Darkness [Chrollo Fanfic]

Desde ese entonces

Hace unos días había corrido la noticia de que los fuegos artificiales de una ciudad cercana serían visibles en Ciudad Meteoro. Contrario a lo que habría pensado cualquiera, la noticia había movido tanto a niños, jovenes y adultos a apostarse en el lugar mas alto de aquella podrida ciudad, con la esperanza de ver, por primera vez, el cielo encendido de colores tan vivos como los que alguna vez imaginaron.

La mayoría de las personas ahí, sobre todo lo jovenes y adultos, habían comprobado en carne propia que en aquel lugar, solo existian los colores lujubres y desteñidos y por extraño que parezca, muchos se habían emocionado ante la noticia, por la remota posibilidad de conocer aquellos colores que, hasta el momento, solo existían en la memoría de los que alguna pisaron fuera de la ciudad y en la imaginación de los mas pequeños.

El lugar estaba muy concurrido, nunca se habían juntado tantas personas en un mismo lugar. La imagen era desgarradora. Aunque jamás se hubieran visto, todos tenían algo en comun: La pobreza les acechaba. Cada persona presente vestía en harapos, o lucía algo sucia. Aquellos con la suerte de vestir bien no podían ocultar su evidente estado de desnutrición. Chiquillos paliduchos, delgados e inclusive con ojeras bajo los ojos. Sin embargo, todo ello pasaba inadvertido frente a la esperanza que inundaba el lugar. Todos habían concurrido por lo mismo, por trivial que parezca. Lo que también les unía aún mas.

En aquella cima natural de tierra, podía observarse casi todo alrededor. Era dificil imaginar un lugar sin basura y escombros esparcidos por ahí, no obstante, en aquel lugar donde se encontraban, solo había vegetación. Un pasto algo amarillo seguramente por los rayos del sol. Un solitario arbol y junto a él algunas timidas flores que luchaban por crecer. Mas allá se veía una cerca, como si aquel lugar se hubiese tratado de una pequeña granja.

- ¿Crees que nos haya timado?- Decía una joven de cabellos turquesa a un chico pelinegro junto a ella.

- No lo sé, pero la verdad... Espero que no- Respondió él, mirando hacía su alrededor y notando como varios niños estaban expectantes, ya con el cuello estirado en dirección al cielo.

La chica no volvió a decir nada, se limitó a apoyar su espalda en el pecho de su acompañante, quién lejos de alegar, situó disimuldamente una mano dentro del bolsillo de su poleron, presionando su cintura y apoyó su cabeza en el hombro derecho de ella. Hana solo rió ante el cariñoso tacto de Kuroro, quien al notarlo soltó una pequeña sonrisa.

De pronto el cielo se iluminó con escandolosas manchas de colores. Eran tan brillantes que muchos de los asistentes debieron usar sus manos para ayudar a que sus ojos se acostumbrasen a la nueva iluminación. Las exclamaciones de asombro no se hicieron esperar en cuanto aquellas manchas se transformaron en figuras mas elaboradas. Los dos jovenes abrazados no cabían en su asombro, ambos habían elevado la vista y no apartaron la mirada en ningun segundo.

Él dudaba si ir o no. Un par de luces de colores le parecía algo muy primitivo como para emocionarse. Ella le había insistido, debido a que pensaba igual a él, pero no quería perderse el espectáculo, pues quería juzgarlo con sus propios ojos. En aquel momento, ambos estaban inmoviles, en silencio observando la escena. Aquello era primitivo en esencia, pero el resultado era maravilloso, no podían negarlo. Jamás en sus mentes habrían imaginado algo como eso.

Muchos a su alrededor estaban tan emocionados, que no lograron evitar que las lágrimas escurrieran por sus rostros. La escena era simplemente hermosa. En cuanto las luces en el cielo volvieron a ser simples manchas en él, Hana se volvió hacia el pelinegro. Sin nada que decir, colocó sus brazos sobre los hombros de Kuroro y acortó la distancia entre ellos con un beso. Aquello había tomado desprevenido al chico, no por el acto en sí, pues ambos ya habían probado los labios del contrario desde hacía un tiempo, sino que le sorprendía el lugar en donde la chica le estaba besando. Era público y todos podían verles.