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"Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Incluso sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra naturaleza; y, de la misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen actos vergonzosos y sufren en su propio cuerpo el castigo de su perversión"

Eso es lo que dijo el padre hoy.

Pero ahí atrás estaba.

Sus ojos.

Sus labios.

No, es un pecado. Bien lo ha dicho el señor en su sagrada palabra.

Su rizos.

Su caminar tan suave que pareciera un ángel.

¿Está es la tentación de la que tanto había sido advertida?

Oh padre nuestro, ¿Cómo pudiste crear tal fruto prohibido?

¿Seré condenada, tal como Eva?

No quiero pero a la vez lo anhelo con tantas ganas.

¿Serías capaz de perdonarme? o más bien, ¿seré yo capaz de perdonarme por desear tan atrocidad?

Y Hyejoo se levantó por quinta vez en la madrugada después de tratar de dormir sin éxito. El reloj ya marcaba las 4:30 am.

¿Qué le pasaba? ¿En qué pensaba?

La imagen de la rubia colegiala estaba impregnada en su mente. Sus rizos danzando con la luz del Sol, su cuerpo flotando en la capilla con sus finas piernas de porcelana. Regresando a ver, vacilante y alegre, tan sublime como un espejismo celestial.

Por todos los ángeles y demonios Son Hyejoo. ¿Por qué eres tan débil? Tan solo era una muchachita que disfrutaba asistir a misa tanto como ella, o como suponía. Una chiquilla tímida y malcriada, que se sentaba al fondo silenciosa para irse antes y que ni siquiera se levantaba para comulgar. Tal vez su madre la estaba obligando a asistir para poder casarse por la iglesia con un buen marido o de castigo por alguna grosería, o incluso para escaparse de clases. Era tan simple y sencillo. Y así como apareció tan de repente desaparecería cuando menos lo note y su existencia solo será un recuerdo borroso. O al menos eso deseaba que fuese.

Ya no conciliaba el sueño, la palabra ya no tenia importancia y las voces eran mudas porque el deseo la estaba consumiendo aceleradamente. Cada día que pisaba ese lugar ya no era por habito de asistir como siempre, sino más bien por ella.

En un inicio no supo si era normal o no ser adicta a alguien de semejante manera y más por una completa desconocida con la que tan solo había intercambiado sonrisas corteses.

¡Ni siquiera conocía su voz o su nombre!

Y sin embargo estaba completamente drogada por su belleza.

En la confesión preguntó al padre por aquello. Nerviosa y aterrada. Con la voz temblorosa y casi inaudible si aquello salía de las leyes de Dios, porque lo había escuchado de alguna parte y estaba preocupada por esa persona. La gran negativa y reproche que recibió le dejo claro que aquello era tan castigable como la soberbia o la infidelidad.

Y la culpa cayó sobre ella.

Claro, era obvio, tan claro como el agua.

Toda su vida había sido advertida y educada para que no caiga en semejante error. Y sin embargo el haber pasado interminables horas oyendo las miles reflexiones y sermones, de haber escuchado el castigo de Dios, de haber gastado su vida con la misma cantaleta una y otra vez para vivir callada y obediente. A pesar de todas esas ataduras, cayó.

𝐆𝐎𝐃 𝐒𝐀𝐕𝐄 𝐌𝐄 ❛𝓗𝔂𝓮𝔀𝓸𝓷❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora