La taza que quería paz mental

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El silencio de una desordenada sala de estudio fue interrumpido por el «bip» de una computadora portátil que se encontraba sobre el escritorio. 

—¿Podrías guardar silencio? —dijo una taza de café ubicada a escasos centímetros del ordenador. 

—Disculpa, es sólo que Karina no me conectó antes de irse y me dejó encendida, ahora me falta batería.

—Esa chica... A mí me dejó llena de café, y lo peor es que ya se enfrió, odio tener líquido frío dentro de mí… Además de que no puedo tener paz mental contigo sonando cada tres minutos —dijo la taza agitándose como si tuviera escalofríos.

—Lo siento nuevamente... —respondió apenada la portátil. —Pero te repito que no es mi culpa.

—Como sea —dijo con desinterés dando la espalda por unos segundos algo enfadada. 

—Y es que como te decía, es muy desordenada y olvidadiza esa mujer, mira el lío que tiene en sus archivos —respondió invitándola a acercarse.

La taza accedió y fue así como dio pequeños brinquitos parándose frente a la pantalla. En un descuido tropezó derramando el líquido sobre el teclado de la computadora y cayendo del escritorio.

—¡Taza! —exclamó al ver caer a su compañera quien terminó haciéndose añicos al impactarse contra el suelo. Fue así que la portátil comenzó a perder el conocimiento mientras sus sistemas se fundían con el líquido.

Luego de un rato Karina volvió, encontrando los restos de la taza en el suelo.

—¡No puede ser! ¡Mi taza favorita! —exclamó con tristeza levantando el pedazo más grande de la misma. La chica se sentó un tanto consternada y cuando quiso usar su portátil se percató que esta no encendía.

Microrrelatos y PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora