"Prometiste nunca irte... ¿Por qué no cumpliste tu promesa?"
Riki es un joven príncipe que se negaba a casarse, en busca de un plan conoció a un chico pueblerino llamado Sunoo que escondía un gran secreto.
"Todo lo que haces tiene una consecuencia...
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"Todo lo que haces tiene una consecuencia, recuérdalo"
Año 476, después de Cristo Edad Media - Europa
Hace mucho tiempo existía un país de nombre desconocido en los libros, se sabía que aquel lugar se encontraba dentro de Europa, pero eso era todo.
La historia que les voy a contar es algo confusa y entretenida, un reino dirigido por dos personas repugnantes, que llegaron al trono por su sangre real.
Los reyes Nishimura eran conocidos por su estricto y caótico imperio lleno estafas y mentiras, su lema siempre era "matar para comer" en el sentido literal.
El matrimonio tenía un pequeño hijo el cual se llamaba Riki, de cabello castaño, ojos marrones y un lunar en el mentón.
La gente describía a Riki como un niño feliz, risueño y gracioso, pero con el pasar de los años aquel muchacho que desprendía alegría, fue apagando todo rayo luz que salía de él, a consecuencia de lo estrictos que eran sus padres con las reglas del palacio.
Hablar del lugar en donde vivía era espectacular, era un recinto muy grande digno de la realeza, el lugar contaba con un enorme jardín que tenía una fuente con un ángel botando agua por la boca.
El palacio por dentro era un sueño que nadie podía describir, al entrar te encontrarás con el salón principal donde estaban los tronos del rey y la reina, además contaban con más de cincuenta habitaciones bien decoradas y grandes ventanales que hacían entrar la luz del día, y sin dejar de lado a los cien sirvientes a su disposición.
Estos eran gente muy amable que entendían porque el príncipe heredero había cambiado, sabían porque él era tan serio y misterioso, pero no sabían a dónde iba o cuando volvía, era un misterio entre los pasillos del palacio.
Algo que se cuenta... es que el pequeño Riki odiaba a los caballos, pero aprendió a montarlos para poder huir de su tragedia familiar.
No era extraño que el rey golpeara y abusara de su hijo, pero hubo una ocasión qué quedaría marcada en el alma del castaño.
Solo tenía nueve años...
—Padre, ¿Puedo ir a jugar con los otros niños?
— ¿¡Qué demonios Riki!?— Contestó el padre después de darle una cachetada a su hijo, el pequeño con lágrimas en los ojos pedía perdón por lo que había dicho.
—Padre, quería salir porque vi a unos niños jugando afuera. —el castaño no podía mantenerse parado por mucho tiempo, su cuerpo temblaba por el miedo.
Sabía que vendría algo peor...
Sus ojos se mantenían mirando sus pies descalzos, sus manos sudaban y sin querer levantó la vista para ver los ojos furiosos de su padre.
