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-Sigo creyendo que es una locura- comenté mientras él cerraba la puerta detrás nuestro.

-Jamás te encontrará aquí, Alice. Y lo sabes muy bien. Es un barrio de mala muerte, nunca vendrías aquí sola-

Lo miré sopesando sus palabras. Estaba en lo cierto. Scott jamás pensaría que vivo aquí. Lo más probable es que  buscara en otra ciudad, porque me conocía y sabía que seguiría huyendo.

-Voy a pagarte, cada mes, un alquiler- respondí segura.

Aaron rió.

-De acuerdo- respondió para complacerme, pero sin ser sincero.

-Y voy a dormir en el sillón-

-¿No te gustó mi cama?- noté su tono pícaro.

-Aarón- me crucé de brazos.

-Bueno, bueno- alzó sus manos en señal de rendición. -Duermes en el sillón y me ayudas con los gastos. Pero a cambio déjame conseguirte un trabajo-

-¿En el bar?-

Asintió.

-Mi jefe va a ayudarnos.-

🤎🤎🤎🤎🤎

Atravesamos la puerta principal del antro. Estaba vacío e iluminado por pocas luces.

Caminé detrás de Aaron que avanzaba con pasos firmes hasta una pequeña entrada al fondo de la pista.
Se veía tan seguro y dispuesto a ayudarme, que sentí un nudo en el estómago.

De pronto se detuvo y volteó hacia mí.

-Espera aquí-

Y sin esperar respuesta alguna, como de costumbre, entró en esa habitación.

Pasaron algunos minutos donde me dediqué simplemente a ver como algunas personas acondicionaban el lugar para hoy a la noche. Algunos limpiaban el piso, otros la barra, y unos pocos instalaban unos nuevos parlantes de música.

-Hey tú- habló una voz femenina detrás mío. Volteé confundida. -Si, tú. Te ví entrar con Aaron- afirmó.

Era una de esas mujeres que atraen la atención de cualquier hombre: alta, de pelo negro, cuerpo perfecto... Todo lo opuesto a mí.

-¿Eh?- balbuceé sin entender su actitud iracunda.

-No te hagas la tonta- dió un paso hacia mí -Aléjate de él, es mío- me señaló con su dedo índice.

Alcé mis cejas sorprendida.

-No sé de qué estas hablando- apenas lo conocía.

-Aléjate.- me lanzó una mirada asesina y se alejó.

Okey. Ésta mujer no estaba bien. Ni siquiera conocía a Aaron. Aunque si era su novia podía llegar a entender que no le gustara... Pero, ¿Decirlo así? Qué tóxica.

-Alice- Aaron salió de la habitación -¿Estás bien?- cuestionó al verme tan pensativa.

Asentí. No iba a darle importancia a esa mujer, tenía otros problemas más importantes.

-Bien, ven conmigo. Voy a presentarte al jefe-

Mi corazón dió un vuelco. ¿Lo había conseguido?

Entramos al que, supuse, era el despacho del dueño.

-Charles, ella es Alice- nos presentó Aaron, señalándome.

-Buenos días- me apresuré a sonreír.

-Hola Alice, es un gusto saber que estás bien-

Me puse tensa al recordar lo de anoche.

-Aaron me contó todo- continuó -No te preocupes, aquí vas a estar a salvo. -

-Muchas gracias Señor-

-Y también mencionó que estabas buscando un empleo. Aquí no tenemos más puestos disponibles para camarera-

Apreté mis dientes. Bajé mi mirada. Maldición, me había ilusionado.

-Pero- alcé mi vista -Creo que sé en qué lugar podemos necesitarte. Como sabrás utilizamos el trago Medio Mundo para ayudar a las chicas acosadas.- asentí escuchándolo -Bien, me gustaría que estés a cargo de eso. Si alguien va a la barra pidiéndote ese trago, te lo dirán a tí y la ayudarás. Todo lo que tienes que hacer es llevarla a un lugar oculto y luego conseguir que alguna persona de su confianza la lleve a su casa. ¿Puedes hacerlo?-

-Por supuesto Señor, sería para mí de gran ayuda esta oportunidad- afirmé.

-Bien. Entonces estás adentro. Ah y dime Charles- sonrió poniéndose de pie.

-¡Muchas gracias Charles!- extendí mi mano y la estreché a la suya.

Seguí al muchacho de cuello tatuado hasta la salida.
En cuanto el frío aire nos golpeó el rostro y el giró, sin pensarlo me lancé a sus brazos.

-¡Gracias, gracias, gracias!-

Aaron se quedó de pie, congelado, sin mover ni un músculo.

Me dí cuenta entonces de lo desubicado que había sido mi actuar. Me alejé de él como si quemara.

-Lo siento- murmuré.

-No, no pasa nada. Te dije que él nos iba a ayudar-

Miré su rostro y aunque estaba serio, en sus ojos sólo había dulzura.

Y eso es lo que era una incógnita para mí: su aspecto rudo pero su mirada cálida y penetrante.

Medio MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora