Hinata no era una persona muy sociable, ella era demasiado consciente de su propia torpeza social desde que tenía memoria y si bien con el paso de los años se había esmerado en tratarlo y ser un poco más abierta, su progreso no era demasiado satisfactoria. Por supuesto, tampoco quería despreciar a las cosas que habían mejorado. Tenía un par de amistades, había tomado la valentía de pedir ayuda acudiendo a terapia y sus prácticas en el hospital le hacían sentirse algo cercanas a las personas – aunque sabía que no era profesional, pero nadie tenía que saberlo -.
Incluso, había tenido una cita... ¿Una cita? Dios, eso había pasado aproximadamente una semana y seguía indecisa con ponerle un nombre apropiado a lo que había pasado con Obito. Por lo que ella sabía, una cita era cuando dos personas tienen un interés romántico con otra. Ella no estaba interesada de esa manera en el Uchiha, su corazón le seguía perteneciendo a Naruto Uzumaki e, incluso ahora, con aquel incidente de indiscreción que había visto con Sakura, seguía aferrada a la idea. Además, sentía que Obito tampoco estaba interesado de esa forma con ella ¿Por qué lo haría? No tenían mucho de conocerse y ella tampoco contaba con algún atributo –según ella- para que se sintiera atraído de alguna manera a ella. Y luego estaba esa chica castaña, a la que había visto sólo una vez en el café. Obito parecía más interesado en ella.
Era una simple salida, decidió. Eran dos personas interesadas en generar una amistad y eso no estaba mal ¿Había algo malo en eso? Claro, la sociedad, por mucho que lo negará, parecía estar negada a aceptar que un hombre y una mujer salieran sin ninguna otra intención más que en el amor romántico. Diablos, esa misma concepción la hacía dudas, pero no tenía que ser necesariamente así. Obito era agradable, incluso con el pequeño incidente con el tío de este, la tarde había estado demasiado amena y logró sacarla de su gris monotonía. Era un gran amigo, de eso estaba segura.
Entonces ¿Por qué se sentía mal al no verlo? Desde aquel día, Obito no se había contactado con ella de ninguna manera. Ni un mensaje o llamada y eso, realmente le estaba preocupando. Claro, todas las personas tenían su propia vida y él seguramente estaba demasiado ocupado como para llamarla o mandarle un mensaje. Era comprensible, ella misma también cargaba con responsabilidades y deberes que la mantenían ocupada todo el día que no encontraba un momento de descanso. Y tampoco quería insistir y molestarlo, por lo que la idea de llamarle fue descartada en el mismo tiempo en que se formó en su cabeza.
No obstante, eso no la dejo menos tranquila ¿Y si realmente no le agrado? Tal vez después de aquella salida, Obito ya no le parecía demasiado interesante y simplemente se alejó. No sería la primera vez que eso le sucedería y si bien, era una experiencia de la cual tenía la desdicha de conocer demasiado bien y de la cual ya no debería afectarle tanto, seguía doliendo. Se sentía incapaz, torpe y, en resumen, una completa perdedora por no poder manejar una simple relación interpersonal.
No era nada bueno para ella sentirse de esa manera. Obito tendría sus razones para no poder contactar con ella y ella tampoco debería ser tan cobarde en no hacerlo. Mañana lo haría, le llamaría y preguntaría como se encontraba de una manera que sonara casual. Una calmada y normal conversación de amigos, como lo hacen las demás personas.
Por ahora, tenía que enfocarse en el presente. Pasar tiempo en la sala de emergencias no parecía una idea demasiado interesante para pasar una noche de viernes, pero para ella era más que suficiente. El tiempo siempre pasa volando cuando uno se mantenía ocupado y estar cerca de Naruto tampoco era ninguna queja de la cual podría hacer. Sería una buena noche.
...
El viernes por la noche eran un gran alivio para Rin y aunque el clima de aquel día era considerado terrible por las fuertes ventiscas y la lluvia que mojaba a todo a su alrededor, era una excusa para permanecer con su prometido en su departamento, acurrucarse juntos con alguna bebida caliente mientras veían cualquier porquería en televisión que no harían caso porque sólo es un tonto pretexto para estar juntos y disfrutarían de la compañía del otro.
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Pactos de sangre
Hayran KurguTodos alguna vez hemos caído en la obsesión. Es muy natural en el ser humano y nunca llega a ser anormal. Sin embargo ¿Qué pasaba cuando esto pasaba los límites de dicha normalidad? Obviamente esto se convertía en una patología; era malo y muy pelig...