#2

3.5K 320 305
                                    

– Hola Trolli, no eres Google, pero tienes todo lo que busco.

– Hola Mikel.

– Ojalá fueras de jabón.

– ¿Para?

– Para que te puedas deslizar por mi cuerpo en la ducha.

– ¡Oye! – sonrió de manera pícara y soltó una carcajada. – joto.

– Tu joto.

– ¿Mi joto?

– Sí

– Como si fuéramos pareja.

– Tienes razón...

El menor escribió una frase cualquiera en su cuaderno. 

Se lo mostró rápidamente y el azabache no pudo evitar leer al tenerlo en frente.
Decía: "si lees esto te volverás mi novio"

– ¡Joto estafador!

– Ahora eres mi novio. ¿Compraste huevitos kínder?

– Ya sé para dónde va esto.

– Quiero ver los tuyos y comérmelos enteros lentamente.

– ... – desvió la mirada con un pequeño sonrojo.

– Uy, se me cayó la goma. – se agachó justo frente a él.

– Veo que no necesitas estar en una cárcel para hacer la escena del jabón.

– Tantas nalgas en el mundo y miras las mías. Que honor.

– Jaja, tonto. Debo irme.

– ¡Pero Trolli! ¡por lo menos dime que estarás solo en casa!

– ¿Sabes? quiero entender tu gusto por jotear, ven a mi casa por la noche y hablamos un poco.

– ¿Solo hablar? ¿no pensarás... en otra cosa?

– ¡Hablar!

– Vale, vale... hablar mientras me-...

– ¡Mikel!

– Aburrido – bufó para luego irse.

Como a las 8:30 de la tarde, Mike llegaba a la casa del azabache. Tocó la puerta.

– Hola – saludó el mayor.

– Hola querido novio.

– No somos novios.

– Tonterías, claro que sí. – entró como si fuera su casa. – ¿así que quieres aprender a jotear?

– No dije eso...

– Silencio. Hoy aprenderás a jotear. – se sentó en un sofá y dejó su bolsito.

– ¿¡Trajiste saco de dormir?!

– ¿No era pijamada?

– N-no...

– Bueno, ¡ahora lo es!

– Tendré que preparar comida.

– ¿Y si te como y tú me comes a mí? no habría necesidad de comida.

– Definitivamente no. – partió a la cocina.

– Eso es maldad.

El menor le siguió y mientras caminaban le dio una nalgada al contrario.

– ¡Oye! – lo tomó de las muñecas y lo inmovilizó contra la pared. – ¡me respetas en mi casa!

– Dios... no pares, creo que no necesitaré enseñarte a jotear.

– Mmm, quizás me molesté de más, ya me has hecho eso antes. Pero te me quedas quieto.

– Como ordenes. – se sentó en una banca como un niño castigado. – ¿tienes esposas?

– No

– Oh vamos, sé que tu padre es un oficial.

– ¿Por qué tendría esposas en su casa?

– No mientas, jeje, las vi cuando entré.

– ¿Eres masoquista o algo así?

– Quizás, pero en un nivel bajo a decir verdad. Disfruto de lo romántico algunas veces, tampoco es que me tronche de risa si me están pinchando con un cuchillo, me están golpeando o me están gritando bien feo.

– Entiendo... – fue por las esposas. – ¿para qué las quieres exactamente?

– Quiero probar algo contigo.

– Ok, no, conmigo experimentos homosexuales no harás. – las dejó en un mesón.

– Bauu⁓

– Ahora déjame cocinar.

– Como digas daddy.

– ... – lo ignoró y se volteó. Comenzó a hacer un filete al sartén.

Mike sonrió maliciosamente. Mientras Trolli aliñaba la carne y le daba la espalda. Fue por las esposas y volvió a su silla de manera sigilosa. Se bajó el pantalón, quedando en bóxer. Se mordió la polera, dejando al descubierto su vientre. Se amarró las manos a la silla. Llamó la atención del azabache con un gemido, ya que no podía hablar.

– ¿Pero qué...? – se volteó y vio la escena.

Lo único que hizo, fue cortar el gas antes de acercarse como un tigre a su presa. Le sujetó la boca, haciéndolo soltar la polera.

– ¿Te has enojado? – rio el menor.

– Te vas a arrepentir de esto. – lo tomó de la cintura y le hizo pararse de la silla, pero como seguía esposado, tomó una posición bastante beneficiosa para el azabache. 

– Ok, no te has enojado, te has calentado. – sintió como le bajaban el bóxer.

– Te buscaste esto. – se bajó la ropa también. Fue en la búsqueda de un condón. Se lo puso y lo embistió con brusquedad.

– Aah⁓, ha⁓ ¡Trolli!⁓ – dejó a su cabeza relajarse entre sus estirados brazos mientras recibía múltiples estocadas.

No se esperaba esa reacción de su amigo. Pensaba que quizás tendría una erección pero que se contendría, no que explotaría y se pondría en modo empotrador en plena cocina. Solía ser calmado, no tan impulsivo.

No evitó un quejido al sentir un apretón en su trasero por la mano del mayor. 

Un sonido obsceno resonaba por la habitación. Eran sus caderas chocando. Este sonido se mezclaba con los gruñidos de Trolli y los gemidos de Mike. El castaño rasguñó el respaldo de la silla. Sentía que lo partían en dos.

Tras unos minutos, el azabache terminó corriéndose. Le sacó las esposas y lo envió a ducharse.
Mike había subido la escalera cojeando, pero con una sonrisa imborrable. Entró a la ducha y la puso tibia. Tardó varios minutos antes de bajar. 

Trolli había limpiado todo y tenía recién lista la carne.

– ¿Hambre? – le preguntó al verlo.

El menor pensaba que su amigo estaría algo avergonzado, pero estaba indiferente. Como si nada hubiera pasado.

– Sí – se sentó en la mesa. El plato no tardó en llegar. – se ve bueno, gracias.

– No es nada. – se sentó a comer también. – no debiste provocarme tanto.

– Me lo busqué, en parte era lo que quería. Pero hoy me has sorprendido.

– Nunca había tenido sexo con un hombre.

– ¿¡Es en serio?! ¿¡primera vez con uno y tan violento!?

– Sip

– No eres lo que creía. – cada vez le atraía más.

¡Cómo Jotear, con Mikecrack! | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora