Capítulo 1.

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Actualidad.

1ro de marzo de 2,020.

Abrí mis ojos lentamente al sentir mi teléfono vibrar, con vista distorsionada miré hacia un costado y la cama estaba vacía. Estaba sola. Me levanté rápidamente y consulté la hora en el pequeño reloj que se encontraba sobre una mesita a mi izquierda: eran las 3 de la madrugada.

Recorrí todo el apartamento pero Ian no estaba allí. ¿Dónde podía estar a esta hora?

Observé a través de los grandes ventanales la calle que se encontraba vacía, el viento soplaba y una leve llovizna empezaba a caer. Me senté en uno de los sillones sin saber qué sentir o pensar. Hice todo lo posible por mantenerme despierta, sin embargo, mis ojos cansados se empezaban a rendir.

La alarma finalmente sonó. 6:00 a.m.
Ian estaba dormido, y yo acababa de despertar a su lado.

De pronto recuerdo todo lo ocurrido y confundida salí de la cama. ¿Cómo se supone que llegué aquí?

¿Acaso lo habría soñado?

Caminé suavemente hacia el baño y un grito dramático salió de mi boca al mirar mi aspecto en el espejo. Me veía terriblemente mal, mis ojos estaban cubiertos por una horrible hinchazón.

Justo en mi primer día de trabajo. Genial.

Pero claro, qué esperaba. Después de haber llorado toda la noche como una Magdalena.

—¡Soy una estúpida! —resoplé.

Al terminar de prepararme bajé por un café para luego tomar mi bolso y dirigirme hacia la empresa De Las Torres. Pero volví a la habitación en cuanto recordé la hinchazón de mis ojos, necesitaba maquillarlos para disimular un poco, y finalmente tomar una cápsula que me ayudara a reducirla.

Ian estaba despierto, antes de salir de la habitación me miró. Y como si fuera en un suspiro susurró un cálido "suerte".

¿Qué demonios le pasa? Justo anoche me humilló hasta más no poder y hoy como si nada me desea suerte.

Vete a la mierda. —pensé— pero le dije gracias, para luego bajar y encaminarme hacia mi destino.

Sólo espero no encontrarme con el gruñón de mi jefe, no lo conozco, pero dicen que es muy estricto y no quisiera ser regañada o cuestionada en mi primer día.

Como era de esperarse, al llegar todo mundo me miraba raro, pues a pesar de que mis ojos estaban ligeramente maquillados podía notarse la inflamación.

—Buenos días —saludé mientras acomodaba algunos instrumentos de trabajo y atravesaba la gran puerta de entrada. Sin duda esta era una empresa enorme y lujosa.

—Buenos días.

A penas respondió me quedé fría e inmóvil. Esa voz. Su semblante y su aspecto varonil, su fragancia. Todo me obligó a abandonar lo que estaba haciendo y a mirarle. Su mirada era tan profunda y me examinaba completamente.

—¿Es usted...?

—Clarissa —completé— Clarissa Jackson.

Me impresionó tanto su aspecto físico, podría apostar que no debía tener más de 30 años. Sin duda era muy atractivo y joven.

—Un placer conocerte.

Pensé que seguiría su camino pero él me miraba expectante.

—¿Te ha ocurrido algo, Clarissa?

Mierda.

—Perdón, ¿a qué te refieres?

—Tus ojos.

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