Capítulo 5

20 0 0
                                    


Pasaron varios días.

Varios días sin ver a Zach, él me escribe pero no lo veo hace una semana.

Estos días me he dado cuenta de que es una persona increíble, fue una ayuda increíble la noche del sábado.

Lorein me estaba contando que tuvo una cita con el chico que besó frente a Michael en San Valentín, yo solo podía pensar en Zach, ¿Por qué no aparece? Pensé que había hecho algo mal, me sentí culpable por su ausencia. 

—Clara- Ahí estaba él, con una sonrisa triste y sus ojos rojos.

—Zach, ¿estás bien?- el negó suavemente con su cabeza.-Ven, vamos a un lugar donde podamos hablar.

Caminamos hasta las gradas del campo de futbol, ahí nos sentamos.

—Mi mamá, ella le pidió el divorcio a mi padre y el no reacciono bien, la golpeo, y yo no pude hacer nada, yo me quede en shock viendo cómo la dejaba sin aire.- empezó a llorar, sus sollozos eran el sonido más horrible que he escuchado.-Yo no hice nada, ¡NADA! Ahora está en el hospital, ella está muy mal y yo no hice nada.

—Zach, no se que decirte, nunca había escuchado algo parecido de alguien cercano.

Lo abracé, lo apreté en mi cuerpo, sus lagrimas empezaron a sentirse en mi ropa. No sabía que hacer o que decir, me limité a mimarlo.

—Vámonos, vámonos a algún lugar que no sea este.- Asentí con mi cabeza y con su mano apretando la mía nos dirigimos a su auto.

Cuando entramos al auto me miro con una mirada con miedo, yo le respondí la mirada con otra de aprobación, encendió el auto y empezamos a avanzar. 

Cuando ya llevábamos dos horas conduciendo paramos en una playa un poco apartada del pueblo, sacó unos cuantos billetes del auto y nos dirigimos a un tipo de club que había cerca. 

Al entrar solo podía ver niños ricos preparándose para jugar golf, Zach se movía muy rápido entre todas las personas.

Caminando entre la gente podías oler el tabaco, el whisky y los trajes costosos, las chicas llevaban faldas de golf o tenis, los chicos llevaban pantalones caqui y camisetas polo. Yo llevaba un simple suéter negro y unos jeans.

Zach caminaba muy rápido, apenas podía llevarle el paso, estaba alterado, su respiración era notoria y sus puños estaban apretados.

—Oye mocoso, puedes ir más lento-. me miró confundido y empezó a caminar un poco más lento.

Luego de caminar todo el club entramos por una puerta grande.

Al entrar nos encontrábamos en un excelente teatro, pero lo mejor era el piano en el escenario, había visto muchos pianos más hermosos en mi vida, pero este era también bellísimo 

—Tócalo, yo seré tu público, este es tu primer concierto.- La mirada de Zach cuando le dije eso se transformó, ahí estaba el Zach que conocía, el tierno y guapo chico que se emociona con la idea de cumplir sus sueños.

Su decepción desapareció, ya no tenía sus puños apretados y su respiración se sentía tranquila, se veía como el Zach del sábado pasado. 

Cómo un niño pequeño corre por un dulce, el corrió hacia el piano emocionado, yo no podía ocultar la pequeña sonrisa que amenazaba con salir,  Zach es hermoso, el es una persona que no se oculta detrás de una máscara como yo.

—Yo querido público le dedico esta canción a la hermosa dama que tiene una gran y hermosa sonrisa.- Me declaro perdida.

Empezó a tocar la canción L-O-V-E, pero está vez era diferente  la vez que tocamos La vie en Rose, el hermoso Zach estaba cantando, si, ¡CANTANDO!

Si me gustaba ahora me encanta.

Es lo único en lo que podía pensar.

Cuando terminó de tocar yo estaba en un completo y monumental shock, su voz sonaba hermosísima, el cantaba increíble, Zach es una persona muy talentosa.

—¿Qué tal mi concierto?

—Impresionante, no sabía que cantabas, lo haces realmente bien.

Bajó del escenario, tomó mi mano y salió corriendo. Luego de correr un rato llegamos al carro, nos sentamos y arrancó a toda velocidad.

***

—Te ves hermosa cuando el viento pega en tu cara.- Sonreí ya que su comentario fue agradable.

—Y tú te ves genial tocando el piano, pero no te creas, tampoco tan genial como yo.- Su risa era una que jamás había escuchado, era una risa seca, no era verdadera.

El siguió conduciendo, cuando menos me di cuenta ya estábamos en el centro de la ciudad, no quería saber si mis sospechas eran ciertas.

Llegamos al piso de su padre, no esperaba que estuviéramos en ese lugar, después de lo que me contó no creo que sea una buena idea venir al piso de el.

Entramos al piso y me di cuenta de que su padre estaba en la cocina con otra mujer, no estaban haciendo nada sucio, solo se estaban besando. Mi miedo incremento cuando Zach le tiro un salvaje y seco puño en la cara a su padre.

—Que te pasa niño malcriado.- Otro golpe.

La pelea era continua, golpe aquí, golpe allá. La rubia que estaba con el padre de Zach salió corriendo con la botella de vino en mano.

No sabía que hacer, sentí que debía pararlo. Me puse en medio de ambos antes de que el padre de Zach decidiera darle otro golpe, sentí miedo, pude dejarlos matarse, pero Zach me importa demasiado.

—Zach, estas muy molesto, por favor vayámonos, me siento asustada, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.- Luego de decirle eso salió del piso, lo seguí hasta la azotea.

Estaba asustada, Zach no estaba en sus cinco sentidos, la ira podría estar consumiendo su cerebro.

Se subió en el borde de la azotea y comenzó a caminar con su poco equilibrio. 

Cuando me di cuenta que sus intenciones no eran parar, las lagrimas no dejaban de salir de mis ojos, yo estaba realmente asustada.

—Mi mamá dijo que los que golpeaban a las personas eran cobardes, ¿crees que soy uno?

—Zach bájate, no eres un cobarde, eres muy valiente para enfrentarlo.- Cuando dije eso su equilibrio era nulo. Sus intenciones me asustaban cada vez más.

De repente mi cabeza dolía como el infierno, mi vista era borrosa.

—Zach, me duele, no veo nada, ¡ZACH!- Creo que mi grito le hizo darse cuenta, porque lo ultimo que sentí antes de caer fueron unos brazos con poco musculo.

—Shhh, acá estoy Clara, respira.- Escuchaba sus gritos de ayuda, pero, estaba quedando inconsciente.

Empecé a vomitar, mi vista empeoraba y mi cabeza dolía demasiado.

Por tercera vez en mi vida me sentí asustada. 

Narra Zach

Moría del miedo, no quería perderla, era como un tipo de convulsión.

—Clara, no te duermas, quédate conmigo.

La ambulancia no debía tardar en llegar. Su boca estaba llena de una espuma blanca, sus ojos estaban completamente blancos.

De repente los paramédicos en un ágil movimiento la subieron a la camilla y se la llevaron.

Inmediatamente corrí hasta mi carro para seguirlos.

Por segunda vez en mi vida me sentí asustado.






Eres mi pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora