Capítulo 4

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—Maldito conejo— habló por lo bajo Katsuki mientras veía al pequeño animal saltando frente a él y mostrándole el camino despreocupado. Ya estaba oscureciendo. Por varios minutos fueron a recolectar hierbas de diferentes colores y formas, todo aquello para la medicina del aún inconsciente omega que había dejado descansar cerca de un árbol y bajo la supervisión del "Gato" como así llamaba a Áradas.

Maldición, no siento mi brazo.

Pensó mientras llevaba una mano a su sudada frente y la otra cargaba un gran racimo de hierbas medicinales que pesaban igual a una tonelada de piedras. Estaba demasiado agotado.

Se escuchó un chillido y levantó la mirada. Las largas orejas del animal apuntaban a diferentes direcciones y su húmedo hocico se movía de forma divertida al tratar de olfatear mejor.

—¿Ahora qué te pasa? ¡Mueve tu cola que no tenemos mucho tiemp...!— sin ningún aviso, en este caso chillido, el conejo salió despedido con unos cuantos saltos; perdiéndose rápidamente entre los arbustos— ¡OYE! ¡No me dejes aquí, bastardo!

Corrió tratando de seguir a aquella mata verde; perderse no era una opción.

¡Maldita sea!

—¡Ve más lento!— el conejo pareció escucharlo pero, en vez de detenerse, aceleró sus saltos aún más, cabreándolo— ¡Joder, cuando te atrape te....!

Retiró una rama que obstaculizaba su visión y lo que vió hizo a su corazón paralizarse.

Quien debería seguir inconsciente y siendo vigilado por un león, ahora se encontraba erguido, sonriente y acariciando despreocupadamente a un Áradas emocionado.

Deku.

—¡Haru!— el omega se puso en cuclillas y tomó entre sus brazos a su hermano peludo— No debiste volver, se suponía que tenías que esperarme en el refugio— el conejo chilló, enojado, e Izuku sonrió nervioso— Así que viste lo que pasó...Pero estoy bien, no te preocupes...No se lo digas a mamá.

Katsuki observaba la escena en silencio mientras su corazón se tranquilizaba al saber que el omega ya no yacía inmóvil como lo dejó hace unas horas. Se veía mucho mejor.

Izuku, al sentirse observado, alzó la mirada. A Katsuki no se le escapó el cambio de expresión del contrario; su sonrisa había desaparecido y aquellos orbes lo observan fijamente, como si no creyera lo que ve.

—¿Qué haces aquí?— el pecoso se incorporó de un salto, dejando caer a su peludo hermano, y miró horrorizado cómo el sol comenzaba a esconderse, tiñendo al bosque de un hermoso color anaranjado. La luna está por salir— ¡Tienes que irte ahora!

Izuku corrió hacia el Alfa y, entre empujones, intentó sacarlo de ahí aún sabiendo que ya era demasiado tarde.

—¡¿Qué haces?! ¡Suéltame!

—¡Tienes que irte!— ambos dejaron de forcejear al sentir una fuerte brisa chocar sus cuerpos, las ramas de los árboles agitándose con fuerza y desperdigando varias de sus hojas por todos lados.

Sólo cuando la luna hizo presencia en el oscuro cielo bañando a todo el bosque con un hermoso brillo platino, Izuku se separó del Alfa, ceñudo.

CACERÍA BAJO LA LUNA [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora