La llegada de los héroes

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Carnaval Isekai

Capítulo 1: La llegada de los héroes


El fuerte sol del altiplano paceño trajo calor a las calles del poblado de Corocoro, el viento que anticipó la gélida noche aulló molesto ante la gente que no necesitó abrigarse, todos ellos contentos y felices ante las fiestas del carnaval. Muchos estaban vestidos de llameros, otros de caporales y por supuesto: pepinos y ch'utas.

Los bailarines ya no dieron pasos coordinados, se tambalearon formando eses con la esperanza de hallar esquinas a las cuales asirse y no caer al suelo.

Lejos de la mayoría de los danzantes pasados de copas, las cholas y los perros, estos últimos que, tercos, ladraban a todo borracho que se orinaba en los recodos, se vio a un par de hombres que no compartieron risotadas. Sus tonos aguardentosos declararon su abyecta antipatía hacia su compañero de farras.

―¡Pedazo de pendejo! ¡A mí no me vas a venir con tus huevadas!

―Escúchame, huevon. ¡El chu'ta paceño, se originó en este pueblo! ―dijo el hombre disfrazado de Ch'uta.

―A ver, burro. Los chu'tas son de Caquiaviri, ¿entiendes? ¡De Caquiaviri y punto! ―gritó el que estaba disfrazado de pepino.

De los gritos pasaron a los golpes, los cuales no fueron certeros y por eso decidieron que los puñales decidirían quien tendría la razón.

La insensibilidad producto del alcohol hizo que sus rostros, brazos y pechos, no sintieran el ardor de los profundos cortes. Las tripas de ambos iban colgando, pero siguieron peleando como si nada.

Otro ebrio, conducía su camión por las calles empolvadas, tan adormilado estuvo, que apenas sintió como atropelló al par de borrachines duelistas. Sus cuerpos volaron por el aire, no sintieron dolor alguno al caer sobre el suelo, estaban muertos antes de teñir la tierra con su sangre.

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Violentos relámpagos amenazaron con impactar en la alta torre. Edificación colosal y por ello mismo extraña su presencia en medio de esa pradera en la que no se edificaron otras obras construcciones como casas, graneros o cercados de humildes granjas.

La mampostería exterior no era ostentosa, lo mismo que el interior. El mobiliario era escaso, tosco y no hizo juego con las sedas y armaduras brillantes con baños de oro y plata que portaban los presentes.

Un círculo mágico en la planta baja fue el único elemento que tuvo valor en aquella extraña ceremonia efectuada, la enorme torre solo era ostentación arquitectónica, el dedo del medio insultando a los dioses y al destino. Curiosa metáfora, puesto que justo esa era la función de la torre: desafiar al destino, desafiar a la muerte invocando para ello a un héroe que derrotara al rey demonio y su cohorte de seres demoniacos.

Las runas giraron sin cesar y murmuraciones semejantes al siseo de las serpientes salieron de trazos color sangre del suelo.

La magia fue terrible, su efecto en los presentes se asemejó al viento golpeando con fuerza los rostros y negando respirar, pero eso fue nada en comparación al grupo de magos que se mordieron los labios hasta hacerlos sangrar. Más de uno de aquellos cubiertos por túnicas negras apretó los dientes, sobreesfuerzo que causó que varios pares de ojos salieran de sus orbitas oculares para luego estallar en humores sanguinolentos.

―¡No cesen! ¡Sigan! ―gritó una mujer joven con un timbre de voz dulce que ese momento sonó a duro y frío metal. Los hombres en armaduras permanecieron incólumes, pero se pudo oír cierto entrechocar de placas metálicas.

isekai : Carnaval Isekai (de Bolivia para el mundo - completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora