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Dos horas mas tarde estaba en el elevador del edificio 330, la casa de Nico. Ese trayecto fue el más largo de mi vida. Cuando llegué toqué varias veces pero nadie atendió. Cuando forcé la puerta vi que no había nada ni nadie. Todo había desaparecido. Me déjà caer contra la pared. 

Qué estaba pasando?

Nico..

Lo había soñado? Podría ser que mi felicidad nunca existió?

Me dolía la cabeza. 

Pasé por el centro comercial en la noche para distraerme. Alguien estaba tocando la guitarra. Me paré cerca de un kiosco de revistas. La música me partía el alma, tal vez mi padre tenía razón, estaba cansado. Mis piernas temblaban un poco. Iba a regresar a mi casa para dormir. Pensaba todo el tiempo en la enfermedad extraña, al helicóptero, en las sonrisas de los médicos, en Nico... Nada de eso me resultaba real. Era todo muy difícil y hermoso a la vez. 

Y Nico? Cómo pensar que en este mundo alguien como Nico existiera? 

Necesitaba dormir. Mañana tendría las ideas más claras. Retomaría mi vida donde la había dejado. La mañana antes de Nico. 

Pero antes de abandonar todo, una imagen atrajo a mis ojos. 

Ahí, en el kiosco...

Dejé de respirar.

Una forma negra en la portada de un periódico en el muro. Como una gran mancha de tinta. La forma de un corazón un poco la hecha. Cerré los ojos y los volví a abrir. La mancha seguía ahí. 

Nico.

Era exactamente la mancha que vi en la frente de Nico.

Volví a cerrar los ojos. La música paró. Me acerqué más al periódico. Tenía un titulo bajo la mancha:

Amazonas. El adiós.

Tomé una gran inspiración. Yo ya había visto esa imagen. La última sectaria del bosque del Amazonas. No muy grande. Visto desde el cielo no era más que un corazón medio torcido.  El músico me sacó de mis pensamientos.

- Lo peor, es que si fuera una persona, encontraríamos la manera de salvarla. 

Me di la vuelta bruscamente.

- De qué hablas?

Señaló el periódico.

-Del planeta. Si fuera una persona se haría todo por salvarla.


Hay frases muy simple que cambian vidas.


Le di un abrazo al músico y me fui corriendo. Nunca había corrido tan rápido. Cuando abrí la puerta del departamento automáticamente concentré la mirada en la bolsa donde tenía el atlas que le quería regalar a Nico. Era mi favorito, se llamaba " Atlas de un mundo frágil". En el interior estaba el sobre qué me había dado la recepcionista hacia unas horas. Era lo que buscaba. 

Vaciando el sobre sobre la mesa, descubrí las fotos. Eran aproximadamente 10. Estas mostraban la piel de Nico. Su brazo, su cuello, sus piernas... Habían manchas por todos lados. Sobre esa piel tan fina y suave a la vista, muchas formas se dibujaban. También había una foto de toda su cara. Era magnifico. Él le sonreía al médico que le estaba fotografiando. Me fijé en su frente. Tenía razón. Era exactamente la forma del Amazonas. 

Otra foto llamó mi atención. En el hombro de Nico, su piel pelada parecía dibujar netamente el contorno de...

Abrí efusivamente le Atlas.

¡La Antártida! 

Mi mano temblaba. Sobre el hombro de Nico se observaba perfectamente la Antártida. En los minutos que siguieron empecé a comprender todo. La desertificación de la Antártida, la inmersión de las costas Indias, todas las catástrofes ecológicas del mundo aparecían en el cuerpo de Nico. 

Cada golpe que recibía la tierra, también lo recibía Nico. 

Nico no sufría de nada más que de la enfermedad de nuestro planeta. Se iba a morir poco a poco. Su sangre debía estar contaminada como nuestros ríos y mares, y sus pulmones como la contaminación de la ciudades. 


Ma planète  [Percico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora