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Ha pasado un mes. Un caótico mes, que si alguien me dijera que hubiera pasado, me hubiera reído en su cara por tales estupideces. Y es que justamente, hace dos semanas (que es lo que duran las vacaciones intermedias), mi relación con Tae-Hyung había escalado muy rápido, y de verdad que MUY RÁPIDO. Hace tres meses era un cero a la izquierda para mí, y ahora, no sé cómo demonios ya lo había escuchado gemir de placer por un audio que me había enviado por WhatsApp, porque sí, a tal grado era eso.
Desde que las vacaciones empezaron descubrí que Tae-Hyung parecía ser más suelto por mensajes que en persona, así que yo, aprovechando los recursos que la tecnología de hoy en día nos brindaba, hablaba con él casi todo el día, y es que ambos no teníamos mucho más que hacer en casa. Yo jugaba videojuegos, veía la televisión con mamá mientras tomábamos café por las tardes y hablaba con él. Un día, o mejor dicho, una madrugada en la que ambos nos enrollamos hablando y divagando sobre estupideces de la vida, llegamos a una extraña conversación en la que yo había comentado un "jamás he oído a un hombre gemir, ¿los hombres también gimen?". Y el contexto es este: no veía pornografía y evitaba a toda costa películas en donde se involucrara la sexualidad, porque era un tema que evitaba por la incomodidad que me causaba. Así que, hasta ese día, creía ingenuamente que los hombres no podían gemir, y Tae-Hyung respondió, tal cual, lo siguiente:
"Lo hacemos. Mmm... ¿Quieres oír?".
Y yo, si de algo peco, es de ser la persona más curiosa en la faz de la tierra si me daban el incentivo correcto. Así que, dudando pero con la curiosidad al tope, acepté, y él tan pronto como respondí, mandó un audio, de algunos segundos, en donde oía cómo el compañero más callado de mi clase, con una voz extremadamente ronca y grave, gemía. Y fue en ese momento en el que descubrí lo que era la atracción sexual por otra persona. Vamos, no es que no conociera el placer sexual, porque como casi cualquier persona yo me daba placer a mí misma, sin embargo, algo muy simple y sin pensar en algo en concreto. No tenía fantasías sexuales ni nada, yo estaba totalmente en blanco respecto al tema. Y cuando oí gemir a Tae-Hyung, descubrí un nuevo tipo de placer sexual, uno que no involucraba a mis dedos sobre mi clitorís, sino a la voz ronca de un hombre gimiendo.
Tae-Hyung, al poco tiempo de haber oído el audio lo eliminó, y esa acción lejos de dejarme en calma, me hizo sentir la extraña y desconocida sensación de necesidad. Quería oírlo de nuevo, quería sentir otra vez lo que había sentido. Ese delicioso y placentero cosquilleo en mi vientre.
La parte racional en mí me decía que no debía dejarme llevar por los instintos y que debía pensarlo todo antes de hacerlo, pero mi cuerpo parecía controlarse solo, y aveces me era muy difícil no cederle el control de mis acciones.
Ahora entendía eso de lo que tanto me habían advertido. Las hormonas de la adolescencia, las malditas hormonas adolescentes.
De ahí en delante nuestra relación ya no solo era amistosa solamente, cada poco habían insinuaciones sexuales de su parte que me quitaban el aliento, y es que vamos, era un tipo de casi 20 años, con experiencias amorosas y sexuales previas, hablando con una estúpida de apenas 16 que de eso no sabía absolutamente nada. Era obvio que me tenía impresionada. A veces peleábamos en broma tanto, que llegábamos a ponernos sobrenombres, los cuales varios de ellos se habían quedado entre nosotros. Él me decía "tonta", solo porque a veces era muy estúpida, y "pulga", porque él era mucho más alto que yo. Yo, por su edad, le decía "abuelo", cosa que no le gustaba para nada, pero me divertía verlo de mal humor.
