El buen amigo.

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En el pueblo, todos sabían lo que sucedía pero nadie se atrevía  ha hablar al respecto, sin embargo, cada vez que comenzaba a ponerse el sol; sus habitantes corrían con prisa hacia sus hogares. Le conocían como el valle de quienes temen a la oscuridad, y efectivamente, y aunque las antorchas iluminaran sus inmediaciones. El lugar se convertía en un desierto en cuanto salía  la luna.

-Debo admitir, mi buen amigo, que se antoja un tanto predecible su introducción. Por mi parte, no leeria una historia sobre personas que temen a la oscuridad, me sería supremamente aburrido. Además, lo ambientó usted en una epoca antigua; y el único valor de lo antiguo, es que ya paso. Le recomiendo cambie la temática y la disposición de sus palabras, una historia demasiado bien contada, tiende por regla general, a estar mal narrada.

-No interrumpa amigo, no he llegado a la mejor parte:

Muchas leyendas especulaban sobre lo que sucedía en el poblado. Algunos decían que unos viejos Selenitas habían maldito el lugar, por lo cual; cada vez que la luna los bañaba con su plata, hombres lobo bajaban del bosque para alimentarse de lo pueblerinos. Otros, contaban que el pueblo se encontraba sobre la mismísima entrada al infierno, por eso; cada vez que la noche caía, el demonio salía a recorrer sus calles. En todo caso, cualquiera fuese el motivo; cada noche se repetían los mismos acontecimientos...

-Mi buen amigo, su historia peca de vulgar, de vulgar y poco imaginativa. Ningún buen escritor, mencionaría a un hombre lobo y al demonio en una misma historia, menos aún; en un mismo parrafo. Veo que usted no entiende nada sobre la escritura, imaginó que ha escuchado demasiadas historias de sus abuelos, y estos, saben sobre narrar lo que un abogado sabe sobre cosas hermosas, absolutamente nada. Le ruego se aleje de las personas mayores, al menos, cuando intenten contarle alguna anecdota. El mejor de los aprendizajes es el que nunca sucedio, así como la mejor de las historias, es la que nunca fue proferida. Si continua con detalles imprecisos, su historia podría gustar, y de ser el caso, tendría que lidiar con la fama ¿Usted no quiere ser famoso verdad? Sus maneras son demasiado sencillas, y su corazón, excesivamente bueno. Para ser famoso deberá ser elegante y petrificar su corazón. No, no me mire así, usted sabe que tengo razón; pero continue, podría interesarme lo que sigue.

-...Una vez entrada la noche, extraños sonidos eran emitidos desde el bosque: las grotescas burlas de algún arlequin mágico, cuyo acto fue tan poco agraciado, que el rey; había tenido que condenarle a muerte. Espantosas bestias volaban sobre los tejados, como si tejieran con los hilos de la luna, la mortal trampa de sus víctimas. Duendecillos de porcelana, quienes tallaban en el alabastro el nombre de sus víctimas, y al día siguiente, cuando todo el pueblo sabía quien había desaparecido o fallecido, encontraban su nombre tallado en una pesado pedazo del alabastro. Este detalle había...

-¿Tallaban sus nombres en alabastro? Debe aceptar, que este material hermoso, que ha inspirado historias hermosas; no pertenece a un cuanto de terror. Aún, cuando este no sea muy bueno. Existen ciertos materiales para cierta clase de cuentos; por ejemplo: las hidrófanas para la fantasía, o el plomo para los ensayos y artículos de rigor científico. La poesía reserva sus derechos sobre las rosas, y la literatura erótica se apodera del mármol y el marfil, así como del alabastro, por su similitud. El terror puede apropiararse del ébano, el ébano es tan sencillo como su cuento, y sigue siendo muy hermoso.

-Como decía: tallaban sobre el alabastro los nombres de quienes habían sido ejecutados la noche anterior por lo duendes.

Lo peor ocurría cuando las campanadas de la iglesia comenzaban a sonar. El viejo campanario, en la vieja iglesia; había sido abandonado cuando el pueblo se quedó sin fieles un tiempo atrás. Por lo cual, sus campanas ya no sonaban, al menos; no la mayoría del tiempo. De vez en cuando, al caer la noche, y al bañarse el pueblo con la plata la luna, y al ahullar los lobos, y al emprender vuelo las brujas; se oía una burla distinta, una burla, que hacía del resto de los acontecimientos frivolos e irrelevantes. Todo enmudecía, las personas asustadas cubrían con madera sus puertas y ventanas, lo niños se escondían debajo de la cama, y los adultos, oraban inútilmente. Las risas se hacían más fuertes, más revoltosas. La ropa en lo viejos tendederos mostraba como el tiempo corría alreves; y un camino de fuego se abría paso detrás aquella figura burlona.

A la mañana siguiente, los habitantes del lugar comenzaban a reparar los desastres de su burlon amigo. Así fue durante un largo periodo de tiempo, hasta que murió, por un motivo u otro, el último habitante del pueblo.

-Vaya, un final bastante predescible, sin embargo; no esperaba menos de una historia de esas características. Debo decirle, mi buen amigo, que debe sentirse agradecido por tenerme como su amigo. Otros, hubiesen acabado la amistad  con usted después de tan mala narración; pero yo soy bueno y siempre lo he sido, por eso le digo todo lo que hace mal; para recordarle que soy mucho mejor que usted. Es tan afortunado por tenerme que lo envidio.

-Claro, es una fortuna su amistad, seguro que si.

El diablo y el relojero (Historia alternativa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora