Tercera Parte

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Las gotas de lluvia chocaban contra la ventana, parecía que el cielo estaba llorando por él. Las lágrimas habían dejado de caer por su rostro desde hace un rato. Queriendo mantener sus pensamientos en otra cosa que no sea el alfa encerrado en esa habitación con el omega, había centrado toda su atención en estudiar para los exámenes.

Su cabeza dolía, pero no hacía competencia con el dolor de su corazón, ni con los lamentos de su lobo. Frustrado suspiró y cerró su libro con algo de fuerza.

Su lobo le rogaba que vaya tras el alfa, que luchara. Que tomara el lugar de ese omega.

Pero no. Al menos hoy no lo haría, hoy no lucharía.

Se levantó y fue por un vaso de agua, no tenía ni una pizca de apetito así que iría a dormir sin comer, solo con lo que había agarrado antes. Lamentablemente en su camino por algo de beber se encontró con la última persona que deseaba ver. ¿Cómo se atrevía a sonreírle de esa manera? ¿No sabía que con ese simple gesto lograba que su lobo se ilusionara, y él también?

-Jungkookie, ¿has visto las galletas que compramos la última vez? Estoy seguro que las dejé en este cajón, pero no las encuen...

-No.

El omega tomó un gran vaso de agua, lo llenó y se fue. Al llegar a su habitación lo puso sobre su escritorio y se deslizó al piso. Mordió su labio, jaló su cabello, incluso se pellizcó, pero el dolor en su corazón no disminuía.

¿Por qué a mi?

Taehyung frunció el ceño cuando el omega abandonó la cocina con esa corta respuesta

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Taehyung frunció el ceño cuando el omega abandonó la cocina con esa corta respuesta. Rodó los ojos y siguió buscando las galletas que había comprado específicamente para Hoseok, sabía que le gustaban mucho, había visto que las comía a menudo en los recesos.

Conoció a Hoseok hace poco más de un mes, al principio lo había ignorado, solo era un estudiante nuevo. Pero eso cambió con el paso de los días, había algo que le atraía de ese omega. No sabía si era su aroma, su forma de sonreír, su encanto, la forma en que al inicio mostraba desinterés en él. Solo sabía que había caído redondo ante ese hermoso omega. Todo había sido muy rápido, pero él no pensaba dejar ir ese sentimiento, por primera vez sentía a su corazón latir de forma desenfrenada al simplemente escuchar la voz de alguien.

Por primera vez había sentido algo por alguien, algo que no sea deseo. Y claramente, se lo hizo saber.

Nunca le había pasado eso, con nadie. Ni siquiera con su supuesto omega predestinado, al cual por cierto él no veía así, por más que su lobo le gritara que lo era. Él lo veía como un amigo que a veces te ayuda a desestresarte, si es que entienden a qué se refiere. Como folla amigos. No le daba remordimiento acostarse con otras personas, besarse con otras personas, o llegar oliendo a otros omegas al departamento. A él no, su alfa era otro tema.

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