Capítulo 04

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𝗗𝗲𝗯𝗲 𝘀𝗲𝗿 𝘂𝗻𝗮 𝗯𝗿𝗼𝗺𝗮

«Algo estaba mal. Una vez más»

El pensamiento llegó a la mente de Kanao al cruzar la puerta de su departamento.

El trabajo se había multiplicado en la tarde. No tuvo tiempo para preocuparse, o tener pensamientos amargados y retorcidos. Sin duda, algo bueno.

Ahora, Kanao tenía diez tipos de cansancio diferentes. Dos horas de sueño y de estresarse por el dinero la tenían cansada.

El viento gélido y frío de cuando salía del trabajo congeló su cuello y la punta de su nariz. Cualquier encantador plan con chocolate y alcohol, voló directamente por la ventana. Quería un baño e ir a dormir.

Ese era todo su plan para la noche y era hermoso.

Aturdida, la pelinegra deslizó la llave en la cerradura al mismo tiempo que la puerta se abrió, ni siquiera había cerrado el pestillo. Su equilibro se fue a la mierda, y cayó justo de cara en medio de un duro, sudoroso y caliente pecho.

Kanao Exhaló.

Él gruñó.

Unas manos fuertes la agarraron por la cintura, manteniéndola estable. Algo bueno, ella realmente necesitaba una mano en ese momento o su cara podría haberse encontrado con el piso. Kanao pensó que tal vez había entrado en el apartamento equivocado. Su mente se encontraba en otro lugar, a mundos de distancia de la realidad. Otro apartamento ciertamente explicaría el delicioso cuerpo caliente contra el que se encontraba apoyada.

¿Desde cuándo el sudor olía tan bien?

Todo lo que pudo hacer fue no frotar su rostro e inhalar profundamente. Una olfateada o dos no sería ir muy lejos. Discretamente hechas, por supuesto.

— ¡Kanao! ¡Amiga! –El pecho vibró debajo de su mejilla—. ¡Bienvenida a casa!

Kanao conocía esa voz. La conocía. Pero, ¿qué diablos hacía en su apartamento?

Aturdida, parpadeó hacia un bello rostro familiar. — ¿Tanjiro?

— Por supuesto que soy yo. —Rió—. ¿Te drogas o algo así? No debes consumir drogas. No son buenas para ti.

— No me drogo. – Kanao Respondió. De haberlo hecho, podría haber explicado lo que estaba viendo. Porque lo que veía era surrealista—. Estás aquí.

Sin duda. Definitivamente lo estaba. La Tsuyuri Lo sabía porque sus manos todavía se hallaban en todo su cuerpo caliente, medio desnudo. Sus hormonas desviaron cualquier idea sobre alejarlas. Kanao no podía culparlas.

— Lo sé – Dijo.— ¿No es genial?

— Sí. Wow.

Asintió.

Ella se quedó mirándolo.

«¿Cómo diablos entró?» La puerta se encontraba cerrada cuando se había ido.

— ¿Cómo estuvo el trabajo?– Preguntó él.

— Estuvo bien. Gracias.

El peliburdeo le sonrió. — Te esperaba hace horas.

— Sí, tuve que cerrar y algunas personas vinieron a último minuto. Tanjiro, ¿por qué estás aquí, en mi apartamento, sin camisa? ¿Cómo sucedió eso?

— Tuve calor después de mover algunas cosas.– Giró su cuello, estirando los músculos.— Estás en el segundo piso, pero las escaleras añaden un buen tramo, ¿sabes? Inosuke y Aoi ayudaron un rato, y luego tuvieron que irse. De todos modos, no es como si importara, ¿verdad? ¿Algún código de vestimenta que necesite saber?

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