pelirrojo solo reía de sus ocurrencias y quejas mientras el castaño le hablaba sobre su trabajo.

Que si Kunikida era muy estricto o aveces muy estúpido, riendose de las veces que lo molestaba sobre todo con su preciada libreta de ideales, ganándose un pequeño golpecito por parte del más alto, Dazai sólo río por ello y se encogió de hombros para nada arrepentido de sus acciones.

Su cita sólo constaba de un dia paseando por Yokohama, comer un buen almuerzo en un buen restaurante y seguir paseando hasta llegar a Lupin para beber y recordar el pasado, al final simplemente irían a un parque para darle los presentes que le había comprado al mayor y terminar el San Valentín de una manera romántica y especial pese a que Dazai nunca se había mostrado como una persona romántica o si quiera detallista.

—Odasaku, vayamos a Lupin. Yo invito

Le invitó como según tenía previsto, haciéndole una seña al mayor para que lo siguiera, el castaño había calculado fríamente los tiempos de cada cosa que harían, sabiendo que justo cuando el sol se comenzara a ocultar a eso de las 7 de la tarde, llegarían al bar al que tanto les gustaba ir. Odasaku no se negó y siguió al menor con una sonrisa hasta aquel bar tan especial.

Al llegar el castaño vio al bartender de siempre y le hizo una seña al mayor para que se sentara a su lado en la barra, el bar estaba casi vacío por la hora.

—2 vasos de whisky por favor.

El hombre mayor lo miró confundido y simplemente asintió, sirviendo el pedido del castaño mientras que el pelirrojo se sentaba a su lado y el castaño le comentaba sobre cosas que había ido haciendo durante sus descansos, algunos casos curiosos en la agencia y demás, era algo tan trivial y tranquilo que realmente le gustaba, sobre todo el hecho de escuchar la opinión del contrario en algunas cosas, tanto como felicitaciones por su trabajo así como regaños por ser tan vago en este.

—¡No me regañes! Yo trabajo muy duro.

Se defendió mientras bebía, ya iba por su 4to vaso y ya eran las 10 de la noche, el castaño al notar la hora miró al pelirrojo y pagó la cuenta antes de salir del bar con su acompañante y comenzar a guiarlo hasta el parquecito en el cual había planeado terminar su bella velada.

Durante el camino, ambos iban en silencio, disfrutando de la brisa nocturna de Yokohama y la vista al cielo estrellado, el cual no se podía notar muy bien por la contaminación lumínica de la ciudad.

—Es curioso— Comenzó el castaño —Pese a que no podamos verlas, las estrellas siguen ahí, de día, de noche, incluso aunque la luz de este lugar las sofoque y evite que las veamos. Seguimos sabiendo que ellas están ahí y cuando vamos a un lugar como un campo confirmamos su bella existencia, sin dejar de olvidarlas aunque volvamos a la ciudad.

Su voz se notaba pensativa y hasta filosófica sobre todo con las palabras dichas las cuales realmente no esperaban respuesta por parte del contrario, el cual solo se limitó a acariciar la cabeza del más bajo y sonreirle.

El castaño ante el gesto solo pudo sonreírle de vuelta y seguir caminando en silencio hasta que llegaron a ese pequeño parquecito, en el cual Dazai invitó a Odasaku a sentarse a su lado en el pasto, y apoyarse en él mientras abrazaba el ramo de rosas que le había comprado al pelirrojo y sacando aquellos presentes que había guardado durante todo el dia.

Se levantó y quedó frente a él, dejando el ramo en el suelo  junto a un libro de notas y una pluma de buena calidad acompañada de tinta y tintero.

—Así como las estrellas Odasaku… pese a no verte, se que estas aquí… y sólo quiero decirte que te extraño, duele, duele demasiado ¿lo estoy haciendo bien? Esa duda me carcome por dentro todos los días.

Las silenciosas lágrimas saladas no se hicieron esperar mientras el castaño se arrodillaba frente a la lápida y regalos, los cuales tenían grabados "Sakunosuke Oda" así como el corazón de un pobre castaño que lloraba la pérdida de aquella persona tan importante para él.

Sorprendido levantó la mirada al sentir la calidez de una mano en su cabeza, levantando la mirada, sin encontrarse con nadie.

—Feliz San Valentín Oda… mi más brillante estrella.

Finalizó con lágrimas en los ojos y una gran sonrisa dirigida al cielo nocturno de Yokohama mientras el reloj marcaba las 12:00.

Entre Ladridos Y TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora