"Prometiste nunca irte... ¿Por qué no cumpliste tu promesa?"
Riki es un joven príncipe que se negaba a casarse, en busca de un plan conoció a un chico pueblerino llamado Sunoo que escondía un gran secreto.
"Todo lo que haces tiene una consecuencia...
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"Solo quería decirte que donde sea que estés, voy a volver a encontrarte"
Año 476, después de Cristo .
Edad Media - Europa
—¡Vamos NIKI llegaremos cuando sea de noche al mar! —un chico muy hermoso decía mientras alistaba un bolso de ropa.
Unas manos rodearon su cintura y una cabeza se apoyo en sus hombros.
—Me alegro de que mi querido esposo esté feliz el día de hoy— dijo el rubio.
Las manos de él rubio pasaron por la cara de Sunoo, acariciando y tocando cada facción de él.
—¡Ahhhhhh! —grito el pelinegro al darse cuenta de su sueño.
¡¿Pero que?! Ese sueño... Mi rostro ¿Esposo? Creo que quiero...
Rapidamente se paro de la cama en la cual se encontraba durmiendo, corrio al baño y comenzó a vómitar.
—Esto me está matando, quiero comer algo —se paro y salió del baño.
Con cuidado de ver a los reyes se metió a la cocina encontrándose con una de las mucamas.
—Hola joven amo ¿se le ofrece algo para merendar? —sonrió amable mente.
—Emmm si por favor, una rebanada de pie de manzana —sonrió muy dulce mente.
Una voz se hizo presente en la cocina.
—Yo igual —era la voz de Niki quien se apoyaba en el marco de la puerta.
—Hola NIKI, ¿Dónde estuviste? —se acercó curioso.
—Tenía que hablar con mi padre y te quedaste dormido así que no quería despertarte —Río.
—Joven príncipe aquí está su merienda ¿desea que los lleve al jardín? —sonrió y ambos chicos respondieron con la cabeza.
Sunoo tenía ya un mes viviendo ahí, no tuvo oportunidad de salir ya que siempre se quedaba con Niki. Tenía miedo de que los padres de el quisieran hacerle daño y muchas pesadillas se apoderaron de su cabeza, no lo dejaban dormir.
El jardín era hermoso, lleno de flores y zonas verdes. A lo lejos había una persona cortando los arbustos con unas grandes tijeras, su silueta le era familiar.
Ambos se sentaron en una mesa al aire libre, todo era hermoso para ser un gran palacio de personas muy malas.
—Sunoo quiero que mañana vengas conmigo al mar, es una orden —metió una cucharada de a su boca.
—No tienes que decirlo así, iré —sonrió dulce.
—Bueno a decir verdad, el día de hoy... te vez muy lindo —dijo nervioso.
