Capitulo 02

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𝗨𝗻 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗹𝗼𝗰𝗼.


El momento cumbre de su vida estaba oficialmente sobre ella.

Así que, pudo haber tenido una o dos fotos de "Water Breath" en la pared de su habitación cuando era adolescente. Bien, tal vez hubo tres. O doce. Lo que sea. El punto es que había un póster de toda la banda. Al menos lo que, el fotógrafo, probablemente pensó que era toda la banda.

Sabito se hallaba al frente, con el rostro contorsionado mientras gritaba en el micrófono. A su derecha, medio envuelto en sombras y humo, estaba Giyū, ardiendo sobre la guitarra. Y a la izquierda, hacia el frente del escenario, estaba el bulto que era Murata, tocando su bajo.

Pero no importaba. No realmente.

Porque detrás de todos ellos estaba él, con las luces brillando a través de su batería. Desnudo de cintura para arriba y goteando sudor, la imagen capturándolo a medio golpe. Su brazo derecho cruzando a través de su cuerpo, enfocado en su objetivo, el platillo que estaba apunto de golpear. De aplastar.

Tocaba con abandono y se veía como un dios. Un dios del fuego.

Cuántas veces después de un día de cuidar a su madre y a su hermana, trabajando duro y haciendo lo bueno, lo responsable, se acostaba en su cama y miraba esa foto.

Y ahora, aquí estaba.

Sus dedos se rozaron en la manera que es inevitable cuando entregas algo. De ninguna manera él pudo haberse perdido el temblor de su mano. Afortunadamente, no hizo ningún comentario.

Kanao huyó de regreso a el borde, recostandosé casualmente con la cerveza en la mano. La gente genial se recostaba. Ella quería ser genial.

Tanjiro se rió suavemente, haciéndole saber que no engañaba a nadie. Luego se inclinó hacía adelante apoyando los codos en sus rodillas. Su rostro entró plenamente a la luz y Kanao quedó atrapada. cautivada. Su mente en blanco.

La pelinegra no tenía duda sobre ello. Real y definitivamente, sin lugar a dudas era él.

Tanjiro tenía un brillo divertido en sus ojos y la insinuación de una sonrisa con suficiencia.

Dios, ella odiaba a la gente que sonreía con suficiencia.

— Soy Tanjiro. – Dijo.

— Lo-lo sé. – Tartamudeó.

La sonrisa de Tanjiro se intensificó. — Sé que lo sabes.

Kanao Mantuvo la boca cerrada.

«¿Por qué se encontraba aquí en la oscuridad?»

Según todos los informes, el hombre era el alma de la fiesta. Sin embargo, allí estaba, bebiendo solo, escondiéndose como ella.

Lentamente, se estiró, levantándose de su asiento.

«Gracias, Señor»

Él entraría y ella se libraría de tener que tratar de hacer conversación. Por suerte, dado a su repentino ataque de deslumbrada estupidez.

Sólo que no se fue.

En cambio, se acercó a ella, su cuerpo magro y masculino moviéndose con gracia descuidada. Era, quizá entre siete o diez centímetros más alto que ella. Lo suficiente para intimidar, si ese fuera su propósito. Sus musculosos brazos ponían a las mangas de su camisa a prueba. Brazos de baterista. Sin duda eran agradables como las partes del cuerpo que eran, cubiertos con tinta y abultados en todas las formas correctas.

— Parece que alguien tuvo un mal día. — Comentó el pelirrojo — ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó, uniéndose a ella en la barandilla.

«Dios, incluso su voz se siente tan bien»

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