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Transcurrieron tres semanas enteras desde aquel día en que Tae-hyung y yo comenzamos a hablar de forma más fluida, y debo de decir que las cosas comenzaron a ir mejor de lo que esperé. Es extraño cómo cambian las cosas por situaciones tan simples. A pesar de que no hablara mucho, parecía más abierto a mantener una conversación que en días pasados, y eso no podía gustarme más.
Había notado que, junto a él, me comportaba de forma diferente que con el resto. Con él no quería estar a la defensiva o algo parecido, sino todo lo contrario. Mi actitud, de hecho, era demasiado sumisa ante él. Como si tuviera alguna clase de control sobre mí que ni él ni yo conocíamos. De más estaba decir, que aprendí a disfrutar de su compañía, y demasiado, diría yo. No sabría cómo explicarlo, pero era como un imán. Pensaba en él en todo momento y quería estar con él cada que fuera físicamente posible.
No entendía qué pasaba conmigo cuando estaba cerca de él.
Al llegar al salón de clases, contemplé como era costumbre el panorama que yacía sobre éste. Elliot en su asiento hablando junto a Abraham, su mejor amigo; Abigail, Bella, Charlotte y Daniel formando un círculo mientras hablaban y reían escandalosamente; Joshua, Louis, Trig, Collin y Deacon haciendo desorden mientras se golpeaban entre risas; y, como novedad desde la semana pasada, Jung-kook y Chasidy actuando de forma melosa y coqueta. Chasidy y Jung-kook fueron amigos prácticamente desde que habíamos entrado a la escuela. Desde el primer momento parecieron hacer "clic", desde mi punto de vista. De hecho, yo juraba que Jung-kook se moría por ella, pero gracias a que Chasidy tenía novio, éste se reprimía las ganas de tratarla como un verdadero interés romántico y no una simple amiga. Ahora que tenía la oportunidad, no había esperado en aprovecharla.
Me senté en mi butaca, dándome cuenta que el lugar de Tae-hyung aún se encontraba vacío. Sin embargo, no pasados ni los cinco minutos, éste apareció por la puerta de metal acompañado de su típica expresión facial cargada de desinterés y cansancio.
Y se veía diferente. ¿O es que solo yo lo veía así? No lo sé, pero se veía... atractivo.
Caminó hasta su pupitre, a la vez que dirigía su mirada hasta toparse con la mía, manteniendo un contacto visual que me hipnotizó instantáneamente. Como si hubiera lanzado una soga invisible que aterrizó en mi cuello, y que, a medida que avanzaba, me jalaba indirectamente hacia él.
En días pasados, por lo general, yo esperaba hasta que fuera la hora de receso para ir hasta su lugar y charlar con él; no obstante, una urgencia de estar a su lado y sentir su compañía me dominó mental y físicamente. No entendía qué le pasaba a mi cuerpo. Es como si mi mente ya no fuera la que tuviera el control. En ocasiones, me asustaba. Me sentí como una gata en celo al ponerme de pie y, prácticamente, ir corriendo hacia él para estar cerca suyo.
Y bueno, esa se convirtió en nuestra nueva rutina. Ya no solo estábamos juntos en los descansos y unos cuantos minutos después de la escuela, sino que mi nuevo sitio se había convertido en el que estaba a un costado suyo. Hablábamos diariamente por WhatsApp y comenzamos a seguirnos en todas nuestras redes sociales. Tae-hyung y yo éramos amigos. Y sí, sonaba rarísimo. Las dos personas del salón que nunca habían tenido amigos, ahora eran amigos. Toda una locura.
