El relato del bribón

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Carnaval Isekai

Capítulo 5: El relato del bribón


Un árbol grueso tenía recia una de sus ramas, la cual, lejos de proyectarse hacia el cielo, se asemejó a una gigantesca serpiente que parecía levitar a unos treinta centímetros del suelo.

Allí estaba recostada Malleta, con ánimos suficientes para autocompadecerse, sin embargo, el persistente dolor de cabeza la alejaba de penosos pensamientos.

«De nuevo un callejón sin salida. No tengo idea cierta de quién pudo matar a todas estas putas lloronas», pensó y balanceó su pierna que rozó la hierba que hace unos días estaba empapada de sangre.

―Siento interrumpir.

―Descuida, Antonious, solo divagaba respecto a todo esto.

―Te traje algo que quizá aclare tu mente.

―¿De qué se trata?

―Mira ―le dijo, enseñándole un extraño cuchillo de hoja serpenteante.

―El arma de un ladrón y asesino. ¿Dónde la obtuviste?

―Me la dio un viejo de mente olvidadiza que trabaja en el tanatorio de la ciudad. Le pareció extraño que una de las aspirantes a caballero tuviera esa arma, iba a dárnosla, pero se le olvidó. Acabo de encontrarme con él. Esto te va a interesar, según el viejo, este cuchillo lo encontraron en unos arbustos del muro oriental, al limpiar el lugar creyeron que el cuchillo pertenecía a una de las víctimas y lo llevaron al crematorio. Fue una suerte que el anciano preservara el cuchillo.

―Tenemos una pista ―dijo con una sonrisa, no una elegante y gentil de una dama del palacio (aunque aquellas más bien sonreían de lado). La expresión del depredador al encontrar el olor de su presa, se reflejó en el rostro blanco y con pecas de la pelirroja.

―Averigüemos más respecto a este cuchillo. A patear culos, otra vez.

―¿Quieres que me haga cargo?

―¡Por los espíritus de la luz, no! Queremos información, no matar gente.

―Oye, puedo ser delicada.

―Pero a ese "puedo" le pones tan pocas ganas.

―Basta de guasas, averigüemos qué diablos les pasó a estas pobres remedos de caballeros.

―Malleta.

―¡¿Qué?! Lo son.

―No todas lo son, las hay que sudaron sangre para ser caballeros.

―Sudaron, sí, pero por la entrepierna. No creas que no sé qué hay que abrir las patas ante cerdos para egresar de este chiquero que lo único que hace es parir escoltas glorificadas para damas en el palacio real, damas que son menos dignas que el culo de una puta en el callejón rojo de la capital.

―No hables así. El hecho de que hayas tenido una vida dura no es excusa para que mires con odio a quien sea la tuvo más fácil. Tú la tuviste más fácil.

―Yo no tuve nada fácil, nadie me regaló nada.

―¿A sí? Yo recuerdo diferente.

―Perdona, Antonious, no quise, yo, tienes razón, de no ser por ti, ni siquiera habría sido un caballero.

―No quiero que lo digas, quiero que lo sientas. No el hecho de que te brindé una mano, quiero que recapacites sobre tu animadversión hacia las pobres jóvenes que murieron aquí, después de todo, recibiste el oro del tutor de una de estas aspirantes a caballero.

isekai : Carnaval Isekai (de Bolivia para el mundo - completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora