Capítulo 8: La peor tortura se siente increíble

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TESSA

Corrí hacia la puerta con demasiada rapidez y la abrí con desesperación. Hacía ya dos semanas desde que Damond me había abandonado por completo en el pasillo, pero por suerte tenía compañía que me ayudaba a superarlo, Phoenix tampoco había asistido a clases en las últimas semanas, y a pesar de que a Rebecca y a los demás les parecía normal, a mí me parecía que ya era demasiado tiempo, y que algo andaba mal. Un par de ojos azules destellantes de alegría me observaban detalladamente. Sonreí al ver a Dylan parado en frente mío con su pelo dorado como siempre y sus dientes blancos descubiertos en una amplia sonrisa. Nos miramos unos instantes, sonriendo como idiotas hasta que decidí dejar de ser retrasada e invitarlo a entrar. Hoy era viernes, lo que significaba "Maratón de Once Upon a Time"

-Hoy pareces estar de buen humor....- Comentó Dyl sentándose en el sofá a mi lado.

-Sí, supongo que no siempre tengo la oportunidad de sentarme y ver una buena serie con buena compañía- dije pensativa presionando los botones del control del televisor de manera robótica.

-Ciertamente...- respondió nada más, pasando un brazo suyo sobre mis hombros y dándome un fuerte abraso.

  

DAMOND

Mi cara golpeó el suelo con fuerza, haciendo que mi dolor de cabeza aumentara considerablemente. Escupí el salado contenido de mi boca, solo para darme cuenta de que ya no contenía saliva sino sangre. Levanté la mirada y les dediqué solo odio a mis secuestradores, quienes me miraban de manera divertida. Claro que se estaban divirtiendo, torturar a un demonio les causaba demasiada gracia, pero no iba dejar que se degustaran conmigo. Jajajaja, si esos cretinos creen que voy a soltar un solo grito en frente de ellos, se tendrán que quedar esperando de pie. Yo no soy un lindo juguetito, ni un tierno cachorrito, oh no, yo era un demonio enojado, descendiente del mismísimo Satanás y no tenía tiempo para tonterías como esta.

Llevaba dos semanas en este maldito calabozo y el maldito angelito no había aparecido por ningún lado, mejor para él, porque cuando lo viera, le iba a arrancar la piel con mis garras y luego la iba a tender al sol para que se la comieran las palomas demoniacas...

-¿Eso es todo lo que tienen?- pregunté sonriendo, dejando ver mis afilados colmillos cubiertos de sangre gracias a un corte que tenía en la mejilla interna de mi boca debido a un puñetazo de mis secuestradores -Hasta las bofetadas de Tessa duelen más, y ella no es muy fuerte que digamos...-

Las sonrisas desaparecieron del rostro de los Hermanos Malva, dejando a ver una simple mueca de desprecio hacia mí. Pero que lindos... Esos tres desgraciados iban a sufrir cuando saliera de aquí.

El piso de mármol negro estaba casi completamente cubierto por mi sangre. Sin embargo, debido a mi complexión sobrenatural, mi cuerpo no se desangraba tan rápido como el de un ser humano normal, por lo que no moría cuando me apuñalaban y despertaba nuevamente, eso hacía mi sufrimiento cada día más agonizante.

Mis manos ya no estaban atadas, sin embargo, todas las bendiciones que llenaban y protegían aquel lugar, causaban que mi cabeza diera vueltas y mi piel ardiera. Aun así solo el sonido de una risa salía por mi boca. Esos idiotas no tenían ni idea de con quién se estaban metiendo. Conseguí pararme tambaleante sobre ambos de mis pies, pero la cadena que los rodeaba, aprisionándolos fuertemente, apretó más su agarre, haciendo que casi cayera de vuelta al piso sin remedio. Pero no, me mantuve en pie, solo para seguir sonriendo cínicamente hacia los que creían que me estaban torturando.

-Por favor...- jadeé sarcástico apretando los puños y rechinando los dientes -Vengo de un lugar donde tu piel arde todos los día de toda la eternidad, un lugar donde, como premio por tus acciones, te dan latigazos durante horas y te sientan una silla eléctrica para que contemples mientras te sacude cómo a los demás les va incluso peor... ¿Creen que me asustarán un trío de cretinos llorones que solo quieren volver a ser buenos angelitos?-

Maldiciendo el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora