Capítulo 5

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El sonido de las gotas de lluvia repicando sobre el piso daban una pequeña orquesta a las dos personas en ese templo abandonado en el medio del bosque fuera de la ciudad. Algunas ranas croaban en medio de la oscuridad, y el leve viento frío se colaba entre aquella cabellera plateada y la otra castaña, pero solo Amaya fue la que sostuvo su cabello para que no fuera revuelto.

Sesshomaru permanecía en silencio mirando el repicar de las gotas de lluvia en las hojas al rededor del templo.

—Ahmm... —Amaya no sabía qué decir.

—Lluvia nocturna —dijo Sesshomaru.

—¿Cómo? —preguntó ella un poco confundida mientras le miraba la espalda.

Sesshomaru se volvió hacia ella.
—Eso significa tu nombre. Lluvia nocturna.

Amaya miró las gotas de lluvia repicando en el suelo mojado y luego a Sesshomaru.

Asintió.
—Mi abuela dijo que me puso ese nombre cuando me llevó a casa.

Sesshomaru la observó.
—¿Tus padres murieron?

Amaya miró hacia otra parte.
La verdad es que su abuela no hablaba del tema y al final del día, asumió que así era. Es decir, era lo más probable, era menos doloroso que pensar el que la hubieran dejado atrás sin más.

Se encogió de hombros.
—Asumo que sí.

—¿No lo sabes?

Ella negó. Colocó su chaqueta en el suelo y se sentó sobre ella.
—La verdad no la sé a ciencia cierta. Cuando era pequeña preguntaba por ellos, pero mi abuela solo me decía que luego me diría —miró hacia abajo— Cuando fui creciendo, y mientras en la escuela preguntaban, todos asumían que habían muerto —frunció el ceño— Ahora que lo pienso, no sé cuándo empecé a asumir lo mismo también —se encogió de hombros y le miró— Ella no hablaba de eso, y yo no preguntaba.

Los ojos oro de Sesshomaru inspeccionaba el rostro de Amaya mientras ésta hablaba.

—Al final no era tan relevante —continuó la joven— Es decir, sí llegué a tener curiosidad. Y supongo que en un futuro la seguiré teniendo, pero nada más. Mi abuela me amó... —se quedó callada dos segundos— Amor nunca me faltó.

—Que la anciana tuviera algo que ver con ese Dios es de sospechar, yo no me tomaría con calma eso y la verdad es que pondría en duda el amor que dices te tenía. Al final, ella también era un demonio —le miró serio— ¿No crees que es sospechoso una anciana, un demonio, con una niña sin padres?

Amaya se puso de pie algo enojada.
—Pensé que me diría algo interesante, pero en vez de eso, ¿sólo obtengo esto de su parte?

—¿ Y qué es lo que quieres saber, Amaya?

Amaya dió dos pasos hacia él.
—¡Quiero saber qué pasa con ese Dios!

Sesshomaru dió otros dos pasos hacia ella, sin quitarle la mirada directamente a sus ojos, respondió con calma:

—Hace unos años acudí al recinto de los dioses en busca de eternidad para mi esposa.

Amaya le miró algo sorprendida. ¿Estaba casado?

Él la miró.
—Era humana. Frágil y mortal —su miraba perforada en lo más profundo de su alma.

—Entiendo... ¿Lo consiguió? —tal vez sí lo había hecho y ella estaba en algún lugar esperándolo.

—No como deseaba. Más que una vida eterna, condené su alma —la miró seriamente— Tsukuyomi es conocido por tergiversar las cosas a su conveniencia.

ALMAS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora