C U A T R O

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Le gustaba tenerlo todo controlado saber lo que iba a pasar antes de que sucediera, era un maniático del control. Por eso había elegido la casa donde se quedarían sus nuevos socios incluso el mismo eligió la habitación donde se quedaría la chiquilla y se tomó la molestia hasta de buscar una institución para que estudiara y así poder ver sus pasos.

Hiciera lo que hiciera tenía que tenerla controlada porque para él era demasiado importante que las cosas salieran tal cual las había planeado, no podía haber margen de error porque se negaba a quedar como un estúpido después de haber estado planeando eso tanto tiempo.

Necesitaba que su hijo estuviera con ella si o sí, quería que la envolviera a tal punto de tenerla en las manos para poder voltear a su favor el contrato que había firmado cuando fuera el momento justo.

Encendió la computadora para asegurarse que todo iba bien, buscó la aplicación ingresó la clave y segundos después apareció en la pantalla la imagen de una habitación color vinotinto.

Nunca se había tomado tantas molestias para tratar de impresionar a alguien, sentía que se excedió pero ya no podía hacer nada.

Una cama con dosel se podía ver en medio de todo, hizo una mueca de disgusto cuando notó el montón de ropa interior esparcida en la cama y en el piso.

-No tenia idea que las niñas de 15 años mojigatas usaban ropa interior de suka- susurró para si mismo, al ver las tangas de hilo delgadas y los sujetadores provocadores.

En su mente tenia la idea clara de que Delancy tenia quince años, usaba ropa holgada, lentes grandes y tenia aparato de ortodoncia. Las fotos que le entregaron de la familia no estaban actualizadas, eran de hace varios años pero eso era algo que el no sabia.

No se imaginaba que la pelirroja le daría una gran sorpresa, la puerta que daba al baño de la habitación estaba abierta ahí fue en el único lugar donde no se atrevió a poner cámaras.

De pronto alguien emergió del baño, lo único que alcanzó a ver fue unas piernas muy blancas más largas y torneadas de lo que él esperaba.

De pronto se vio ansioso por ver a quien le pertenecían esas piernas cuando estaba por descubrirlo la puerta de su despacho se abrió de par en par.

Conteniendo las ganas de estrangular a su esposa sacó la aplicación y bloqueó la computadora disimuladamente.

Se fijó en la mujer que tenía al frente mirándola de pies a cabeza preguntándose que mierda hacia con ella si no le llegaba a los talones y no estaba ni cerca de su grandeza.

Sentía que no era digna de estar con alguien como él pero esas eran las consecuencias de actuar sin pensar y debía asumirlas.

-Cariño- Liev Ilich era una madre excéntrica porque solía hacer cosas que las demás no y quería a su único hijo de la peor forma que se podía querer a alguien, disfrutaba de gastar el dinero de su marido sin importarle de donde lo sacaba o que hacia para ganarlo, nunca hacia preguntas.

Era una maldita egocéntrica que se creía el culo del mundo cuando en realidad no tenia nada propio porque todo le pertenecía al Boss y a la Bratva.

¿Que si era una mujer digna de la organización?

Liev era una buena para nada que no merecía tener el puesto que tenía ya que el trabajo que debería hacer ella lo hacían otros.

Y ese era el único error que la Bratva aún no le perdonaba a Nikolái pero ninguno se atrevía a llevarle la contraria ya que querían seguir con vida.

-¿Que se te ofrece, Liev? - hasta pronunciar el nombre de su esposa le causaba repulsión.

-¿A que hora nos iremos?

PRINTSESSA [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora