Viernes, 22 de Marzo.

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Quedan dieciséis días

Pov jennie

-No me puedo crees que vayas a darme plantón mañana- dice Lisa.

Está sentada en el colchón, dando botes arriba y abajo. A pesar de su altura, a veces parece una niña pequeña. Creo que la ropa que lleva contribuye a despistarme. No viste su típica sudadera con capucha ni sus pantalones de chándal. Su madre debe de haberla obligado a ponerse los pantalones negros de pinzas  y camisa abotonada hasta el cuello color crema para la ocasión. Parece algo incómoda con esa vestimenta, como si fuera disfrazada de persona elegante.

-¿Que voy a darte un plantón?- Me paseo arriba y abajo por su habitación. Es sencilla. Tal, como la había imaginado; no es que haya pasado mucho tiempo imaginando su cuarto. Tiene las paredes de color beis, el típico póster del equipo de baloncesto universitario de los Kentucky Wildcats y las molduras granates. Podría haber sido la habitación de cualquier chico del instituto.
En su mesilla de noche veo la imagen de una niña  que sonríe enseñando la dentadura y saca la lengua a quienquiera que estuviera haciéndole la foto. Tiene el mismo color de pelo que Lisa y sus mismo ojos de intenso color avellana. La pequeña debe de se Maggie.

La madre de Lisa está abajo, preparando la cena, su intento de cocina coreana. El resultado podría ser interesante. Su padre todavía está en el trabajo, pero se supone que llegará a tiempo para el gran acontecimiento. Me sorprende un poco que a la madre de Lisa le parezca bien que estemos solas en su cuarto. Me había dado la impresión de que creía que entre ella y yo había algo, aunque quizá sea más lista de lo que imagino.

Sin embargo, le ha dicho a su hija que deje la puerta abierta; no añadiré más.

-Oye.- Me doy vuelta de golpe para mirarla a la cara.
-¿Por qué has dejado que tu madre se complique con esto?
-¿"Con esto"?
Me enconjo de hombros.
-Con esto de la falsa cena. ¿No te hace sentir mal que esté ahí abajo trabajando como una burra?
Deja de dar botes en el colchón y mira al suelo.
-Más o menos, supongo. Pero era necesario.
Arrugo el gesto, confusa.
-De verdad, necesito que crea que estamos intimando- me explica con parsimonia.
-Para que me deje estar a solas contigo el siete de abril. Si no, no me dejaría salir a solas con una desconocida total el día del primer aniversario de la muerte de Maggie. Es demasiado lista para hacer algo así.

《Y yo soy un simple peón en tu juego.》 Supongo que ya lo había imaginado.al fin y al cabo, es el motivo por el que necesita un compañero de suicidio. A decir verdad,  ella también es un peón en mi juego. Un medio para llegar a un fin. Mejor dicho, para llegar al fin.

Sigo escudriñando el cuarto de Lisa. Tiene una pelota de béisbol firmada que ha sido colocada estratégicamente dentro de una gorra roja de los Cincinnati Reds.

-Me la consiguió mi padre- me explica.
-Fuimos a un partido cuando yo era pequeña.
Asiento con la cabeza y sigo señalando objetos con el dedo. Me pregunto si estaré molestándola. Yo rebuscando entre sus secretos mientras ella me observa. La miro sin que se dé cuenta y la veo tirada en la cama, con la barbilla levantada hacia el techo. Si le importa, no lo demuestra. A lo mejor es un efecto secundario de saber que estás a punto de morir; ya no te importa ninguno de tus secretos. De todas formas, cuando hayas desaparecido, se van a desvelar todos. Serán descubiertos por otras personas.

No me gusta la idea de que otras personas descubran mis secretos. Ni siquiera sé si tengo secretos. Aparte del de Robot Congelado. Y el secreto que no le he contado: lo que hizo mi padre.

-¿Así que mañana vas al zoo?
-Sí- digo mientras hojeo un ejemplar de Viaje al centro de la Tierra. Me parece hasta tierna que tenga fijación con Julio Verne. Vuelvo a colocar el libro en la estantería y saco Veinte mil leguas de viaje submarino. 
-De pequeña me gustaban esas historias.
-Ajá.- Paso las páginas y me quedo mirando las ilustraciones en blanco y negro. Es una edición muy bonita, de esos libros por los que se paga un poco más. Una edición de coleccionista o algo así. Una criatura marina espeluznante se queda mirándome con sus ojos grandes como pomelos.

Mi corazón en los días grises. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora