Capitulo 18

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Capítulo 18

Blair.

Dos semanas habían pasado desde que lo volví a sentir por última vez, extrañaba sus manos recorriendo mi cuerpo, sus labios recorriendo mi centro con pequeñas lamidas. Tomo la cartera mirándome al espejo luciendo un vestido de color plateado que dejaba un gran escote en mi espalda.

Salgo de mi casa y subo al auto de mi amiga quien ya se encontraba esperándome, ella arranca mientras pongo música en la radio. No quería hablar, no tenía ánimos.

Apago la música cuando reconozco el camino, la miro y ella acelera frenando frente a su edificio.

—No me bajaré —hablo mi orgullo— Llévame a casa.

—Es el cumpleaños de Alex —ella retoca su labial— y él no se encuentra en casa, así que déjate de idioteces y mueve el culo.

Ella baja y yo la sigo a paso lentos, debía admitir que, si quería verlo, pero no era lo suficientemente valiente para hacerlo, entramos al elevador mientras ella presiona el botón de su piso, Las puertas se abren y su departamento se encuentra abierto dejándonos ver a todos los que eran de su grupo de amigos.

Entramos al departamento y las botellas con la música retumbando en mis oídos, bailaba al ritmo de esta mientras tenía un vaso con cerveza en la mano, un desconocido tomó mis caderas y comenzamos una batalla de baile con nuestros cuerpos.

Las horas pasan y seguía en la misma posición con el mismo chico, miro que mi vaso se encuentra vacío y camino a la cocina, comencé a recordar las veces que lo habíamos hecho arriba de la mesa, del lavado, de la encimera y en el suelo.

Llene el vaso tomándolo completamente de un sorbo para servirme otro y hacer lo mismo.

—Pensé que no vendrías —me giró y veo a Nick rodeando la encimera.

—No me perdería el cumpleaños de Alex, es un buen amigo.

—¿Y Harry no lo veo a tu lado? —la pregunta encogiéndose de hombros— ¿Cómo eres su Nov....?

—No, no somos nada —Lo interrumpí bebiendo de mi vaso— Cogimos un par de veces eso fue todo.

—Vaya no me esperaba eso —él ríe— No sé si debería preguntarlo, pero de todas maneras lo diré.

—No tengas miedo.

—¿Aceptarías una cita? —el pregunta— Eres realmente hermosa y me gustaría conocerte mejor.

—Encantada —tomó una servilleta y agarró un lápiz anotando mi número— Llámame.

Me alejo de la cocina y comienzo a recorrer los pasillos un poco mareada, abro la primera puerta que se cruza en mi camino y el olor de su perfume llego a mi nariz, entre y cerré sin hacer ruido, pero su cama se encontraba vacía, detallo todo y esta tal cual como la última vez. Camino al ventanal dejándome ver la hermosa vista del pueblo, la gente caminaba de un lado a otro apurados por llegar a sus casas, a madres con sus hijos dormidos en sus brazos y a parejas paseando por el parque.

Siento como entra dando un fuerte portazo que me hace saltar de mi lugar.

—¿Qué haces en mi habitación? —el pregunta, pero no respondo — no sabes hablar.

—Estaba tomando un respiro de la fiesta.

—Puedes irte —suelta el— No eres bienvenida.

Yo solamente asiento y camino a la puerta, tomó abriéndola, pero la cierro poniendo el seguro dándome la vuelta para mirarlo.

—¿Qué? —él me mira sacándose su playera— Vete.

—No —me acerco a él— no me iré y sabes perfectamente que necesitamos esto.

Toco el cinturón de su pantalón desabrochado junto con el botón de este. Sus pantalones caen al suelo y es cuando lo acaricio mostrándome lo duro que estaba por mi tacto, beso su cuello comenzando a bajar hasta llegar a su pelvis, me pongo de rodillas bajándole el bóxer dejando salir su miembro completamente erecto y listo para mi boca, lo beso mientras mis manos juegan con sus testículos.

El agarra de mi cabello motivándome a seguir, mi boca saliva gracias a las vistas que tengo de su polla, las venas se le han marcado por su dureza.

—No se te ocurra parar —su voz suena ronca.

Paso mi boca metiendo su falo en mi garganta, sus gruñidos son tan deliciosos como su sabor. Me saco su polla lentamente mordiendo la punta y dejando que mi saliva cuelgue.

Lleva su mano a mi mentón para que lo mire, su vista se ha oscurecido y a mí me encanta que no se pueda resistir a mí, que yo sea su debilidad me hace sentir poderosa.

Me levanto y él me lleva contra la pared, sube mi vestido y rompe mis bragas dejándome el coño al aire libre. Arremete con una estocada que me saca un jadeo y sus movimientos son bruscos.

Prefiero que se desquite de esta forma que echándome de su casa evitando hablar conmigo.

La música de afuera ahoga mis gemidos. Su mano baja por la parte delantera de mi cuerpo llegando a donde se conectan nuestros cuerpos, hace movimientos con sus dedos estimulando mi clítoris.

Mis piernas se tensan y él entra con más fuerza, derramándose dentro mío y yo me tenso llegando al clímax.

El camino a la cama acostándose en ella y golpeando con suavidad a un lado para que me acostara con él, gateo a su lado apoyando mi cabeza en su pecho mientras él me rodea la cintura.

—Si quieres que nos reconciliemos así cada vez que discutamos, lo haría todos los días —besó mi nuca mientras yo cerraba los ojos.



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El Peligro Del Amor (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora