Hércules y Caronte

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Al borde de un infinito bosque, se relatan las historias más extrañas. Estas historias, contadas por los mismísimos muertos que han atravesado el bosque, pues debían transitarle para llegar al cielo; describen una pequeña cueva, con frescos de cal viva y polvo de antimonio en su entrada. Frescos que relatan las aventuras de un barquero, quien aburrido de su vida eterna y del azufre que debía respirar una y otra vez; decidió romper las reglas, para hacer de su rutina, un poco menos tortuosa.

Los muertos eran atraídos por una fuerza incontenible que los hacía dirigirse a la cueva, y una vez allí; un gran perro llamado Cerbero, los sorprendía, y con los gruñidos de sus tres cabezas, pues tres cabezas tenía; los obligaba a caminar hacia las entrañas de la caverna. Lo curioso sobre estos muertos, es que temían al perro y temían a la cueva; como si después de la muerte, hubiese algo para temer.

Las Oreades, quienes vivian eternamente alrededor de esta cueva, fueron las encargados de contar la historia de las pobres víctimas de Cerbero, por lo cual, resentían a los muertos que les usurpaban con sus historias. Sin embargo, su piel de áloe perfumado, sus labios pintados de escarlata y sus rizos verdes; acaparaban la mayor parte de la atención de quienes les oían. Por lo cual, estas historias no deben ser muy confiables. En cualquier caso, las Oreades también relataban las escasas ocasiones, en las cuales, seres vivos habían ingresado a la cueva por su propia voluntad, y habían logrado burlar los designios del infierno, pues el infierno; era éste lugar.

El primero de estos aventureros no era nada normal: hijo de Zeus y la mortal Alcmena, había completado once trabajos para expiar las penas de su corazón y su consciencia, y se disponía a conquistar las premisas de Hades, todo; para dominar a Cerbero y completar sus doce trabajos.

Mientras cruzaba el bosque, Hércules, así se llamaba, tuvo que enfrentar al Centauro Neso. Las criaturas del lugar eran indiferentes hacía los muertos, sin embargo; aborrecían a los vivos con todo su corazón. Además, Neso tenía conocimiento de las intenciones de Hércules, por una pequeña hada que lo había espiado a través de su largo viaje.

La batalla fue sangrienta y prolongada. Neso maltrato gravemente con sus cascos de plata el cuerpo del fuerte mortal. Empero, las habilidades de éste con el arco y la flecha, le permitieron atravesar el corazón del centauro, quien agónico, reconoció haber sido vencido.

Más adelante, se encontró a la Ninfa que había desgraciado la existencia de la diosa Selene. Era hermosa como una rosa y peligrosa como sus espinas. Durante años lo tuvo cautivo en su morada, cerca del estanque de los lotos. Le alimentaba con vino y sexo, y su alma; se había rendido. Debido a la tardanza, Yolao; el sobrino de Hércules, salió en su busqueda; y diez años después le encontro en las premisas de la Ninfa.
Pero, Yolao también se enamoró de la hermosa Ninfa y comenzó una relación amorosa con esta, a escondidas de su tío. Cuando la Ninfa se aburrió de los dos caballeros, pues solía aburrirse con relativa rapidez de sus amantes. Hizo que se pelearan por su amor. Así, Hércules ahogó a Yolao en el estanque de lotos, y la Ninfa decepcionada por el desenlace, pues gustaba más de Yolao que de Hércules; le liberó de su maldición para que continuara su camino hacia el infierno.

Algunas semanas después, se topó con un ejército de Faunos. Estos, se habían enterado del asesinato de Neso, a quién odiaban; y la larga relación que Hércules había tenido con la Ninfa, la cual, antes de su llegada; siempre les había rechazado. Los Faunos sonaron sus cuernos de marfil y blandieron sus espadas de acero en contra del hijo de Zeus, pero éste era muy fuerte y muy rápido e inteligente. Por lo que los emboscó uno a uno, hasta que el último Fauno, cayó tendido a sus pies.

Dos días de viaje posteriores se encontró con Ana. Ana era una mortal que había sido condenda al infierno, por enamorarse de manera carnal de un Dios puritano. Aunque era hermosa, de cabellos rojos como la grana y dos almendros por ojos; el corazón de Hércules había sido petrificado por la Ninfa, por lo cual; no se enamoró de la mortal. En cualquier caso, Ana le mostró los placeres de la violencia sin sentido: esparcían el rocío de las flores para que las hadas se acercaran, y una vez las habían capturado; se las daban de alimento a las serpientes. Otra ocasión, secuestraron al toro mágico que perteneció a la diosa de la luna, y lo arrojaron al estanque de lotos con pesadas piedras amarradas en sus patas para que se ahogara. Su hazaña de mayor atrevimiento fue en contra de Helios, esperaron a que se durmiera, y una vez dormido; liberaron del establo a los cuatro caballos de fuego sobre los que se elevaba por el este, y se ponía por el oeste cada día. Durante días el sol no brilló, hasta que Helios recuperó a sus corceles, y castigó a un inocente mercader a quien culpó por haberlos robado.

El diablo y el relojero (Historia alternativa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora