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- ¿Cómo es posible que no sepas conducir como un adulto normal? 

- ¿Sigues vivo verdad? No te quejes - estando ya en un lugar mas despejado, me estacioné como puede a un lado de la carretera.

- ¿Qué haces?

- Cállate... - apagué el motor y volví a sostener el volante con fuerza, no sabía a dónde mirar y solo pude observar a la nada tratando de calmarme y relajar a mi corazón.

Mierda. Sentí que moría.

Mi cuerpo seguía temblando y sentía un hueco en el estómago que causaba mi terror y miedo por lo que acababa de pasar. Era prácticamente suerte de que seguía viva. 

Mis dedos temblaban y golpeaban el volante mientras yo miraba a nuestro al rededor; habíamos llegado a la carretera para llegar a la ciudad, estaba despejada y en el clima nublado parecía que iba a llover. Tenía muchas cosas en la cabeza como para poder decir algo, simplemente no encontraba que decir, hasta que paseando mi vista por el auto, me detuve al mirar mi mejilla y cuello con un rastro de sangre seca, incluso lo había olvidado.

Me acerqué al espejo del retrovisor para verme mejor, al entrar en razón pude sentir aun un dolor agudo en mi mejilla.

Al entrar en razón... ¿Cómo había olvidado algo así?

- Maldita sea, tu pierna - dejé pasar las manos por mi cara hasta que sentí como me tomaban del brazo.

- Infectarás tu herida, no seas idiota - tiró de mi brazo haciendo que retirara mis manos del rostro, el se mantenía con una mirada muy neutra, ¿Cómo mierda estaba tan tranquilo? - ¿ya estás más tranquila?

- No, pero ahora me preocupa más la herida de tu pierna, así que déjame ver.

- No es nada - giró sus ojos reacomodándose en su asiento, tal vez por mero reflejo.

- No seas tonto, si tenemos que correr otra vez te terminarás quedando atrás - tomé la mochila que había dejado olvidada en el suelo y abrí el cierre para buscar entre nuestra escasa provisión.

- ¿Y tú? tienes una herida de al menos 10 centímetros en la cara.

- Esto no me impide huir.

Tomé del fondo de la mochila el único paquete de vendas que teníamos, además de una botella de alcohol medio vacía, no tenía algodones pero podíamos improvisar aunque... ah...

- Emm... ¿puedes recostarte boca abajo? - torcí un poco mis labios en una mueca a lo que el solo me miró unos segundos antes de verlo asentir muy levemente; sentí algo de timidez pero no era algo tan difícil de manejar, se recostó como pudo entre los asientos y me acerqué a observar la herida - es una herida pequeña pero parecer ser profunda...

- ¿Se ve muy mal?

- De seguro se siente peor de lo que se ve, aún así debemos ser cuidadosos, espero no tengamos la necesidad de correr en un rato... - tomé los pliegues de tela rasgados y jalé de ellos para romper un poco mas el pantalón y poder tener la herida mas expuesta para su cuidado, no quería mentir pero sí se veía como algo pequeño pero peligroso, aunque por suerte no perdió tanta sangre - ¿estás listo? - abrí la botella y dejé que mis manos se mojaran un poco con este líquido para no infectar más la herida.

- No, pero hazlo ya - aun de espaldas veía como su respiración había aumentado.

- Asegúrate de no hacer ruido - escuché una pequeña risa nerviosa de parte de el causando en mi también el nerviosismo.

No quise aumentar el tiempo de su martirio. Destapé por completo la botella y separando la tela de la sangre seca dejé caer el líquido entre aquel corte profundo haciéndole soltar un quejido que inmediatamente calló mordiendo la tela de su abrigo.

A l i v e [J u n g k o o k]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora