Capítulo 4

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Adrien

No le di oportunidad de hablar a Chloé, cuando abrió la puerta de su departamento, la tomé de ese gran culo que tiene y estrellé mis labios con los suyos. Ella me recibió sin impedimento y enredó sus piernas en mi cintura, rodeó mi cuello con su brazo izquierdo y con el derecho cerró la puerta. Cuando lo hace, no dude un solo momento y la llevé a su habitación, donde estuvimos follando hasta las tres de la mañana.

Ahora son más las once de la mañana, tengo una maldita resaca como si hubiera tomado hasta el culo y no tengo mis jodidas pastillas.

Aprovecho que Chloé duerme como un maldito oso y me dirijo a la ducha, no tengo ánimos de soportar una estupidez que salga de su boca. Tengo demasiados problemas en que pensar y todos son gracias a una persona; Marinette, mi hija.

Me recodare que es mi hija hasta que deje de pensar de esa manera indebida de ella, no pienso hacer de lado mi moral.

«¡¿Entonces donde estaba tu moral mientras la besabas y te la comías con la mirada por ese vestido que tan bien le quedaba?!»

Conciencia, nadie te pregunto, así que cállate.

Salí de la ducha y vi la hora. A esta hora Marinette ya despertó, desayuno y se encuentra haciendo alguna de las cosas que hacen las de su edad. Visitar centros comerciales, ir con amigas o hacer tarea; no me importa que reviente su tarjeta y yo tenga que pagar dos veces mi mansión, si con eso la evito ver hasta que resuelva mis problemas y la vea como mi hija, aceptare pagar lo que sea.

Se que no puedo evitarla toda la vida, pero mínimo necesito dos días para calmarme y no hacer una estupidez. Así que iré a mi hogar, sacare lo más importante de mis cosas personales y del trabajo, después iré a hospedarme en algún hotel por unos días y asunto arreglado.

Evitare a Marinette a toda costa.

Marinette

Eran las once de la mañana y yo no encontraba mis ganas de levantarme.

—¡Maldita sea! —gruñí molesta, bajándome mi vestido rosado.

No tengo idea de cómo llegue a mi habitación y menos a mi casa. Lo último que recuerdo con claridad es a Alya y a mí en el club, bebiendo sin límite, luego de eso, el resto es borroso.

Sin muchas ganas, voy a mi guardarropa y busco alguna pijama o bata con la cual pueda bajar a desayunar. Agarro la primera que encuentro y me la pongo, después salgo de mi habitación con suma cautela.

Llego al comedor y veo que Leonor limpia la mesa, levanta la vista y me ve parada en una esquina de la habitación.

—Señorita Marinette, buenos días. ¿Ya quiere su desayuno? —Pregunta.

—Buenos días, por favor.

—Enseguida le traigo el desayuno. —Respondió para dirigirse a la cocina, pero antes le hablo.

—Leonor, ¿De casualidad viste a qué hora llegué anoche?

Ella parece recordar, pero luego nueve su cabeza como si evitara alguna idea o pensamiento.

—No recuerdo la hora, pero ya era muy tarde.

Le agradezco y ella se retira, yo me acerco a la mesa y tomo asiento.

Entran dos mujeres del servicio a dejar la jarra de agua y un vaso, como todos los días y luego se retiran.

Tomo el vaso y me sirvo agua.

Mientras bebía, algunos recuerdos de la noche anterior me aparecen. Alya y yo bebiendo con dos hombres a los cuales no logro verles bien el rostro, ella se fue con uno y yo con otro; yo en el auto de uno de ellos... besándome con él.

HI, DADDY (Adrinette) | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora