Octava Parte

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En el momento que Jungkook pisó el frío piso del departamento, suspiró profundamente.  Las palabras de su profesor, de su amigo y de la que se comportaba como su madre daban vueltas por su cabeza. Bueno, ya había dicho que si aceptaría la ayuda, solo faltaba ver que pasaba.

Su terapia empezaría en tres días, pues aún tenía ciertas cosas que coordinar con la universidad para poder pasar a su siguiente semestre. También tenía que arreglar los asuntos de su beca antes de que terminara el plazo.

Frente a su cama puede ver un calendario con las citas de la terapia y sus horarios de trabajo anotados. Todavía recuerda la alegre voz de su profesor al comentarle que había decidido aceptar su propuesta. Le dijo que en seguida se pondría en contacto con su hermano y pronto con él para programar sus horarios. Un par de horas después ya tenía el horario de las citas y la dirección del consultorio.

Con su chaqueta ya en un armador se dispuso a guardar esta en su armario, al abrir la puerta pudo ver en el fondo de este la obra que expresaba todas las emociones que lo atormentaban sobre su pareja predestinada. La tomó entre sus manos y la observó.

Cerrando sus ojos por un momento, la guardó dentro de su armario nuevamente y la tapó con una tela para que al abrir este no pudiera verla. Jungkook estaba decidido a no volver a expresar ese tipo de sentimientos en una obra.

Escuchó la puerta cerrarse y sabía quien era, prefirió no salir de su dormitorio porque sabía que el alfa no se encontraba bien. AL fin y al cabo el omega al que tanto le profesó cariño se encontraba en un avión a Japón.

Por un momento sonrió con nostalgia, pues el alfa estaba sintiendo que la persona que ames no esté contigo. Su sonrisa desapareció, al menos ellos no podían estar juntos por la distancia, no porque no hubiera sentimientos. Como era su caso.

La puerta del dormitorio del alfa también sonó minutos después, el omega volvió a suspirar. Dispuesto a olvidar por unas horas la situación, tomó su libreta y empezó a realizar bocetos para pasar el tiempo.

Así fue hasta que sintió la noche llegar y su estómago rugir. Se levantó para cocinar algo ligero, para él y el alfa. Porque sabía que este no comería a menos que él le diera algo.  Así había sido estos tres años, el alfa normalmente no cocinaba, comía afuera o comía lo que le preparara Jungkook.

Mientras tarareaba una canción, la melodía de su celular cambió.

El Señor Choi lo estaba llamando.

-Buenas noches, Jungkook. ¿Te interrumpo?

-Para nada, Señor Choi -Jungkook apagó la cocina-. Solo estaba preparando la cena.

-Me alegra, buen provecho -a través del teléfono podía sentir la sonrisa del alfa-. Te llamaba para hablar sobre el trabajo, sé que hablaste ya con mi hermano sobre la terapia.

-Así es, usted dígame. No tengo ningún compromiso, así que puede ser a cualquier hora.

-Bien, aunque paso mucho tiempo en el estudio, hay días en los que no asisto a menos que necesite algo. El resto del tiempo suelo ir a exposiciones o conferencias. Así que pensando en eso he decidido dejar tu horario de ocho de la mañana a 4 de la tarde. Sé que tus terapias son los días viernes, por lo que ese día no se trabaja, al igual que sábado ni domingo.

-Me parece genial, muchas gracias por esta oportunidad y por la ayuda que me está brindando.

Luego de un par de palabras se despidieron.

Jungkook volvió a cocinar y al terminar dejó un plato en la mesa. Tomó el suyo con cuidado y lo llevó a su habitación. Después de un suspiro tocó la puerta con delicadeza, pero no fue respondido de la mejor manera.

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