Jaulas y luciérnagas.Jungkook estaba parado en medio de la multitud, todo el personal del palacio, desde cocineras hasta jardineros, ya sabían por que estaban allí, absolutamente todos los miembros del palacio ya estaban al tanto de la tragedia y sus consecuencias, pero seguían esperando órdenes para dar el siguiente paso. Las largas escaleras estaban sobre ellos, y los guardias del palacio cubrían los escalones en espera de la presencia de la reina. Los candelabros habían sido apagados y miles de velas blancas alumbraban la estancia lúgubre. Cada persona allí presente sostenía entre sus manos una pequeña veladora encendida que daba calor a la fría tarde de otoño.
-Kook, regreso en un momento, la señorita Ágatha me pidió abrir la reja a la prensa, ¿puedes sostener mi vela?
-Claro Odette, no tardes.
La joven chica asintió y dejó la cera en la mano derecha de su compañero, mientras desaparecía por uno de los pasillos con alfombra vino cercano a su posición en aquel salón repleto de empleados.
Se podían escuchar los susurros de algunas mucamas y los suspiros de los que trabajaban en el establo, el rey sin duda había sido una persona muy querida por su gente, la Suecia entera lloraría por su perdida.Unas cuantas gotas de cera habían caído sobre los dedos del bello sirviente después de un par de minutos, y las llamas comenzaban a bajar su altura, algunas jóvenes de la servidumbre estaban agotadas de estar inmóviles con los medianamente altos tacones negros, y Jungkook sentía que se le caerían las manos si seguía sosteniendo ambas ceras, y como si de una entrada planeada se tratase, en medio de la conmoción fue posible escuchar el abrir de las enormes puertas que separaban las escaleras de la sala de estar principal en el segundo piso, y una formación de 6 guardias abría paso a la reina junto con la comitiva formada por ambos príncipes y sus acompañantes que les seguían, todos vestidos enteramente de negro de pies a cabeza.
Bastó con ver como bajaban un par de escalones de la escalera para que Jungkook volteara a sus costados y observara como todos estaban inclinados en acto de devoción a los monarcas, y por respeto se sumó a la acción, escuchando por fin las primeras palabras por decreto de la familia real en aquella tarde.
-Hace unos días... Uno de los reyes más fieles y bondadosos que pudieron existir a lo largo de la historia de mi patria falleció. Aquel hombre de buenos principios, y solidarias acciones, fue orgullosamente nombrado... Como Bartolomeo VI de Horninsholm. Mi padre. Un hombre... un hombre dedicado a su familia y a su reino en su totalidad, que con orgullo puedo decir que hizo bien en su encomienda. Arrebatado de nuestras manos por Jesucristo nuestro señor, pero que la gracia de Dios y la bondad de las vírgenes caiga en su cien, que la sangre derramada por su mano se purifique, y que los ángeles canten en su honor. Larga vida al rey Bartolomeo, un padre, un esposo y un rey. Y larga vida a la reina Catalina, monarca del reino de mi Suecia. Muerte honrada para mi rey y ¡Larga vida a mi reina!.
-¡¡Larga vida a la reina!!
El eco de los gritos fue escuchado en cada rincón del castillo, en un acto de devoción y aceptación para todos ellos como súbditos de una nación.
La reina Catalina, en esos momentos acababa de recibir el poder absoluto.
Pero no podían ignorar el dolor que causaba la cera de las velas quemando la piel de los que se encontraban presentes, penetrando con sacrilegio el momento, y dejando a la luz una vez más, que el trabajo allí era aparentar un dolor y ocultar ese otro que ardía físicamente más fuerte. Las apariencias, siempre las apariencias.
El que dirían siempre sería lo principal en el castillo.
Como pequeñas hormigas obreras, los presentes abrieron paso a los nobles que bajaban las escaleras a paso seguro, y que con la mirada al frente, recibían las reverencias y los pesames de su pueblo. Una imagen sin duda majestuosa, ¿Qué darían muchos por ver la cola del vestido de su majestad la reina arrastrado, haciendo contraste a las alfombras como el rojo de la sangre de los suelos? Y quien diría que aquella imagen no se alejaba tanto de la realidad.
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Map of the soul |JJK & KTH
RomanceEste diario var a ser la boca que narre nuestras bellas memorias girasol. No vivimos lo suficiente para ver el sol, pero un teatro, un castillo y sus bellos jardines fueron los mudos testigos de como nuestros belfos se rozaban con emoción, te entreg...